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Enrique Lihn: creador sublime, productor inagotable
(Presentado originalmente en la Fundación Neruda, julio 2019, como parte del ciclo “Los 4 Grandes de la Poesía Chilena”)
Por Alberto Moreno[1]
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Enrique Lihn será por mucho tiempo “el niño terrible” de la poesía chilena. Esto, en un país que se precia de dos Premios Nobel de Literatura, y medio centenar de autores leídos en todo el continente y un poco más allá, es un hecho y ante todo, una realidad. Les guste o no a los facinerosos y mediáticos escritores del presente. Él es nuestro enfant terrible, y de ahí no lo mueve nadie.
“No es lo mismo estar solo que estar solo
en una habitación de la que acabas de salir
como el tiempo: pausada, fugaz, continuamente
en busca de mi ausencia, porque entonces
empiezo a comprender que soy un muerto
y es la palabra, espejo del silencio
y la noche, el fruto del día, su adorable secreto revelado por fin.
Tendría que empezar a ser de nuevo
para aceptar el mundo como si no fuese
solamente lo único que conservo de ti,
tendría que olvidarme
como se olvida lo más negro de un sueño,
soplar en mi conciencia hasta apagar mi imagen,
cerrar los ojos frente a los espejos,
deshacerme y hacerme, soñar siempre con otro,
morirme de mí mismo
para no recordarte a cada instante
como el ciego recuerda la luz y el condenado a muerte
la vida, toda ella, en un abrir y cerrar de ojos,
porque estás más adentro de mí que yo mismo
o existo porque existes
o yo no sé quién soy desde que sé quién eres”.
(Poemas de este tiempo y de otro, 1955).
Lihn es un poeta de la ciudad. Una idea y un fundamento. Su precocidad atronadora. Los amores y los viajes. Casas, parques, teatros, museos, sus amigas y amantes, el alcohol, la noche, la bohemia, la ciudad de un hombre que nunca se detiene y que a pesar del malestar, de la tristeza o del tedio, nunca deja de trabajar en su obra, siempre en construcción y reelaboración. Y es un poeta del lenguaje. Cierto, porque su creación, sus búsquedas y reflexiones, están colmadas de citas, guiños y referencias explicitas a la literatura nacional y del mundo occidental de las letras, y también de las artes, en particular a la pintura, (la devoción por Botticelli, Klinger, Mantegna, Hopper, Monet o Kandinsky, entre otros, impregna buena parte de su trabajo).
Se ha dicho de él que es un poeta hiper-literario, metatextual, transiliterario, intertextual y poli-genérico. Cierto, es todo aquello, pues todo se vuelve literatura en su textualidad, escritura, retruécano y tesitura. Es un hombre que disiente y resiste a través del uso de la palabra poética, del ensayo literario y de las reflexiones técnicas y teóricas sobre las artes plásticas, de ahí pasa -sin pausa- a la novela, al comic, al cuento y los guiones de teatro, y ensaya también las diferentes formas de la actuación, la locución y la recitación literaria. Crea el personaje alter-ego Gerardo de Pompier, parodia y sátira feroz de los escritores que se cobijan y/o esconden en mantos de intelectualidad, para justificar su anuencia con el poder. Cuba y Chile, dos casos emblemáticos en su obra, por decir algo acerca de esa trama.
El poeta Lihn nunca deja de interpelarnos. De tocarnos el hombro. Su poesía no sólo es y está permanentemente situada -como él mismo definiera su mecánica poética articulada - “por un mismo sujeto que habla, que escribe, y que vive”. Su extenso trabajo desborda las definiciones conceptuales asimilables por el intelecto. Es como si después de leer esa poesía, las imágenes, las innumerables evocaciones y las precisas resonancias, algo vivo se te pegara a la piel, o te saliera por la boca. Uno es sacudido por su poesía. Sus versos allanan y anidan. Una apuesta: surge algo que perdurará ... una latencia que se apropia de nueva vida. La poesía es el ser absoluto; aunque emerge de lo humano, limitado y condicionado por la vejez y la enfermedad. Decimos que es infinita la poesía.
“Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviathan entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviathan entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza”.
(Antología al azar, 1981).
Hay otros escritores y muy buenos poetas, que trabajan sobre una tecla, o tocan una cuerda, como suele decirse. Lihn, tocaba todas las cuerdas, todos los cables, producía instalaciones de alto voltaje por todas las habitaciones de la casa mental y sensible. Su poesía transita por todos los espacios y rincones del habla, del sentido, del significado y del rollo completo del papel y del diccionario. Es decir, hay poetas del amor, de la locura, del lenguaje, de la ciudad, de la sociedad, de la democracia, de la delincuencia, de la noche, de la pintura, del arte, de la dictadura, del follar, del hambre, del pelambre. El animal literario que fue Lihn los desarrolló todos, no escamoteó tema alguno del laboratorio de la existencia, por uso y abuso de la palabra poética.
Porque escribí…O la condenación perpetua del escribidor. Una mirada a sus meandros. Y tal vez, una paradoja.
Enrique Lihn navegaba los ríos de la desazón, los mares del desasosiego, subía por las montañas del malestar, la incomodidad y el desarreglo permanentes. La gran duda y el escepticismo son la marca registrada y diseminada a través de toda la obra del poeta, del ensayista, del crítico de arte, del novelista, del fugaz cuentista, del precoz dibujante y del guionista, del actor, locutor y performer. Al parecer -y ante toda la apabullante evidencia que fue dejando- hoy podemos decir que todos los géneros le quedaban bien, y que en todos dejó obra escrita, registro audiovisual, testimonio, bastas y múltiples entrevistas, que dan muestra de un gran conversador. Lihn fue también un gran recitador de sus propios poemas. Fue, en suma, un gran hablador y un conversador ilustre.
Y ciertamente, no eligió el silencio por compañía. El retiro en la montaña sagrada no fue su camino. Si lo fue en cambio un permanente deambular por grandes y populosas ciudades de América y Europa.
“Nunca salí del horroroso Chile
Mis viajes que no son imaginarios
tardíos sí -momentos de un momento-
no me desarraigaron del eriazo
remoto y presuntuoso
Nunca salí del habla que el Liceo Alemán
me infligió en sus dos patios como en un regimiento
mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible
Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor:
el miedo de perder con la lengua materna
toda la realidad. Nunca salí de nada.”
(A partir de Manhattan, 1979).
En Santiago de Chile vivió rodeado de las más diversas tipologías de humanos entre pares poetas, amigos, parejas, alumnos de talleres, centros de estudio, institutos de cultura, teatros, universidades, escenarios, museos, editoriales, librerías, parques, celebraciones y fiestas, yendo de un lugar a otro durante toda la vida y sin parar, sin detenerse jamás. Hasta que el cáncer lo derrota un 10 de julio de 1988 y el ciudadano Lihn, deja de escribir. Sólo la muerte pudo arrancarle de las manos el papel y el lápiz. Tan sólo la cercana muerte silenció su insomne máquina de escribir, la imaginación desatada, la sed insaciable de escritura.
A pesar del “extrañamiento” sombrío y el dolor de estar vivo que transmite en cada una de sus obras, donde cada verso es debate o lucha sin tregua contra la absurdidad sensible del mundo, el poeta Enrique Lihn nunca se refugió del mundo, no se ocultó, ni se volvió un hombre aislado, ni buscó el anonimato. No pudo o no quiso, pero está claro que no dio con la fórmula, y “se condenó” escribiendo -a escribir- hasta el último día de su vida, mientras terminaba los poemas del Diario de muerte. Obra hecha, literalmente, con la muerte a los pies de la cama.
“Hay sólo dos países: el de los sanos y el de los enfermos
por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad”
***
“Nadie escribe desde el más allá.
…
Quiero saber qué son los muertos, si son
No lo que hacen ni lo que dicen de otros
No las pruebas de su existencia, si existen.”
***
“Casi cruzo la barrera
del espejo para ver
lo que no se puede ver:
el mundo como sería
si la realidad copiara,
y no al revés, el espejo
llena, por fin, de su nada.
(Diario de muerte, 1989).
Archivo, géneros e hiper-productividad
No hay constancia en la producción poética -ni de los otros géneros que el escritor cultivó- de un no a ese ejercicio masturbatorio, es todo lo contrario, es absolutamente todo lo contrario, lo que hay es un exceso “hasta la náusea”, que conduce al vacío, evocando a Jean Paul Sartre, una de sus influencias existencialistas: un exceso perturbador de obras, libros, publicaciones y registros de todo tipo. Su inagotable bibliografía da cuenta de ello, es la prueba de su desmesurado ejercicio con la palabra escrita, y también, con lo hablado, la oralidad. Gracias a ese no, que es un rotundo sí, debido a esa producción gozosa e interminable, tenemos hoy la posibilidad de acceder a una de las obras más brillantes y exuberantes de la literatura contemporánea en lengua española. *(Ver la bibliografía complementaria que hemos preparado al final del texto, la cual, a vuelo de pájaro, nos arroja estos increíbles números: 1.000 páginas publicadas en poesía, 1.260 de ensayo y critica, 314 en cuento, 645 de novela y 350 en otros formatos; un aproximado de 3.570 páginas de sus obras originales publicadas en vida).
“Él botó esta basura
yo le envidio su no a este ejercicio
a esta masturbación desconsolada
por todos los caminos llego a lo impenetrable
a lo que sirve de nada
cuánta palabra en cada cosa
qué exceso de retórica hasta en la última hormiga.”
***
“…Que mi negocio es más sucio de lo que
. . .. . parece:
no engaño, atormento. No me mueve el in-
. . .. . . . terés personal sino el afán de la
. . .. . . . bancarrota,
la obsesión de la quiebra, en una palabra el
. . .. . . . miedo
por el que empieza la barbarie.
(La musiquilla de las pobres esferas, 1969).
“Su condena” ha sido y es nuestro gozo, nuestro placer. Esa escritura incontenible nos da la oportunidad de adentrarnos en un mapa y un campo de juegos agreste, áspero, arduo, y al mismo tiempo, pleno de un toque erudito, contemplativo, reflexivo, curioso, en búsqueda permanente de la belleza de las cosas, del riesgo del amor; una mecánica de trabajo creativo a la forma de los antiguos artistas, que no rehuían temas ni formas; en cada nuevo libro el vate se nos muestra metódico, lúcido, lúdico, amoroso, intenso, apasionado, agudo obsesivo y obsesivo compulsivo. De la literatura en general, y poco a poco, de su propia obra en particular.
Con el curso de los años, en su día a día, el poeta va creando una obra que progresa y reflexiona en torno “a sus propios materiales”, es decir, sus archivos, sus recuerdos, sus inclinaciones, con sus proezas y límites, sus sorpresas y torpezas. No faltan la psicología primero y el psicoanálisis después, para desembocar en lo que algunos llaman como su permanente autoanálisis. Igual camino o derrotero se registra con sus amores y amistades femeninas. Pasiones desatadas, pérdida y recuperación del objeto del deseo. Cantos románticos y de sublime pasión amorosa y erótica, homenajes a cada uno de sus amores, donde se mixturan, como en las entrañables pinturas, su idea e imaginación en torno a la mujer y la belleza.
“Hago mi oficio para los mitómanos
para los adolescentes, para madame Bovary
para ti, que te la dabas de enamorada absoluta
Escribo para quienes creen que van a morir en un
. . .. . . . momento
de ofuscación
sobre el amor”.
(Al bello aparecer de este lucero, 1983.)
Viajes que son descritos y escritos antes y después de visitar o vivir en cada nueva ciudad. “Ciudades como espejos” ovalados gigantes, y como marco de unos personajes tan ficticios como los que luego toman cuerpo en la vida concreta y se visten y actúan por él en los diversos escenarios, donde el escritor Lihn se presenta constantemente. Él no puede bajarse del escenario. Su libertad soberana -y su condena- es recitar, leer, declamar, actuar sus propios poemas, sus obras, libretos, guiones, y dar vida a personajes tan ciertos o fantasmáticos como lo permita el arte de la palabra. Esa es y será por siempre su materia de testamento, sus odas materiales, su vuelo en paracaídas y su tremendo desencanto general, la detallada y gloriosa fotografía de una infancia feliz. Todo eso es él. Todo eso y mucho más, es su legado. Maestro de ceremonias. Poeta deslumbrante, voz privilegiada, demiurgo que recorre el tiempo a paso lento y seguro, con su presencia como un fuego, llama ardiente y luz movediza.
“Qué pasaría si hiciéramos lo primero que se nos pase por la cabeza?
¿Cuántas locuras es prudente no hacer?
¿Se ocultan o se exhiben gato y gata entre las hojas del acanto
cuando se ponen dialécticos?
…
“¿Y qué si en lugar de disolvernos en la noche subiéramos al escenario
y nos diéramos este beso en la boca?”
(Al bello aparecer…)
Otras claves o vías de ingreso por la obra y el personaje
Acción pública, hiperactividad versus recogimiento o silencio. Claramente se impone por paliza la acción constante, emplazado como un ejercicio de resistencia cultural y/o como conciencia contracultural permanente. Contracultura y resistencia desde la productividad literaria y artística diversa, no oficial, pero tampoco marginal. Transita por el borde. Lihn tiende al desajuste, al desarreglo, y como dijese él mismo en una de sus tantas entrevistas, por ejemplo, con Juan Andrés Piña en Conversaciones con la poesía chilena, de 1990: “… De alguna manera pienso que hice todo lo posible para no instalarme nunca, porque pensaba que si uno se instalaba joven, como le pasó a muchos, la cuestión literaria se acababa.” Entrevista grabada en 1982, a los 53 años del autor.
En lógica lihneana: ríos de locuacidad, verborrea, arte de birlibirloque, cháchara, parloteo, monserga, pero nunca silencio, retiro, bajo perfil, timidez; sí a la hipérbole, a los metalenguajes, al hipertexto y a toda la modernidad que le fuese posible concebir y plasmar. A 31 años de su partida del plano terrenal y físico, asistimos a una suerte de culto renovado del personaje. Se suceden reediciones, aparecen nuevas tesis, publicaciones en revistas indexadas – paper, etc. Después de ser una animita de éxito en el lecho de su muerte, llega la hora del “autor de culto”.
Personalmente creo (y de eso trata este mínimo homenaje) que toda la extensa obra ensayística y la prosa no poética, en cierta medida existen para justificar su poesía. Son el soporte y el sacrificio necesarios para forjar su poética. Las voces al uso hablan de un continuo, de un ciclo, de un todo en permanente retroalimentación. Entiendo que el mismo lo señala en alguna de sus tantas entrevistas. No obstante, hay un punto donde cada cual decide qué leer y qué está dispuesto a abrazar o no, en el basto acervo de la literatura. En lo particular, en mi camino, encontré su poesía: Poemas de este tiempo y de otro; La pieza oscura; La musiquilla de las pobres esferas; París, situación irregular; A partir de Manhattan; Estación de los desamparados; Al bello aparecer de este lucero; Diario de muerte. Allí por momentos, somos conducidos a un espacio vital, poderoso, de intensa profundidad, donde el lenguaje llega a su más alta condición, de verso en verso, de palabra en palabra. [2]
“Pero eres continuamente otra:
una amenaza de cortar el hilo
de arena con que trato de ligarte
a un imposible reconocimiento.
Este hablar sobre nadie y sobre nada
del que lo mismo podría surgir
la extrañeza total u, olvidadiza,
la pasión de dos niños en un parque.
El sol trabaja viejo especialista
en los deslumbramientos del crepúsculo.
No se permite la menor ironía.
Casi, casi te tomo de la mano”.
(Antología al Azar, 1981).
“Y he cerrado la puerta tras de mí, delante de
mi ser que es ya ajeno
cuya pureza arrugo, pierdo y odio,
para dormir, comer, hablar a medias
con esos cuerpos que confundo, para
sentirme en algún sitio de la tierra
aunque sea con rabia
y tocar la tibieza de una piel, el centro de
unos ojos, la ceguera
lúcida de unos senos, el alma doble
que se les agolpa cuando son sorprendidos”.
(En Antología de paso, 1998).
Música y poesía aspiran al silencio, como nos recuerdan Borges y Cioran. Ese es el “instrumento peligroso que afinara” en solitario cada noche, viajando “por el gran mundo como en una jaula”, antes de volver a salir a la calle, cada nueva mañana. Con ese instrumento toca y dispara, desde allí se empeña sigilosa, subrepticiamente, en desarreglar la ficción del mundo en plena destrucción y decadencia, que le ha tocado observar y vivir. Y lo hace con gracia, con nobleza, con pasión, con arte refinado. El poeta Lihn es un gran desestabilizador. Actúa como un mago, un ilusionista verbal que lo voltea todo, y te cambia la perspectiva con un soneto:
“Del mar espero barcos, peces, olas;
del cielo nada más que sol y viento,
la lluvia, el arco iris y el aliento
de la tierra no verme en ella a solas”.
A través del resto de sus creaciones (la voluminosa composición extra-poética) nuestro autor dialoga -forzada y continuamente- con los pactos, los estilos y las costumbres de unos y otros. Y así sobrevive por largos años. Para ello se resguarda en su poesía, fruto de un lirismo profundo y metafísico, al decir de Eduardo Llanos Melussa. Su lenguaje es una muestra sobresaliente y acabada de expresionismo y barroquismo poético. Para alguien que “duda de la palabra y del lenguaje de su tiempo” -oh paradoja- toda su poesía no es sino testimonio firme de que ésta tiende a una vida paralela, más allá del creador. Estos años lo confirman: estamos ante un artista y una obra mayor, que se reinventa en el tiempo, que sigue tocándonos el hombro al caminar, sigiloso como las nubes, fiel como la sombra, y que nos convoca a tomarle muy en serio, so pena de quedar con las manos vacías y el corazón marchito.
* * *
BIBLIOGRAFÍA DE ENRIQUE LIHN
Poesía (ediciones originales)
-Nada se escurre. Santiago. Talleres Gráficos Casa Nacional del Niño, 1949, 45 p.
-Poemas de este tiempo y de otro. Santiago. Ediciones Renovación, 1955. 61 p.
-La pieza oscura. Santiago. Prólogo de Jorge Elliott. Editorial Universitaria, 1963. 65p.
-Poesía de paso. Premio Poesía 1966, Casa de las Américas, Cuba, La Habana, 123 p.
-Escrito en Cuba. México: Ediciones Era, 1969. 73 p.
-La musiquilla de las pobres esferas. Nota preliminar de Waldo Rojas. Santiago, Editorial Universitaria, 1969. 84 p.
-Por fuerza mayor. Barcelona. Ocnos-Editorial Llibres de Sinera, 1975. 85 p.
-París, situación irregular. Prólogo de Carmen Foxley. Santiago, Ediciones Aconcagua, 1977. 126 p.
-A partir de Manhattan. Valparaíso. Ediciones Ganymedes, 1979. 70 p.
-Estación de los Desamparados. México. Premiá Editora, 1982. 62 p.
-Poetas, voladores de luces. Roma, 25p, 1982. Poema visual, edición 151 ejemplares.
-El Paseo Ahumada. Santiago. Ediciones Minga, 1983, 28 p.
-Al bello aparecer de este lucero. New Hampshire. Ediciones del Norte, 1983. 85 p.
-Pena de extrañamiento. Santiago. Sinfronteras, 1986. 62 p.
-La aparición de la Virgen. Textos y dibujos de Enrique Lihn. Santiago: Cuadernos de Libre (E) Lección, 1987. 17 p.
Selecciones, antologías y libros póstumos
-Algunos poemas. Barcelona. Ocnos-Editorial Llibres de Sinera, 1972. 86 p.
-Antología al azar. Lima. Ruray/Poesía, 1981. 30 p.
-Mester de juglaría. Madrid. Hiperión, 1987. 79 p.
-Diario de muerte. Póstumo, poemas reunidos y transcritos por Pedro Lastra y Adriana Valdés. Santiago, Editorial Universitaria, 1989. 84 p.
-Álbum de toda especie de poemas. Barcelona: Editorial Lumen, 1989. 154 p. hay reedición del 2018.
-Porque escribí. Antología, F.C.E. 1995. 346 p. Santiago. Reedición ampliada, 420 p. 2017.
-Antología de paso. Selección y prólogo, Roberto Merino y Matías Rivas. Santiago: LOM Ediciones, 70p., 1998.
- Una nota estridente (1968-1972). Ediciones UDP, 2005. 111 p.
-Poesía, situación irregular. Selección y prólogo de Óscar Hahn. Madrid: Visor Libros, 2014. 240p.
-Poesía Reunida, 2018. UDP Ediciones, 400p.
-Poetas voladores de luces, Ediciones Overol, 128p. 2018.
-Poesía (1947-1954). Nada se escurre y Poemas de este tiempo y de otro, prólogo de Pedro Lastra y “La odisea de Enrique Lihn”, por Alejandro Jodorowsky. 2018, Ediciones U. de Valparaíso.
Cuento
-Agua de arroz. Prólogo de Yerko Moretic. Santiago. Ediciones del Litoral, 1964. 165 p.
-La República Independiente de Miranda. Buenos Aires. Edit. Sudamericana, 1989.
Novela
-Batman en Chile, Buenos Aires. Ediciones de la Flor, 1973. 134 p.
-La orquesta de cristal. Buenos Aires. Editorial Sudamericana, 1976. 153 p.
-El arte de la palabra. Barcelona/España. Editorial Pomaire, 1980. 358 p
Recopilaciones póstumas de ensayo y critica
-El circo en llamas. Una crítica de la vida. Edición de Germán Marín, Santiago. LOM Ediciones, 1997. 694 p.
-Textos sobre arte. Recopilación, edición y anotaciones: Adriana Valdés y Ana María Risco.
Santiago. Ediciones UDP, 2008. 567 p.
Otros formatos
-Lihn y Pompier. Santiago: Edición del Departamento de Estudios Humanísticos, Universidad de Chile, 1978, 50 p. Ilustrado.
-Lectura de ciertos poemas chilenos. Selección y notas de E.L. y P. L. hora de poesía. Barcelona. Nº 51-52 (mayo-agosto 1987). 7-45. Sobre Eduardo Anguita, Alberto Rubio, Óscar Hahn, Manuel Silva Acevedo, Diego Maquieira.
-Señales de ruta de Juan Luis Martínez. Enrique Lihn y Pedro Lastra. Santiago. Ediciones
Archivo, 1987. 17p.
-Lihn, Enrique y Alejandro Jodorowsky. un cómic. Santiago: Edita Pablo Brodsky. 1992. 81p. Contiene: “Hablando de cómic con Alejandro Jodorowsky” (diálogo) y Roma, la Loba, novela-cómic de Enrique Lihn.
-Conversaciones con Enrique Lihn, Por Pedro Lastra. México, Universidad Veracruzana, Instituto de Investigaciones Humanísticas, 1980, 153p. Segunda edición, Santiago, Atelier Ediciones, 1990. 194 p. Tercera edición, Santiago, Editorial Universitaria, 2009. 190p. Cuarta edición, Editorial de la Universidad de Valparaíso, 2014. 217 p.
Libros manufacturados
-Pour dire au revoir. Ejemplar único de un poema de despedida a Roland y Julia Husson, ilustrado por varios artistas. Santiago, 1976. 4 p. de texto, mecanografiadas.
-Derechos de autor. Santiago: Yo Editores, 1981.
-Lihn & Pompier. Santiago: Ediciones del Platondo, 1983. 18 p. edición de 50 ejemplares realizadas en fotocopias sobre papel.
Folletos
-Introducción a la poesía de Nicanor Parra. Estudio, datos biográficos y selección. Santiago. Editorial Universitaria, S.A., 1952. 36 p. Original en Anales de la universidad de Chile, 1951.
-Sobre el anti-estructuralismo de José Miguel Ibáñez Langlois. Santiago. Ediciones del Camaleón, 1983. 24 p.
-Eugenio Téllez. Descubridor de invenciones. Santiago. Impreso por Ograma, 1988. 18 p.
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NOTAS
[1] Poeta, editor de la revista Simpson7, contacto: alberto.crann@gmail.com
[2] Mención especial merece la antología Porque Escribí, del Fondo de Cultura Económica, preparada por Eduardo Llanos Melussa, del año 1995, la cual incluye dos prólogos, que más bien son dos ensayos, brillantes y absolutamente imprescindibles para el conocimiento de Lihn y su poesía. Es por todos sabido que esa publicación lleva el mérito de buena parte de lo ocurrido a posterior con las reediciones de Enrique Lihn, y con el poderoso resurgimiento de su figura.