Este es el primer intento serio del director español por encauzar en un guion bien estructurado las excentricidades que serán marca de su cine. Y la apuesta le ha resultado de maravillas.
Si bien hay innumerables toques de humor, esta historia se enmarca dentro de una tragedia de corte feminista.
Es la historia de una mujer que subsiste a duras penas haciendo trabajos como asistenta en casas ajenas. Está casada con un taxista medio fascista y bueno para nada que nunca trae dinero al hogar.
La cinta inicia con una obertura circense que nos invita a un viaje felliniano. Unos personajes estrambóticos habitan esos gigantescos edificios viejos de Madrid, se respira la miseria.
Gloria es un personaje no tan querible, se la pasa trabajando y es adicta a las anfetaminas. La actriz Carmen Maura sostiene en todo momento el relato, mientras se interrelaciona con un hijo traficante, la suegra diabética que come puras magdalenas y unos vecinos muy peculiares.
Las interrelaciones entre estos personajes están bien urdidas, aunque subsiste el abuso del director por los gags cómicos que enredan la historia más allá de la cuenta.
La precariedad económica cruza todo el metraje y Gloria (la protagonista de la cinta de Sebastián Lelio -también llamada Gloria- es más de clase media, pero hay notables similitudes de edad y de lo frustrante que puede ser la vida de una mujer) deberá soportar los problemas de cada integrante de la familia y aguantar las rarezas de los vecinos.
Gloria reacciona instintivamente ante la agresión intrafamiliar y ese evento involucra a la policía. Las farmacias ya no le surten de anfetaminas y la familia saldrá huyendo fuera de esa tóxica comunidad.
La escena del balcón, con Gloria angustiada y sin propósito vital, realmente anuda la garganta del espectador. Carmen Maura personifica a una mujer ruda que parece preguntarse por qué le ha tocado tan duro en la vida, el título resume todo comentario.
Al final habrá un giro inesperado, que inyecta algo de esperanza. Pero la vida de esta mujer es una lucha constante contra la adversidad, sumida en un mundo machista que la ahoga a cada segundo.
Almodóvar no utiliza los colores habituales, es una cinta más gris y más cruda. El humor es ahogado por la realidad y el director se pone en los zapatos de estas mujeres abnegadas.
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