Freddy Ayala Plazarte (Latacunga, 1983)
VI
Conspira la geisha
ardida como una idea panteísta
por la cíclica cantera de seres mortales
hace parir su noche en la cofia del desierto
el ángel gregario de astronomías
adormece su espejismo
Su cuerpo es una vereda de salamandras
con el polvo de la viga derrama su pasado
lleva mucho tiempo en la garganta del mar
tragada por su leproso destino
en su espinosa yema almacena el olfato
de un desterrado brahmán
llora por la boca de los muertos
se deja mutar en la arcilla
Congelada de temores
escucha chocar su dentadura
-completamente hundida-
se aplasta en la lengua el alba
y come-las-vertientes-de-mi-corazón
Dina Bellrham (Milagro, 1984)
Lisis
Quisiera que sientas
el dolor en las ramas,
el hambre del tren a su paso,
el grito de la niña
cuando viola sus muñecas.
Abrir las piernas
es tan siniestro
como crear bocas en mis manos.
Es lastimero esto de esperarte
D i s p e r s a
para dormir enredada en los árboles.
A veces soy el florero de todas las salas
alojando dientes en tus costillas.
Qué bueno es esto
de abandonar los ojos en el baño.
Ernesto Intriago (Manta, 1986)
El muchacho
Tiene manos cortas para alcanzar lo suficiente
pies chicos para pisar lo necesario
el muchacho que abraza este poema
no roza siquiera su propia sombra
no sabe de pasados ni de mañanas
el muchacho que vive en este poema
es un día sin claros tardes sin oscuros
el muchacho que mira este poema
se avergüenza de todo cuanto ve
finge ser indiferente cuando llora
habla enmudeciendo su ira
el muchacho que llora en este poema
ríe burlándose del asco
el muchacho que ronda estas letras
vigila como un dios mi desagravio.
Edison Lasso Rocha (Piñas - El Oro, 1977)
La ciudad
Nos dejó construirnos en voz baja
(para no despertarnos)
y con precaución
integró la esquizofrenia con los laberintos
hasta precipitarse el carbón
que respiramos varias veces
pues es lo único que sirve aquí
y al final, sólo al final
Descubrimos nuestras manos tristes
María de los Ángeles Martínez (Cuenca, 1980)
Advertencia
Los ojos se cansaron
de arder,
pero todavía arden:
de llanto,
de furia,de vacío.
Oye príncipe azul:
las princesas
se cortaron las venas
con lo que hallaron.
Una se ha abierto
la yugular
sin ningún glamour,
con un triste
tenedor de avión,
¡Todas las princesas
que me habitaban!
¡Todas!
Ana Minga (Loja, 1983)
XVI
El día que comenzaste a quedar en silencio
mi padre en el cartón de su ropa
traía el aliento de los amantes enterrados.
Callada supe
cómo el fémur crujía debajo de las hojas.
Este mes
ese padre mío dejará a los de Sumpa
saldrá de la llaga
bajo el brazo llevará sus restos
mientras yo por las calles
llevaré a tu hijo en el cerebro.
Rocío Soria (Quito, 1979)
Él (11)
Seres inanimados pueblan su cuerpo por dentro
está hecho de miles de ellos
está hecho de las repeticiones de sus propios gestos y lloros
tantos que le es imposible encontrarse la cara con la mano y secarse
los ojos.
Seres inanimados pueblan su costumbre,
tiene espejos atravesándole la columna vertebral,
se apoya pero no lo lamenta,
se acarrea en su soledad sórdida
de un lado hacia otro
con una inexplicable picazón en las ventanas.
Una canción oscura vive en el fondo de sus ojos,
como terminando de alucinarcon
el ángulo homicida empotrado
en alguno de sus enfisemas.
Ha olvidado abierto uno de los cajones dentro de su cabeza,
y es como si una fruta rodara para perderse
debajo de algún sillón.
Y ningún ángel le guardara fidelidad.
Tyrone Maridueña (Guayaquil, 1986)
Nacimiento
Escapar de los sordos abismos de la palabra
es un movimiento que pertenece a los niños
Es crear algo más fuerte que la muerte o el amor
Es la transformación de la ciencia o de lo existente
en algo más elevado;
Todo será expulsado de nuestra piel y quedaremos sonrientes ante el último
nacimiento
seguro las personas que mueran después
podrán escribir con su mano izquierda
-sólo después de cortarse la lengua. Por respeto
su nombre en el sagrado libro de los locos
y entrar a nuestra guarida de lobos y vírgenes azules.