DEL LIBRO “PAMPA MAR”
NÁUFRAGOS EN SECO
Hambrientos de extensiones,
pusimos nuestros pies
con forma de ancla
en la ciudad de navegantes
malheridos por la furia del oleaje.
Somos, con suerte,
marinos con olor a desaliento;
nos rodean extrañados petreles
que anhelan la carcoma que soltamos.
Ahora,
crecen escamas en lugar de piel
(bata iridiscente con que cubren
algunos seres, su frialdad de peces).
Ahora,
en vez de mar, esta llanada
y un pliegue de recuerdos
deshilacha las últimas certezas: arruinado el navío,
apenas queda un ojo de buey
que mira sin ser visto.
¿Cómo será el dolor que no se grita?
¿Parecido a la ausencia de un destino?
VISITA AL MALECÓN
. . . . . . . . . . .II
Murallón con iglesia, con museo,
con estación de trenes, con viaductos,
con un canal cursor y parque aliado,
con necrópolis gris y carretera
partiendo de los muertos a los vivos.
Desde ojos de pelícano y sorpresa
no tengo más que contemplar rasante
la ciudad encallada como un barco.
HUNDIMIENTO
La boca que me ves
no da murmullos,
los ojos que te observan
se confunden,
la oreja que te escucha
no responde,
la nariz con que emerjo
no respira.
Todo está a punto de zozobra en tanto
sumerjas mi recuerdo
en el olvido.
LOS MÚSICOS
Cuatro o cinco tal vez
(algunos más acaso),
desprendidos del mástil que cedía,
flotaron hasta el centro de la plaza.
Cada uno le asignó causas disímiles
al portento de haber sobrevivido:
el guitarrista, por ejemplo, adujo
que su noble vihuela
no se llenó de mar;
el violinista defendió una teoría
casi imposible, el arco le sirvió de puente
entre la desesperación y tierra firme;
el bandoneonista aceptó haber recibido
(para aguantar)
el aire de su fuelle en los pulmones;
el hombre del teclado
dijo que lo rescataron dos canciones;
el de la quena en cambio,
alegó de la caña, obstinación
por volverse a acompañar al pueblo.
LOS POETAS
Eran los menos indicados
para salvarse
pero…
la casualidad vino a auxiliarlos
con un fuera de borda
tan frágil como soplo.
Los testigos directos
coinciden con las crónicas:
al pisar tierra firme
chorrearon de sus bocas
los versos más sublimes.
Eso sí, están desnudos,
mostrando a la intemperie
cuán pobres han quedado
con una idea atrás
y otra adelante.
Además,
hay quienes los acusan
de intentar el periplo por su cuenta.
* * *