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“Las estrellas son rostros indiferentes
a los rostros que dibujamos sobre ellas”
Presentación sobre “El movimiento de las estrellas fijas” de Juan Pablo Rodríguez.
Por Angélica Panes
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I
Tengo el gusto de ser una de las presentadoras del libro “El movimiento de las estrellas fijas” libro publicado por la naciente editorial Aparte en su colección Postal japonesa.
Este libro, desde su título y diseño de portada, nos insinúa un juego con el campo de la astronomía, de las teorías sobre el movimiento y la luz de los astros. Desde este punto de partida recuerdo aquello señalado en las leyes del movimiento por Isaac Newton cuando indica que “todos los objetos que se hallan naturalmente en reposo permanecen en reposo a no ser que una fuerza actué sobre ellos”. Si considero que la escritura yace en reposo en alguna parte, me pregunto, entonces, ¿Qué fuerza pone en movimiento eso/ esto que llamamos poema?
El primer poema indica una lluvia (la experiencia) que borronea los patrones de escritura iniciales. El poema avanza, se transfigura en camino, en mar, en tiempo donde se mapean marcas o puntos que insinúan respuestas.
II
Se va dibujando un código estelar encriptado ¿Qué dice el dibujo de las estrellas en el cielo?, ¿Qué leen los navegantes en ellas? ¿Qué alcanzamos a leer/ver nosotros en estos poemas? Porque se consigna solo la lectura. Nada se dice de lo realmente leído y que bien podría ser una premonición o un recuerdo o simples piedras cargadas de sentido como leves residuos de una belleza estelar.
III
Belleza, ya lo dijo S. Hawking, en el inicio de su libro Brevísima historia del tiempo “Vivimos en un universo extraño y maravilloso. Se necesita una extraordinaria imaginación para poder apreciar su edad, tamaño, violencia o incluso su belleza”. La violencia de los planetas y estrellas abriéndose paso en orbitas elípticas, en medio de eso que llamamos universo. La belleza y violencia de las palabras abriéndose pasó por entre los poemas hasta construir constelaciones increíbles que sirven para seguir una ruta entre movimiento y detención, entre luz y oscuridad, entre silencio y ruido, entre ruido y luz. Luz y movimiento.
IV
Figuras construidas sobre contradicción. Enseño: antítesis. Ejemplifico: movimiento de lo fijo. Figuras construidas sobre traslación de sentidos. Vuelvo a enseñar: sinestesia. Vuelvo a ejemplificar: ver con la voz. Enfatizo: ver con la voz. Ejercicio que nos impone el poema. Pronunciar para ver ¿para ver qué?
V
El poema como una teoría, un modelo, que a decir de los científicos, “solo existe en nuestras mentes y no tiene realidad (sea lo que sea que eso signifique) fuera de ella”. Entonces todo nos aferramos, insistimos y nos intentamos conformar con, cito: “la ilusión de un lenguaje privado que se abre.” Lenguaje que con su filo abre zangas que se vuelven riberas contrarias de una misma cuestión: “vemos lo que queremos ver”.
VI
Cierro estas reflexiones, sobre “El movimiento de las estrellas fijas” trazando una nueva constelación entre este libro y otro que habla de luz y movimiento, de incertidumbres y certezas, me refiero a la obra Molly Swenny, del escritor irlandés Brian Friel para ejemplificar estas riberas contrarias. En uno de sus parlamentos Molly la protagonista una mujer ciega desde guagua decide operarse para ver y luego de experimentar otra forma de captar su entorno, dice “Cada luz ardía. Cada forma era una aparición un espectro que aparecía de repente de la nada y te desafiaba. (…) Y cada movimiento era inesperado, de alguna manera amenazante. Incluso los súbitos gorriones en el jardín parecían agresivos, peligrosos”. Con esto dibujo mi propia constelación, donde prima el arbitrio de los sentidos, veo lo que quiero ver, veo con lo que quiero ver y escribo/lenguajeo las circunstancias y lugares; las cosas y los seres que las habitan cuando “las estrellas fijas se movieron/no sin antes fingir un idioma/y hacerlo crujir en otro”.
VII
Muchas gracias.