A modo de pequeñas catarsis son enrolados los versos que Pilar González Langlois nos lanza desde su individualidad lacerada y nebulosa: la niña que fue se ha transformado a la larga en su propia metáfora, dotada de un sentimiento hostil contra lo cotidiano pero que deviene en esperanza y sublimación y al parecer la suerte le es favorable cuando confiesa que conoce “el lugar exacto del olvido”; no en vano hay una definición de maldad apreciada y percibida desde la infancia, una “maldad inconteniblemente ingenua” y “amontonada de sueños”: de tal suerte es presentado el terrible oxímoron, la circunstancia onírica que no es tal cuando la sobrepasa la razón.
En todo caso, en estas líneas “la normalidad no es lo usual”, como si por mera diversión constatáramos que lo normal es aquello que ocurre muy de vez en cuando, es decir, se insinúa una teoría del absurdo y sus consiguientes consecuencias.
A ratos sombría, otras veces punzante –pero animada siempre por el fervor y las ansias de visibilidad– esta autora se las ingenia lúcidamente para plasmar su testimonio que va más allá de lo literario, en esta pequeña obra de título en apariencia cándido y sutil (...) No obstante, el lector atento descubre en Los árboles mojan a la gente, de Pilar González Langlois, un espíritu de lo femenino vertido sin adornos, al borde de la majestuosidad o el delirio y por lo mismo cargado de luces y posibilidades, como en las páginas de María Luisa Bombal en las que se entremezclan la fantasía y lo corpóreo, la irrealidad y los deseos.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com LOS ÁRBOLES MOJAN A LA GENTE
de Pilar González Langlois
(Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile 2024)
Por Américo Reyes Vera