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Barr(i)o sin cosmética,
notas sobre Barro de Angélica Panes
Por Nicolás Meneses
http://lacallepassy061.blogspot.cl/
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1. El barro puede ser producto inmediato de las inclemencias del tiempo, específicamente de la mezcla de lluvia y tierra en baldíos que convierte la superficie en un terreno inestable. Pero también puede derivar de un simple riego vespertino, el desbordamiento de un canal, río, afluente cercano. Desde ahí este libro monta una pre-ingeniería del paisaje, trazado y tarjado que desborda la infancia. En ese suelo una niña tropieza, se adhiere y al levantarse, resbala.
2. No hablo de inocencia, ni nostalgia, sino de la capacidad de sobreponerse a las condiciones climáticas, de ingresar al mundo adulto y lograr reconectarse con ese ser prístino, que elude el sopor de la disciplina y no le da importancia a la suciedad ni las magulladuras.
3. La visión es nítida: Se efectúa cuando el temporal o la llovizna ya hizo sus estragos. Apenas sale el sol se cuelgan las mismas heridas en el patio de la casa. Destilar que transcurre sobre las pisadas marcadas por el calzado, las huellas del paso de un transeúnte o vecino. En el deambular de ese diaporama los ojos están constantemente inquietos, el escenario parece triste al comprobar cómo la basura y el agua ponen en conflicto la tranquilidad de un lugar precarizado y frágil.
4. La visión de a poco se empaña, se opaca en el contacto directo con esa destilación de escenarios húmedos, en permanente ebullición y condensación. La plasticidad de las imágenes evoca momentos familiares, despierta la memoria olfativa, una que remoza de vitalidad los recuerdos, a veces lacónicos, en la apertura que se pacta a partir de esa zanja de olores y matices que impregnan la piel y empujan a cavar más hondo en la sorpresa.
5. Poesía a la intemperie, casi relato de un tiempo en que la cerámica no adosaba los patios e interiores con su ilusión de modernidad y limpieza. Pisos de casas de barrio en la época en que la paranoia era un mal menor, como el de caminar sola en una calle a oscuras, apenas amparada por la luz de un poste que desaparece al pasar bajo los árboles, ciruelos encorvados y plomizos.
6. Amparado en maniobras de sinestesia es que este poemario nos embarca en sus aguas. Al mismo tiempo ese ejercicio nos refriega el vértigo del deterioro, del paso del tiempo. Hablo sobre todo de la podredumbre, el óxido, el pasto mojado y la lavaza que desprende tacto de álbum familiar, de niñez patipelada, de paseos incansables.
7. El civilizado miedo a mojarse o ensuciarse desaparece, dando paso a la exploración de los espacios personales, tales como el juego, mil maneras de capear el calor o soportar el frío.
8. Los deberes domésticos se toman como intersticios, oportunidades para aprovechar de explorar los espacios habilitados por la temperatura, determinantes de costumbres de convivencia barrial como compartir la frescura de una fuente de soda, el chorro potente de un grifo, la sombra y propiedad de las veredas, la distención de beber y dormir en las plazas.
9. Leer Barro es un poco dejar irse en una barca que opone su volatilidad a la aspereza del concreto insufrible que ahoga la urbe.
10. Amago de geografía y viaje mediado por el deterioro de los objetos, la música estridente, la visión compacta, que deriva en momentos vitrificados en la memoria, proponiendo el ejercicio de lectura como un desempañar de cristales.
11. Barro es un carnaval entre pasajes y un contundente ejercicio de bricolaje sensorial. La posibilidad de rehabitar espacios públicos y volver a encontrarse con el otro.
Nicolás Meneses (Buin, 1992) Estudiante de Pedagogía en Castellano (UMCE). Obtuvo una Beca de Creación del Fondo del Libro (2015). Aparece en las antologías Al pulso de la Letra (2013) y Halo, 19 poetas chilenos nacidos en los 90 (2014).