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Fragmentos de «Pie de página», poesía de Julián Gutiérrez(*)

Selección y notas, Alberto Moreno


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Como lector, desde hace mucho tiempo que no disfrutaba un viaje sorprendente al mundo de la poesía. Digo al mundo del lenguaje, de las palabras, del poeta y del verso, del silencio de la creación, un viaje al reino de la percepción. “El verdadero protagonista de un poema no es quien lo escribe sino quien lo lee. El lector es la verdadera persona poemática, sólo que no la tiene dentro de él: se la produce el texto”, según la personalísima y bella acepción del poeta español Jaime Siles.

Esta selección de poemas de Julián Gutiérrez nos enfrenta a una escritura pensada y redactada con sutileza, con dedicación, con armonía. Como los viejos artesanos hacen su oficio, llenos de contento, y nos entregan luego una parte de la belleza de las cosas.

Hoy que impera un ruido despiadado en todo sentido, y que somos asfixiados por la pesadez de la teoría en la literatura, es un hallazgo notable leer a este poeta, que se atreve con la creación desnuda, con la página en blanco, no escondido tras la retórica intelectual de moda. Esto es poesía, eso que nos ilumina. Es poesía, aquello aún por nombrar. Es el ser que emerge de las profundidades, que va descubriendo la superficie de la tierra, y busca un espacio donde respirar. Desde ahí nace esta palabra poética, esta voz.

 

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Poemas de Pie de página
(El libro original está compuesto de 66 poemas breves, ubicados a pie de página, donde la parte superior de la hoja está en blanco; van acompañados del respectivo signo numérico arábigo, entre paréntesis, y consta de tres capítulos Desierto, Piélago y Penumbra). 

 

DESIERTO

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(2).
Hay distancias que nacen y mueren en nosotros, como palabras, que al decirse nos dejan todavía más solos.

 

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(5).
A veces, la luna pasa como un dios sobre nosotros, al elevar la mirada.

 

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(6).
La altura es, adentro, un vértigo posible de árbol que mece la vida. Afuera es sombra, en la huerfanía de ser hijos.

 

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(8).
Sobre mi sombra pasa y como mi sombra calla: el grito del que soy eco.

 

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(9).
Me miro y el espejo se apaga, para arrebatar la ceguera que hay en mí.

 

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(13).
De tarde el sol fulge su adiós, camino a otras tierras.

 

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(14).
Una sombra se aleja hacia dentro y, en la distancia, desaparece conmigo.

 

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(15).
La piedra hunde y golpea la muerte, cae para encontrar silencio: dentro, sin voz.

 

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(16).
Calla el cadáver cuando su voz todavía respira, y es aire lo que nombra en silencio, al morir.

 

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(19).
El hombre no cabe en el hombre, ni es palabra. Es todo lo que de él, el silencio habla: Todo y Nada.

 

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(20).
Mi costado no dice su sangre, sólo desnuda el dolor de morir.

 

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(21).
Me hundo en mí hasta el fondo de morir, buscando a Dios, sin encontrarlo.

 

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(22).
Es hora de capturar adentro la señal de la muerte: a riesgo de perderse, en la exhumación de huesos.


PIÉLAGO


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(24).
Flota la luz del universo. El abismo bajo la tarde. Muertos. Sangre.

 

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(25).
Flotan perdidos pasajeros de la noche que se hunde. Los que entran y salen en el arco del mundo: todo el universo en las orillas del cielo, que desciende.


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26).
El mar en la noche nos escucha y le oímos también nosotros: seres de llanto, náufragos de murmullos y tinieblas.


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(27).
El mar nos circunda como un agobio, en la turbante memoria de los otros que están allí dormidos, esperando.

 

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(28).
Así leemos en la espuma, la noche entera, resonancias que instan a hundir más silencio en la escucha blanca.

 

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(29).
Un faro parpadea, evanescente y lejano: anuncia lo que calla, atravesando los ojos:
Vislumbre de noche, tan pronta y desnuda, como la mirada.

 

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(32).
Sólo existe lo que se descubre en silencio: todo el mar que nos navega.

 

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(34).
Lejos de la mar, nos abandonamos y bebemos: de sed naufragamos y perdemos, lejos del amar.

 

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(35).
Son de agua /los cabellos que el amor /estruja, en la sed que nos hizo río adentro, donde gime el caudal de lo que somos.

 

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(36).
Errante la sed nos habla como la casa, en que desnudos nos perdemos, al habitar la lluvia.


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(41).
La soledad se dice al abrir la noche, adentro: como huella de un tajo lavado, sin sangre.

 

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(42).
Más allá del mar, no hay mar, ni huella, ni vacío: sólo la intención de mirar, extinguiéndose en los ojos.

 

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(43).
Suceden olas en el cansancio del agua, donde la tierra se erosiona.

 

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(44).
Bordes empeñados en ser arena, desintegran la impresión de la vista.

 

PENUMBRA


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(48).
La ciudad vigila el mar cada día y, cada noche, se aísla en su orilla interminable:
Desde allí vuelan islas como mariposas. Se llueven. Cargadas de esquinas oscuras, como tormentas, que vuelan hasta el arribo.

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(49).
Todo el cielo no culmina de suceder en su llanto.

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(53). 
Toda desnudez y deseo, todo tu cuerpo deslizándose, al final de la mirada.

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(57).
El espejo está vacío: sólo retumba el mar en el fondo.

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(58).
Qué intriga en los ojos del ausente que mira la noche:
Su casa profunda, sin muros ni puertas, vierte más sombra al olvido.

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(59).
Esparcida luz tras la ventana: una calle avanza sola hasta el silencio, su curva.

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(60).
La magnitud de lo distante resuena en un punto: efecto de fuga, atravesando luz.

 

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(61).
En el espacio ocurre lo que somos:adentro, resuena el sol encerrado en los ojos.

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(62).
Cada día el sol y los ojos, cada día murmuran, un silencio de luz.

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(63).
Tras el vidrio del ventanal, la calle sigue sola. Sube por un puente hasta la distancia:
Interminable ruta que en mi retina vaga. 

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(64).
Alguien toca la luna en un precipicio de noche y manos:
Unas manos tan ajenas como la oscuridad que atraviesan, en el intento de alas y vacío.
Un vacío tan transparentemente tocado.

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(65).
Sobre las aguas se levanta la niebla, que en la distancia nubla, horizonte y mirada:
Un horizonte tan gris, como la profundidad de los ojos.
Una mirada tan perdida, en el horizonte de la distancia.


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(66).
TODO SE DESVANECE, PIÉLAGO ADENTRO.

 

 

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(*) Pie de página, colección Tránsfuga. Serie Paralelos. Mago Editores, 2008.

Julián Gutiérrez, (San Ignacio, 1972). Poeta, profesor, Magíster en Literatura y Doctor en Estudios Americanos por la Universidad de Santiago de Chile. Ha publicado los poemarios: Epopeya de la luz (2005), Pie de página (2008), Film de los paisajes (2010) y Territorio extraño (2018), además de las antologías: Panorámica de la poesía de Maipú (2006), Ricardo Navia: Cantos a la muerte (2008) y Fin de Siglo: nueva poesía chilena de los 80 (2009).

 



 

 

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Fragmentos de «Pie de página», poesía de Julián Gutiérrez.
Mago Editores, 2008.
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