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Aníbal Ricci Anduaga | Autores |












CRY MACHO (2021)
Dirigida por Clint Eastwood

Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado en Revista Occidente Nº 522, noviembre 2021



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No es una película de esta época, pero si leemos entre líneas este director nonagenario todavía tiene algo que contarnos. Clint tuvo que escarbar en una vieja novela y en un guion descartado para volver a rodar. Se podría decir que es el cierre de la trilogía de inmigrantes que inició con Gran Torino (2008) y continuó con La mula (2018).

Gran Torino es una de sus piezas de colección: un veterano de la guerra de Corea que le toca convivir con inmigrantes asiáticos. Walt Kowalski, un jubilado rudo, observador de los cambios demográficos, se humaniza al salvar a un muchacho de las pandillas de drogas. Es el viejo vaquero que da su vida por la sabia nueva. El final trágico no carente de humor, el héroe solitario amenazando con sus dedos a modo de pistola. Historia simple, bien narrada, sin escenas desperdiciadas.

La mula es el turno de Earl Stone, otro viejo poco simpático, sin sensibilidad alguna, ante la pérdida de su trabajo (por la modernidad de internet) no encuentra nada mejor que traficar drogas para cubrir la hipoteca. Película un peldaño más abajo que Gran Torino, pero que resulta fresca y nos lleva a conocer parajes de Estados Unidos al ritmo de Eastwood. Stone trabaja para narcotraficantes transportando sustancias ilegales y escoge rutas aleatorias (no es un hombre de estos tiempos) que hacen imposible el trabajo de los federales y de los propios mafiosos. Hay humor racial que desnuda al hombre americano que no empatiza con estos seres que le resultan ajenos. Pero hay humanidad: se trata de un hombre desempleado al que la tecnología dejó fuera del negocio de las flores. El guion tiene muchas fisuras, pero como siempre Eastwood se encarga de hacer entretenido el viaje con una manera de filmar muy clásica.

En Gran Torino el protagonista hacía justicia por mano propia, un héroe de tiempos pretéritos, y en La mula el temor a perder su hogar luego de toda una vida de trabajo lo obligan a operar abiertamente al margen de la ley, al principio por necesidad y luego casi por placer. Son dos visiones disímiles de los inmigrantes, en la primera los ayuda y en la segunda subsiste gracias a ellos, quizás los utiliza debido a que a su edad la moral resulta relativa.

Cry Macho es la más deficiente de la trilogía. El guion tiene vuelcos algo ridículos, pero nuevamente Clint sabe cómo contarnos la historia. Planos bien escogidos, mucha concisión en el relato. Los diálogos son a veces toscos, pero esa tosquedad es para demostrar al espectador que el personaje macho de sus películas de juventud, ya no tiene sentido en esta quizás su última película. Eastwood siempre tuvo ojo para filmar dramas, un ojo sensible, que en esta película opta decididamente por el melodrama esperanzador. Es como si el director dijera a su público que a estas alturas filmará lo que se le venga en ganas.

El argumento es sencillo: Mike Milo debe encontrar al hijo de un ranchero tejano y para ello debe viajar a México donde el muchacho vive con su madre. Poco importa que el chico tenga un gallo de pelea, es sólo la metáfora del hombre rudo con agallas, que para el muchacho sí tendrá mucho sentido.

Los tres papeles son protagonizados por el propio Clint Eastwood y en esta tercera estación hay una mayor comprensión por el mundo inmigrante, incluso se enamora de una hermosa viuda al ritmo de un bolero de Los Panchos. El hombre implacable que encarnó Eastwood a lo largo de su carrera ahora es seducido por una mujer que representa las tradiciones latinas y que es una mujer amorosa y comprensiva. Esta última mirada del director de tendencias republicanas viene a contradecir toda la indiferencia de su sector político por aquellos habitantes menospreciados.



En los viajes por los caminos solitarios de México, a este observador le pareció estar revisitando Paris, Texas (1984) del alemán Wim Wenders. Mike al igual que Travis (Harry Dean Stanton) va a dejar a un hijo esta vez con su padre (Travis se lo entregaba a la madre) y recorre caminos mientras se van conociendo uno al otro. Mike le enseñará a Rafo a montar y a ganarse la vida, en definitiva, le traspasará sus conocimientos a las nuevas generaciones, que es una manera mucho más empática que simplemente proteger a un joven de las pandillas locales (Gran Torino).

Comparte con la cinta de Wenders el hecho de que el protagonista es un cowboy urbano, que parte conduciendo una camioneta Chevrolet y se despide alejándose solitario por el camino. Las distintas escenas van transcurriendo tras pulsos de guitarra, una reminiscencia muy tejana en ambas películas.

Es cierto que Cry Macho es un melodrama dulzón, aunque recordemos que este director cumplió 91 años y posee una filmografía de casi cuarenta películas. Será la más floja de la trilogía, pero a su vez la más esperanzadora, una cinta que lo deja en paz incluso con sus propias sombras.

Al profundizar en su cine, Clint Eastwood sorprende con un puñado de películas: Honkytonk Man (1982), El jinete pálido (1985), Bird (1988), Cazador blanco, corazón negro (1990), Los imperdonables (1992), Un mundo perfecto (1993), Río místico (2003), Million Dollar Baby (2004), Gran Torino (2008), Invictus (2009) y El caso de Richard Jewell (2019). Son más de diez clásicos filmados con pulso firme, siempre con presupuestos ajustados, quizás un digno heredero del cine de John Ford.




 



 

 

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