Construcción del vacío de Juan Secaira
Por Augusto Rodríguez
Construcción del vacío de Juan Secaira (Quito, 1971) es un poemario breve que se sustenta en varias voces poéticas que se cruzan y que nos anuncian diferentes discursos sobre nuestra condición humana. Voces que 
cuestionan la fugacidad del tiempo, el vacío, la presencia de Dios, la libertad creadora, la poesía, la muerte, la existencia etérea y cotidiana. Pero eso sí, hay una voz poética central que revisa y enumera, que pasa su mirada por breves pasajes de la naturaleza, el amor, la soledad irremediable, que descubre y afirma lo perecedero de la vida y nos da múltiples visiones como el poema Ahí:
Cuando acabe la penitencia
de respirar este aire
y vea lo caminado
desde el ángulo anverso
enrollado y silencioso.
Ahí, el rumor de tu voz
mezclándose entre las olas saladas
llegará firme a su destino.
Ahí, sin el ropaje de la decencia
ni la máscara anodina,
te escucharé por fin sin el rumor de la masa
martillando armónicamente mi cerebro.
Ahí, en la transparencia sutil de la parca,
forzosamente te escucharé,
mas, tus palabras caerán en el abismo,
rugido mudo, estéril, cansino.
Después el oro de tu piel se iluminará
y la furia vencerá tu calma,
el rugido se desvanecerá en los bordes del averno
y la razón te poseerá: inútil, inútil, pensarás,
como cuando vivimos (¿compartimos?) unidos
¿para qué molestarse en un destino sin principio ni
raíz?
Mientras tanto yo, ya desvestido de la mugre que me
asfixiaba
y afeitado de los defectos y del miedo,
me baño en esta agua negra y candente y, por
primera vez,
sonrío.
La voz poética principal va lentamente desentrañando un discurso que lo proteja, que lo afirme, que lo sujete ante las adversidades, el dolor y lo banal. Va cuestionándose y va buscando el contacto con el placer pero no de una manera liberadora (sino casi a la defensiva) como si con el sexo, el amor; el alma y el cuerpo se desprotegieran de su armadura de carne y hueso. Leamos el poema Anónima:
Tu mirada se aferra cautiva
atroz, lúbrica.
Tus manos palpan y asienten
mientras el falo despierta.
Miro tu rostro de efigie, cruel y concentrado,
los segundos se congelan
el néctar líquido fluye en espasmos.
Se apaga la lumbre,
el duelo ha terminado.
Eros ronda travieso, dichoso.
El círculo se cierra
y aún no sé tu nombre.
La voz poética principal (junto a las demás voces) sigue construyendo el vacío con una lentitud y precisión digna del mejor cirujano de la palabra. A la par de esta mirada principal escudriñadora se suma varias voces que tienden a desmitificar y agregar dosis interesantes de humor y ciertos sarcasmos como el poema De rodillas:
Vuela el dios
de la amargura,
llevando en su ser
la miseria instituida.
Inmisericorde (y sonreído) la riega
en las pústulas grises, pétreas, viscerales,
que ciegas y devotas se inclinan,
y le creen.
La voz poética también se da tiempo para ahondar en el erotismo, en el sexo y en darnos algunas imágenes de la ciudad que lo agobia; como por ejemplo tenemos el poema denominado Prohibida:
El rumor de la ciudad opaca la conversación; cansados ya de la misma piel, de la rutina de días grises, nos avecinamos a otra aventura, a la sensación de dos cuerpos fundidos, escindidos como gemelos de placer auto complaciente. Después de la lucha espermática, otro ambiente nos cobija, y separa nuestra amistad; tigres de jaulas distintas unidos por la circunstancia y el hastío. Imposible vernos a los ojos; posibles, sí, los duelos desnudos e inhiestos. Una vez por semana tu vulva engulle, crece y se desahoga. Enterrado en cada embestida nuestros nombres y, como el camaleón, tomando colores diversos, a la luz del golpeteo frenético del falo en ebullición.
Podría seguir pero de esta forma quisiera cerrar este breve viaje por la interesante poesía de Construcción del vacío. Poesía que nos llena y nos reconforta. Poesía para ser leída y releída. Este es el primer poemario de su autor, pero seguiremos atentos a sus siguientes pasos literarios/ poéticos. Desde ya nos enfrentamos a un autor que tiene bases, conocimientos y la fortaleza suficiente para seguir creciendo junto a su palabra poética. Salud por este nuevo libro de Juan Secaira. Muchas gracias.
