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Aproximaciones a la obra del poeta Zhao Lihong,
en su libro Aflicciones
[Ediciones Lastarria, Santiago de Chile, 2017]
Por
Alberto Moreno
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Conocí al poeta Zhao Lihong en un recital que él realizó este invierno, en la sede del Instituto Confucio, en Santiago, edificio ubicado en el casco antiguo de la ciudad. Fue el inicio del descubrimiento de una obra intensa, copiosa, fiel representante de antiguas tradiciones y formas de ver y expresar, y su lectura, fue altamente conmovedora.
La profundidad en el tratamiento de los más diversos temas y aspectos de la vida, es una marca de esta poesía… ningún objeto le es ajeno, nada del cuerpo le es extraño, todos los paisajes son realidades que nos describe de forma pausada, detalle por detalle; los efectos del paso del tiempo, no rehúye, “en su lirico andar” este poeta de oriente.
Hay una especial y marcada forma de aproximación al cuerpo y al cómo somos afectados ahí, en la carne, en la piel, los huesos, el cabello, las uñas, los ojos, los pulmones, todo, palmo a palmo.
Cabello
Mi cabello
solía ser negro azabache, suave,
cascada brillante al sol. Una refracción
del arco iris en el borde del cielo
grama silvestre, desbordante en el viento
que saluda a la tierra con su danza salvaje.
Acumulación de color,
la vida y todos sus matices.
Negrura, que despide al día
empeñado en perseguir el alba, siempre atrás.
Cabello negro que crece, despreciando
cada largor como si fuese
corto.
¿Cuándo sucedió
que el negro se hizo blanco?
Blanco como la ceniza, blanco como nieve vieja.
Blanco, áspero, huero.
Un suspiro que surca un glaciar.
Esas hebras remanentes
en mi cabeza
cada día más finas:
cuando hay viento flotan todavía.
El viento dice, tu tierra aún está viva
mi aliento no puede quebrarte
A veces, con las huellas de un intenso dolor, de la enfermedad o la vejez, pero sin caer en el agotante sufrimiento que no cesa. Su verso fluye de una realidad a otra, salta, ligeramente, pareciera no estancarse su recorrido, su caminar, su deriva por los aires, las montañas, lagos, ríos y mares, y también, en su viaje hacia la materia oscura que somos, en uno u otro momento de la historia.
Aflicciones
No hacen falta puntas ni hojas,
ni bates o palos para pegar.
Esos penosos instantes se rasgan
como relámpagos en la noche
y se dirigen directamente al corazón.
Sin embargo, no se derrama sangre.
No se hallará la más pequeña cicatriz.
No se puede decir dónde está la herida,
cómo va incluyendo cada pulgada de mí,
desde mi rostro abierto
hasta mi estructura recóndita.
…
A veces, una fresca brisa basta
para evocar la aflicción.
O un par de ojos cuestionadores
queman como un hierro candente
y aún una segunda pregunta
puede ser como espinas en la espalda.
…
Soy atormentado por aflicciones con frecuencia,
pero no tengo miedo.
Los seres vivos son débiles
La insensibilidad es la peor tragedia.
Si yo estuviera catatónico
sería lo mismo que una rama marchita,
una fría roca de acantilado.
También el pasto plateado
llora, quebrado por un viento rabioso.
También el junco
gime, pisoteado por la tormenta.
Otro elemento que llama fuertemente nuestra atención es el entrelazamiento constante, en cada párrafo, en cada imagen y en las evocaciones de una acabada memoria corporal, experiencia del tiempo, paso de los años, entorno natural, y conciencia humana, todo ello conjugado en su escritura. Todo lo evoca, cada pequeña cosa, hecho o circunstancia, es memorable, nada pasa inadvertido.
Estamos ante una poesía que nunca deja de sentir, ver, escuchar, las mutaciones, los sonidos, los ecos en la memoria, el resplandor de la lluvia, el eco de la tormenta, los susurros del viento, la inminencia de la muerte, la sangre que fluye por las venas, de quien ve su rostro envejecer ante espejos de agua en movimiento. Decimos que esta poesía no rehúye ciertas manifestaciones de lo inexplicado, del miedo o la inevitable extrañeza. Y esa misma facultad la vuelve -oh paradoja- hondamente cercana y sensible a la experiencia de la vida cotidiana, la que experimentamos llena de un asombro sin límites.
El alma se va
El alma y el cuerpo a veces se separan.
El alma se desliza fuera de su envoltura.
Salta desde la carne y deambula por el aire,
pero sin conquistar su libertad.
El alma que deambula
añora el cuerpo que poseyó una vez,
pero no puede volver a casa
Transmutada en pájaro
se posa en una rama
y observa a los presurosos transeúntes.
Yo soy el alma posada en ese árbol
y miro curiosa a alguien abajo
que habita mi cuerpo.
Corre, baila,
mira alrededor entre el gentío,
perdido en los pensamientos en mi habitación
…
Yo en el árbol, yo en el suelo
estamos íntimamente cerca
sin embargo, somos mundos separados.
Mi alma no sabe
lo que mi carne está rumiando
y no sé a dónde ir.
Mi carne levanta la cabeza y mira
pero no puede ver mi alma.
Tiemblan unas hojas secas en el viento.
¿Dónde estoy ahora?
¿Dónde estoy?
El alma ausente
se hace espejo
para revelar el cuerpo.
Soy el que brilla.
Mi alma
permanece esperando ante
mi carne.
El espectro del espejo,
fosforescente destello.
Un rostro aterrado aparece.
Es alguien que no conozco.
Una gabardina desteñida.
Los dedos gordos afuera de unos viejos zapatos de cuero
empujan una pila de equipaje por siempre cerrado
…
O quizá él no ve nada.
El espejo está vacío.
Un extraño se mira en él.
De repente, menesteroso,
Anonadado.
¿Dónde estoy ahora?
¿Dónde estoy?
Me gusta el halo de misterio que envuelve estos versos, que nos llegan como historias contadas en plácida calma. O es la magia del poeta que nos presenta de forma simple, los más extraños sucesos de la vida anímica… no lo sé. Y no importa. La atracción de su escritura es lo que convoca y atrae. Se deslizan voces que nos conectan desde lugares, espacios y sensaciones muy diversas, de tal suerte descritas, que nunca parecen ajenas, por el contrario, todos estos poemas, todo este espacio literario y poético, es profundamente vital, cercano, palpable. Podemos habitar en él. Nos llama a caminar sus senderos, a visitar sus sueños y viajes.
Caminar en tres espacios al mismo tiempo
Pongo mis pies sobre el umbral
y camino en tres espacios al mismo tiempo.
Mi cuerpo entra en uno,
rodeado por todo lo tangible:
las tablas del piso,
el cuadro en la pared,
la araña de luces meciéndose desde el cielo raso,
el olor a aflicción en el aire.
…
Sin embargo, mi alma entra en un plano diferente,
uno que pertenece al tiempo pasado:
expresiones confusas,
ecos lejanos,
todo lo que ocurrió detrás de una puerta,
todos los vivos y los muertos.
…
Mi mente entra en un tercer espacio,
perteneciente a un misterio futuro:
zarza de luz y sombras
que oculta a un ignoto voyeur.
Cada rincón esconde
un milagro que espera prorrumpir.
…
Cruzo la puerta
y siento tres espacios diferentes.
La atmósfera material se desplaza al interior de mi cuerpo.
Mi alma se desplaza libremente en el jolgorio.
Una diminuta habitación
se convierte en un espacio profundo.
Tienen algo de narraciones extraordinarias los poemas de este libro. Evocan relatos, historias, andanzas, sueños, y un sinfín de acontecimientos maravillosos, vistos o entrevistos, en el diario vivir. Como si un viejo y sabio maestro de ceremonias nos abriera su caja de secretos, un cuidado archivo onírico, contado en su lengua materna. Hay sorpresa, insinuación, avistamientos, ida y vuelta del sueño a la vigilia. Del asombro al temblor, sabemos, hay un solo paso, y casi no se nota, de tan sutil que es esta pluma.
Puerta
En el camino encuentro
las puertas cerradas una tras otra.
A veces, con un leve toque
se abren.
Otras veces, golpeo y golpeo,
y la puerta se abre solamente un poquito.
Algunas puertas no necesitan golpes para abrirse,
mi pisada es la llave.
Otras puertas están cerradas con dos vueltas de llave,
selladas como un fuerte milenario.
El umbral invisible
es una cuerda de trampa debajo de mis pies.
A veces me deja pasar.
Otras veces dispara una caída mortal
y me estrello contra el marco.
Una voz desde adentro de la puerta dice
¡Entra!
Si está oscuro afuera,
puede ser que haya luz adentro.
Si hay una tormenta afuera,
puede haber adentro un cielo limpio.
Entonces otra vez
me paro al lado de la puerta.
La puerta me pregunta
¿Te atreves a entrar?
Detrás de la puerta
puede estar el cielo,
puede estar el infierno.
Materia oscura
[Fragmentos]
4
Cuando la meta apenas se ve,
pero no se puede parar de
correr,
los ojos suplican a los oídos
que lean el viento entrante.
El viento dice: cuida tus pasos,
La tierra está llena de fallas invisibles.
6
Estrellas fugaces cruzan el cielo nocturno,
arden por un momento.
¿Es un espíritu viviente que escapa de un agujero negro
o está siendo absorbido por él?
7
No hay un color más profundo que el negro,
todas las luces y colores
se ahogan en él
sin importar lo que pienses,
no puedes diluirlo.
11
El mundo cierra los ojos,
la noche desciende,
los cansados caen dormidos.
Alguien está pensativo,
las aves están volando,
innumerables pupilas se dilatan en la oscuridad,
esperan pacientemente
que el mundo despierte.
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