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El jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra
Homenaje al cincuentenario de El Club de la Serpiente
Julio Cortázar, Rayuela, 1963 [1]

Selección y edición de Alberto Moreno
Publicado originalmente en Papeles de Jazz

 



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“…Familias y amores infinitamente amargos, una música que permitía todas las imaginaciones y los gustos, la colección de afónicos 78 con Freddie Keppard o Bunk Johnson, la exclusividad reaccionaria del Dixieland, la especialización académica en Bix Beiderbecke o el salto a la gran aventura de Thelonius Monk, Horace Silver o Thad Jones, la cursilería de Erroll Garner o Art Tatum, los arrepentimientos o las abjuraciones, la predilección por los pequeños conjuntos, las misteriosas grabaciones con seudónimos y denominaciones impuestas por marcas de discos o caprichos del momento y toda esa francmasonería de sábado por la noche en la pieza del estudiante o en el sótano de la peña, con muchachas que prefieren bailar mientas escuchan Star Dust o When your man is going to put you down , y huelen despacio y dulcemente a perfume y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres, tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a sí misma, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente, todo eso en una música que espanta a los cogotes de platea, a los que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizás había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizá había otros caminos y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera.

I could sit right here and think a thousand miles away,
I could sit right here and think a thousand miles away,
Since I had the blues this bad, I can’t remember the day…
                                                                             
                                                                                                          (-97)
               
                    

   
El jazz en El club de la Serpiente [2]

 

 

  1. Frank Trumbauer & His Orchestra - I'm Coming Virginia
  2. Bix Beiderbecke and his band - Jazz Me Blues
  3. Kansas City Six - Four O'clock Drag
  4. Lionel Hampton & His Orchestra - Save It Pretty Mama
  5. Coleman Hawkins - Body And Soul
  6. Bessie Smith - Baby Doll
  7. Bessie Smith - Empty Bed Blues
  8. Louis Armstrong Orchestra - Don't You Play Me Cheap
  9. Louis Armstrong & All His Stars - Yellow Dog Blues
  10. Louis Armstrong & All His Stars - Mahogany Hall Stomp
  11. Big bill broomzy - See See Rider
  12. The Chocolate Dandies - Blue Interlude
  13. Champion Jack Dupree - Junker's Blues
  14. Big Bill Broonzy - Get Back
  15. Duke Ellington & His Orchestra - Hot And Bothered
  16. Duke Ellington & His Orchestra - It Don't Mean A Thing
  17. Earl Fatha Hines - I Ain't Got Nobody
  18. Jelly Roll Morton - Mamie's Blues
  19. Waring's Pennsylvannians - Stack O'Lee Blues
  20. Georgia jazz band - Jelly Beans Blues

 

Notas

[1] Rayuela, Julio Cortázar, primera edición: junio de 1963, Editorial Sudamericana S.A. El fragmento citado corresponde al capítulo 17 del libro, y ha sido tomado de la Trigesimaquinta Edición: octubre 1994, páginas 81-83, Editorial Sudamericana S.A. Buenos Aires.

[2] Jazzuela fue editado en 2001 y distribuido en España por K Industria Cultural. La recopilación es obra de Pilar Peyrats Lasuén. El CD original incluye un cuadernillo de 114 páginas.



 



 

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