Paisaje de sal de Marialuz Albuja Bayas
Por Augusto Rodríguez*
Antes de conocer personalmente a la poeta Marialuz Albuja Bayas (Quito, 1972) conocí primero su poesía. Sus anteriores libros como Las naranjas y el mar (1997) o Llevo de la luna un rayo (1999). Su último libro publicado La pendiente imposible (2008). Y por supuesto Paisaje de sal (2003), libro que hoy nos convoca a esta cita literaria con la poeta Albuja Bayas y su palabra. Y que por primera vez se presenta en la ciudad de Guayaquil. Como he mencionado anteriormente he podido conocer con anterioridad los trabajos poéticos de la poeta Marialuz Albuja Bayas y por eso puedo afirmar que ella es una de las poetas más valiosas de su generación y más puras (me sumo a las palabras del escritor Abdón Ubidia que escribe algunas líneas en la contraportada de este libro). Sus libros son un peregrinaje a la luz, a los colores, al arco iris, a la fugacidad del tiempo, a las tinieblas de la palabra y de la vida. Sus poemas tienen la sencillez de la buena poesía y una gran belleza.
La poeta sabe construir mundos simbólicos y que no sean tan sólo castillos de arena o de papel; ella sabe y conoce su oficio. Lo escribe con nervios, con solidez, con imaginación, con conocimiento de lo que escribe y se aventura a profundizar lo que nadie ve del otro lado del espejo, la naturaleza o los demonios que nos habitan. Leamos como ejemplo el fragmento V del segmento Cuerpo desterrado:
Perdí tus huellas antes de nacer.
Aún no sentía la tibieza de la luz
no conocía el paso breve del instante
pero te había ya perdido
y era tarde.
Paisaje de sal es un poemario que está dividido en cinco segmentos que nos hablan del mar, los cuerpos, la palabra (lo fugaz y lo etéreo que se esfuman de nuestras manos a la velocidad de los minutos y del rayo). El cuerpo amado y ausente. Los rasgos del fuego y del sexo. La arena y el amor como testigos del mundo y de la muerte. El amor y sus conflictos eternos. Ahora leamos el fragmento IX del mismo segmento mencionado:
Veré a la serpiente salir de mi boca.
Me agarraré de su piel
hasta ver en sus curvas mi cuerpo.
Saldrá nuevamente
brillante
sedosa.
Prometo. La haré regresar.
La voz poética entabla un diálogo con la palabra y con el cuerpo. La palabra es cuerpo, es carne que habita entre los labios, el oxígeno y el corazón. Es el cuerpo inhabitable del hombre y de la mujer. La reflexión. La poeta conversa, desafía al lenguaje y a la poesía. Leamos el fragmento VII del segmento Palabra en mi cuerpo:
No puedo cerrarle el paso a la poesía.
Hoy llega entre los matorrales
camuflada por las vetas del poniente.
Después de su llegada
ya nada podré decir.
En la última parte de este libro, la voz poética entona la canción por los que ya no están. El libro está dedicado a una amiga ausente que se fue sin no regresar a la vida, en una travesura que tan solo sabe la autora y su amiga veloz. Para finalizar este breve recorrido por la poesía de Marialuz Albuja Bayas, los dejo con un poema de la sección final del libro, Caminos de tierra:
Guiada por el viento llegaré.
Podré tocar las máscaras
que el tiempo labra en las ventanas.
Veré la tierra convertida en cuna
en religión
en mirador hacia la estrella más lejana.
Guiada por el viento
y por sus voces
habré de recobrar mi casa.
* * *
*Augusto Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979) Periodista, editor, poeta, escritor y catedrático. Ha publicado siete poemarios. Sus poemas han sido traducidos al inglés, al francés, al portugués, al catalán y al árabe. Integrante del grupo cultural Buseta de papel. Editor de la revista literaria El Quirófano y de El Quirófano Ediciones.