Ana María del
Río:
"Tú
decías que ahora..."
Por Rodrigo
Pinto.
Publicado en suplemento El Sábado de El Mercurio. 8 de agosto de 2003.
Ana María del Río no publicaba obra alguna desde
1998. Cinco años de ausencia en un panorama literario que necesita
el aporte de una escritora como ella, dueña de un estilo propio
y sólida a la hora de proponer ficciones que abren mundos y
escapan ampliamente a la coloratura rosa de otras de
sus colegas escritoras, más prolíficas y menos consistentes.
Sus últimas obras fueron Desde la esfera media del aire
(1996), una de las pocas que aborda el 11 de septiembre como parte
de su argumento, y Gato por liebre (1998), una selección
de cuentos.
Tú decías que ahora..., editado por
Andrés Bello, es otra colección de cuentos, esta vez,
en general, muy breves; son 29 en total, distribuidos en menos de
200 páginas. Abarcan un larguísimo período creativo;
algunos datan de principios de la década de los ochenta y buena
parte del resto parece haber sido escrita recientemente, pero no dejan
notar el paso del tiempo ni rompen la voz inconfundible de la autora.
Los cuentos revisan el panorama de lo cotidiano en Chile, desde la
misa de once a un parto en una comisaría (cuento que, al comienzo,
se teme siniestro y que después deriva, en contraste del leguaje
utilizado, en un efecto de rara comicidad e incluso ternura); desde
los cafés con pierna (otro cuento notable, con diálogos
chispeantes y una historia que raya con lo inverosímil, pero
sale adelante de manera perfecta) hasta los maestros de la construcción;
desde el limón para el sarro en las teteras a la muy burguesa
constatación de que a los no pobres -por decirlo de alguna
manera- les gusta más el whisky.
Con todo, hay un cierto número de cuentos que atiende
más a lo extraña que puede ser la realidad o a los límites
de la fantasía. Con Ana María del Río hay que
evitar palabras como magia o maravilloso, degradadas por su vinculación
con corrientes literarias sumemente obsoletas. Y, sin embargo, en
algunos de sus cuentos, la flora desatada cubre los cielos u ocurren
cosas dignas de otro país narrativo. No hay que preocuparse,
pues no desentonan para nada: es aquí donde se manifiesta que
la literatura, la buena literatura, no necesita etiquetas ni someterse
a estilos para ser lo que es: otra manera de iluminar la realidad
desde el ámbito de la palabra.
Ana María del Rio destaca, una vez más,
en dos cosas: en el manejo de un lenguaje propio, atento a los ritmos,
a ratos febril, pero siempre adecuado a la historia que va narrando;
y en la creación de personajes creíbles, que en pocas
líneas o pocas páginas se revelan, se muestran, se la
juegan, se incorporan a historias que tienen mucho que decirnos, que
hablan de este país cotidiano, que nos reflejan a ratos con
ironía, a ratos con cariño, y siempre con certeza.
Palabra
engrifada
Tu Decías
Que Ahora, de Ana María del Río.
Por Javier Edwards
Renard
Revista de Libros de El Mercurio. 23 de agosto 2003
Los textos de Ana María del Río tienen
siempre un pacto con el lenguaje que está por sobre cualquier
otro elemento del relato: trama, personajes, tiempo, atmósfera
o un decorado cualquiera. Contienen historias en las que la palabra
adquiere vida y ritmo propios, a veces
hipnóticos, con el poder de articular en la mente del lector
una imagen intensa - o varias- , con cuerpo, olor, sonido, una aparición
tridimensional que se mete y obliga a pensar, aun en aquellos casos
en que el objetivo final no esté del todo logrado y el cuento
o novela de que se trate se disuelva tras el potente artilugio verbal.
Quizás por ello - el tiempo enseña- sus obras deben
leerse con cuidado, más de una vez, para aquilatar bien la
entidad de su contenido, para diferenciar lo auténtico de lo
que es mero canto de sirena.
En Tú decías que ahora... se reúnen
29 textos breves escritos a lo largo de más de veinte años
- la mayoría de ellos ya publicados- , en los que el lector
puede apreciar, en toda su gama, las virtudes y vicios presentes en
la escritura de Ana María del Río. Cara y sello de la
misma moneda: la mirada de un lenguaje que inflama el objeto descrito;
los excesos de una palabra que quema trama y personajes. También,
una cierta debilidad en su manejo del género que deja a la
vista que la escritora necesita algo más que una pocas páginas
para entrar en materia y desplegar sus verdaderas aptitudes literarias.
Pero el lenguaje, si no está trabajado al máximo de
sus posibilidades, se engrifa, se infarta, pierde el norte y deja
al desnudo textos sin sustancia o con cierta inconsistencia en la
estrategia narrativa.
Esta colección deja gusto a poco y la idea de
que, salvo contados casos, los breves relatos que la componen - aunque
en condiciones de mostrar a Del Río como la autora potente
que ha llegado a ser- son textos de una escritura en proceso de maduración:
tramas con tópicos comunes, manidos; una mirada que no logra
articular una denuncia y se torna plañidera; exploraciones
de lo íntimo, de la sensibilidad que no llegan a cuajar del
todo. Y es que Tú decías que ahora... reúne
un buen número de historias que no hacen honor a la escritora
de Óxido de Carmen, Tiempo que ladra o A tango
abierto, novelas de menor o mayor aliento en las que aparece toda
su fuerza narrativa, esa que se sustenta en un manejo casi automático
de una palabra capaz de resaltar las virtudes de textos punzantes
y expresivos (Tiempo que ladra) u ocultar, convirtiendo en una gran
novela, una trama morosa (A tango abierto).
Hay en Tú decías que ahora... textos
abruptos, toscos, cursis, melodramáticos ("Bar",
"Radiaciones", "Matrioshka", "Parque");
se extraña el humor en estos cuentos. Pero, también,
en el medio de un libro con tantas muestras, uno se topa con relatos
que recogen las mejores aptitudes de la escritora: "Su-Misión"
(monólogo de una dueña de casa cuya excelencia estriba
en el contrapunto que marca el ritmo del lenguaje), "Ab(s)orto"
(relato que logra retener la atención remachando con un sorpresivo
y logrado desenlace), "Atentamente" (una carta precisa y
sutil que debe leerse con cuidado), o los relatos que han recibido
algún premio, no todos y, en especial, "Adviento"
con su logrado dejo costumbrista. Gusto a poco, entonces, que obliga
a esperar algo nuevo: una novela - que es el género que da
rienda suelta a los dones de la escritora- o una antología
con cuentos de "primera selección", como el vino,
con lo mejor de Ana María del Río.