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CARTA ABIERTA A ALEJANDRA MOYA A PROPÓSITO DE SU CUADERNO DE NOTAS
Depresión intermedia, cuaderno de notas, de Alejandra Moya Díaz
(Curepto, 1991). Literaltura Ediciones, 2021.


Por Fabio Power



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La Fecha: 18 de febrero de 2022 La Hora: ¿entre 19:00 y las 20:00?
El Lugar: Viña Richards, Avenida La Quinta, S/N, Curepto.
El Tiempo: Hermoso día Día Despejado, una suave y refrescante brisa aproximadamente 23 grados

Antes que todo, quisiera partir agradeciendo a Alejandra su invitación y generosidad, y también a ustedes los asistentes quienes voluntariamente han acudido a este llamado que nos tiene comentando este hallazgo literario.

Debo decir que esta consideración por parte de la autora aquí presente me ha tomado por sorpresa. Digo por sorpresa porque en realidad no estaba preparado para seguir el cuaderno de notas de Jaime. Que se haya publicado ya es todo un hito considerando que no sabemos nada de él desde que preparaba su tesis en 2015. Debo ser honesto: yo no lo conocí, menos en la época en que transcurre su bitácora académica: Sin embargo, creo haberlo conocido, me es tan familiar que a esta altura no podría diferenciar si lo que he leído fue una realidad o ficción, reciente o lejana, o quizás es la suma de las últimas conversaciones que hemos sostenido aleatoriamente.

Tampoco estaba preparado para que este libro llegara a mis manos en estos momentos, cuando me pillaste divagando sobre una reposera, mirando las hojas del palto mecerse con el aliento del viento costino. Este año las paltas se darán más pequeñas, algo que se ha vuelto habitual en estos días de escasez hídrica, como diría mi amigo técnico agrónomo.

¿Valdrá la pena dejar seguir creciendo el palto poderoso mientras sus ramas pretenden alabar el cielo infinito? Mientras me recojo bajo su sombra escucho la música orquestada de la radio local. Escucho el susurro de la brisa, pienso en las paltas, me empeñezco ante la naturaleza sublime que entremezcla melodías, susurros y música, pensamientos y voces. Mis voces.

Así fue que abrí tu libro…

Tal vez cuando te lea esto, alguno de los que nos acompañan ya habrán expuesto sus puntos, te tirarán flores, y nos pondremos al tanto de lo que nos hemos perdido. De lo que me he perdido también desde ese lejano año 2002, cuando por una mágica casualidad nos hallamos en una cápsula espacio temporal videística. Cuando ya me fui a vivir a la capital, de vez en cuando trataba de rememorar ese paisaje: el caserío rural al lado del río, la escuela pequeña de niños libres, la poesía y el viento infinito. ¿Sabías que por varios años, el primer video de Youtube sobre Curepto se titulaba “En Cureptito” donde solo veíamos a una desconocida chica, joven, sonriente, el pelo al viento, corriendo y jugando por las lomas de Calpún? Algo de la mirada fija bajo las ramas del palto, escuchándome hoy, esta tarde, también lo tenía ese clip que atrapaba el sol del atardecer en el Mataquito. No sé si me explico, querida Ale, pero algo de ese encantamiento se deja entrever como los rayos del sol en una tarde tibia.

Para no dejarlos colgados, y sin querer ser un mensajero de spoiler como llaman a ahora a los molestos desubicados que cuentan el final de la película o serie, el libro de Ale es Depresión Intermedia , un cuaderno de notas de un joven universitario estudiante de Piscología que nos hace participar del desarrollo de su tesis y sus reflexiones.

Cada página la sentí como esos reminiscencias de un lugar visitado… ¿será que todas y todos nos hemos familiarizado con ese paraje mental? Nuestro hospital, nuestro asilo, nuestro hospicio particular, familiar y también el colectivo.

Leyendo tu libro este verano, vi bajar el sol. Lo vi sentarse sobre los cerros y desaparecer tras una cortina de bruma fresca. He visto la copa del palto zarandearse sobre mi cabeza.

Tu libro permite transitar y divagar, invita a sumergirse y formar parte de los cuestionamientos existenciales de Jaime, el protagonista. No es para asustarse, es todo lo contrario, es reflejarse. Al menos así lo disfruté yo, que algo de locura me invade a diario, como ya sabes. Me he preguntado, al leerte, cuál sería tu diagnóstico, o si lo que describes a través de tu Jaime es lo que de alguna manera todos disimulamos. Somos más vulnerables de lo que pretendemos hacer creer.

Aparte de esta velada o no tan velada exhortación, me agradó mucho que salpicaras los relatos con un desafío mayor. Te sabes lectora, y a la luz de lo que escribes, lees mucho, y de lo bueno. Para quien se aventura en tu libro, recomendaría poner atención en los mensajes y enigmas que va complementando los textos. Si es Jaime quien lee tanto y escucha música de la buena, podría pensarse que es alguien que ya ha completado una parte del viaje del ascenso, o viceversa. O puede ser que también estamos llenos de lugares comunes donde la exigencia de la belleza se ha minimizado así como consideramos normal una contingencia evidentemente alterada. Todo está desacomodado, y hacer calzar las piezas tiene un nivel de exigencia que se hace impotente cuando no hemos cultivado la humanidad.

En otra ocasión y en vista de que el tiempo que tengo para leerte esto es acotado, quiero dejarte pendiente la invitación para que en otra ocasión, ojalá no muy lejana, podamos dar rienda suelta a todos los exquisitos referentes presentes en tu libro. y a vuelo de pájaro paso lista con “El perfume” de Patrick Süskind, los guiños a Dostoievsky, o a la película Matrix. Si hablamos de alteraciones, también podría presentarse El Quijote y su ingenio, o por ahí una alegoría al cuento El hombre de la rosa de Manuel Rojas. También citas al español Leopoldo María Panero, al poeta uruguayo Eduardo Galeano, el jazzista Bill Evans, el profe Luis Oyarzún, el gran Enrique Lihn, la entrañable Radio La Colifata, el púgil cinematográfico Rocky Balboa, la baronesa belga Amélie Northomb, el otro español Vila-Matas, el gringo William Carlos Williams,  la música de Violeta Parra, Pink Floyd, Spinetta, Congreso, Los Tigres del Norte, el filósofo Umberto Ecco, Erasmo de Rotterdam, Kafka, Loriga, Borges, Dostoievski, Pessoa, Bolaños, y el cureptano Hugo Correa, quien fue habitante del lugar donde hoy nos encontramos y que inspiró la mayoría de sus cuentos trascendentales.

Ale, admito que nos los conocía a todos (y agradezco que nos lleves a sus ramas) pero si bien no significa un problema alguno para leer a Jaime, para una mente revuelta e inquieta sugiere el pretexto para sumergirse en su lectura o escucha.

Leer Depresión Intermedia no es difícil. Lo difícil es leerse uno mismo.

Para terminar esta carta, quiero decirte que me quedó dando vueltas la conversación previa, la otra tarde. Cuando rememoramos todo aquello que nos ha inspirado y que sigue presente en nuestras vidas, nuestro lenguaje, nuestros personajes, nuestras experiencias de vida, nuestros paisajes.

Y después he vuelto a recordar bajo el palto en que cerré las últimas páginas de la lectura de tu libro, ese viaje en tu auto, que como un círculo infinito y mental vuelve a repetirse nuestro anterior encuentro registrado en esa cinta, especialmente con aquel viaje de regreso que para mí significó el inicio de otro que nos tiene sentados acá, contándonos una historia de amor, que es lo que podría concluir en definitiva la expresión máxima de toda obra creadora.

“Duele crecer hacia abajo, la raíz o el fondo de uno mismo y es que me hallo lejos del anodino júbilo diario, lejos de mis ojos, de mis pies y de mi piel, lejos de mis pensamientos y de mí mismo. De pronto soy ave, tierra, agua y el azul del cielo, la magia que tanto esperaba al fin llega”

 

 

Lectura de Alejandra Moya Díaz durante la presentación de su libro.

 

 

Fabio Power, Editor y Bibliotecólogo de la Biblioteca Nacional.


 



 



 

 

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"Depresión intermedia, cuaderno de notas", de Alejandra Moya Díaz.
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