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La última película de Peter Bogdanovich

Por Álvaro Monge Arístegui
Publicado en La Voz de los que Sobran, 6 de febrero de 2022



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El verano nos trajo, como si nada, la noticia de su muerte. Peter Bogdanovich, había realizado el tramo más fulgurante de su carrera a comienzos de los años setenta, cuando dirigió dos obras maestras; La última película (1971) y Luna de papel (1973).  Como otros cineastas jóvenes de entonces (Scorsese, Coppola, Brian De Palma) su temperamento artístico estaba marcado a fuego por la devoción cinéfila. Sistematizó esa pasión con la escritura de minuciosos estudios sobre John Ford y Howard Hawks, para citar los más relevantes. No obstante, su mayor contribución en este plano fue “El motín del Kane”, respuesta detallada y contundente a los calculados desvaríos de Pauline Kael. Como es conocido, la crítica del The New Yorker –prefigurando el neoconservadurismo que caracterizó a la cultura cinematográfica de la “era Reagan”- relativizó la importancia de Ciudadano Kane, para la historia del cine, y en particular el aporte de Orson Welles en su elaboración, atribuyendo a Joseph Mankiewicz, uno de los guionistas, un papel determinante en la concepción general de la película. Parte de los argumentos de Bogdanovich están recogidos en el libro de conversaciones Ciudadano Welles. (1992).

El declive del “sistema de estudios” del viejo Hollywood,  y la masificación de la televisión, crearon  las condiciones adecuadas para el ascenso de la “moda nostalgia”, una vez que el cine clásico norteamericano se transformó en rutina disponible para el ensueño de cualquier niño solitario frente al televisor. Un público predispuesto a la nostálgica recuperación de ese mundo mítico explica la proliferación de bodrios, del tipo Borsalino (1970) o El golpe (1973), y también de obras maestras, como Chinatown (1974), o Bonnie y Clyde (1967).  

El argumento de La última película es engañosamente sencillo. Durante los años cincuenta, en un decadente pueblo de Texas, un grupo de amigos afronta el fin de la adolescencia y el incierto porvenir. La impronta puritana de la época de Eisenhower y de la guerra de Corea, forman un contexto crucial para la película. Se habían hecho, se hicieron, y continuaron haciéndose, multitud de películas con el mismo eje temático.

Filmada en blanco y negro —no por prurito de esteta, sino como estricta necesidad expresiva— con un grupo de actores sobresalientes (algunos casi debutantes, como Jeff Bridges, Timothy Bottoms, y la maravillosa Cybill Sheperd, otros ya consagrados, como Ellen Burstyn y Ben Johnson) la desnudez de los paisajes y los cuidadosos encuadres mantienen una lealtad a muerte con el destino de sus personajes.

Después vino una serie de fracasos comerciales y de crítica;  Al fin llegó el amor (1971), Daisy Miller (1974), Nickelodeon (1976). Tras el éxito relativo de Jack, el magnífico (1979), pudo contar con la belleza otoñal de Audrey Hepburn, en la encantadora Y todos rieron..(1981). Un crítico chileno (que con los años derivó en analista político, labor en la que continúa ejerciendo el desatino) señaló que era una “comedia algo boba”. Más que en ninguna otra de sus películas se muestra en ella una fascinada admiración hacia el mundo femenino. Sin embargo, lo adecuado de tal caracterización corre el riesgo de circunscribir su arte a la mera frivolidad. Bastaría recordar Mascara (1986) como corroboración definitiva de que, para Bogdanovich, el cuerpo humano podía ser, también, un estigma y una condena. La historia de Rocky Denis, un chico con el rostro deforme y una familia disfuncional, es narrada de manera  distanciada y sin concesiones sentimentales. El desenlace —amargo y realista— es coherente con la sobriedad visual y serenidad de su puesta en escena.

Verlo aparecer como actor secundario, en  Los sopranos  u otras series de televisión, resultaba penoso para quienes conocían la magnitud de su obra. Kipling escribió una vez “El éxito y el fracaso, esos dos impostores”. Pocos como él pudieron dar fe de ello.


 

 

 

 

 


 



 

 

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Por Álvaro Monge Arístegui
Publicado en La Voz de los que Sobran, 6 de febrero de 2022