Me fascinas, tu vientre me trastorna. Siento una promesa de vida, el proyecto del que me haces parte. Llevo años sembrando palabras que parecen hallar su lugar. La corrección de estilo responde a una edición acuciosa. Un edificio donde cada ladrillo justifica cada uno de mis actos. Retorcidos pasos que pretendían escapar de esta mujer. Madre ausente, emociones calibradas por ensayo y error, científicas de algún modo, pero alejadas del amor que siento por ti.
No creo en la predestinación, pero el libre albedrío asfixia. Elijo las drogas para huir de la psicosis. Antes borraba voces persecutorias, ahora el delirio no proviene del miedo a los otros, sino del terror a uno mismo. Admiro tu generosidad, por advertir la diferencia de un hombre a medio camino que intenta avanzar a ciegas. Elegir debiera convertirme en humano, aunque la libertad carezca de sentido. Existir tras el aborto de otra criatura inocula una culpa insana. No es disculpa, sino remordimiento ajeno. Una tristeza uterina que no soslayó con los años. Nunca quise ser vegetariano, imposición infantil prodigada por otro hombre atormentado. La madre no se perdonó, nunca pudo amarse lo suficiente. Incapaz de hacerse cargo de ella misma dejó vulnerar los derechos de sus hijos. Enlazó su vida con ese hombre triste, hijo único de una madre violentada por la familia. Tiempos de dictadura, los hermanos enarbolaron puestos militares para mal ejecutar una herencia. La dejaron caer en la pobreza, material claro está, pero sobre todo de afectos. El marido de esa madre falleció cuando el hijo único cumplía siete años y lo transformó en un ser resentido. Entrará en la tercera edad como un narcisista con Alzheimer, olvidando su falta de empatía con los hijos y con todo ser humano que pudiera superarlo. La herencia no era nada despreciable, aunque insuficiente para sobresalir en el país conservador que condensaron las fuerzas armadas. Familia y patrimonio debían ser numerosos, pero la ley de los grandes números lo impregnó de indiferencia. Una casa a medio construir, la mitad de una casona colonial con terminaciones de segunda. Alta y fría como aquel hombre que obligó a abortar a una mujer. Bella, pero maltratada por su hermana única. De carácter débil, caldo de cultivo para ser esclavizada por ideas delirantes. Las vacunas son antinaturales y los antibióticos bajan las defensas del organismo. La aspirina es peligrosa porque baja la fiebre abruptamente y ese calor es necesario para reformular las ideas de un cerebro. No quiero ser narcisista como mi padre, eres la que hace planes conmigo. Amo de forma irracional y este no es más fuerte cuando se pasa cuatro pueblos. El que me cobijes en tus sueños no me da derecho a sentirme satisfecho. Deseo que también me quieras de manera irracional y tu humanidad conmueve. Amas con sabiduría, una rareza hasta para Nietzsche. Las montañas no son un lugar para los débiles, surge el terror a perder la cordura. La droga despierta a un monstruo sin afectos que en algún lugar perdió la moral. La inteligencia no es suficiente, requiere un poco de afecto. Ya sea que el cariño se construya a partir del respeto, el amor debiera sublimarlo. La moral nos hace humanos, no tanto el libre albedrío. Soy un monstruo narcisista. Mi padre eligió a una mujer para moldear. Su versión de Pigmalión era esclavizarla para impedir su escape. Capturada por el escultor le impuso sus ideas como superiores. Asumiendo que el mundo debía ser conquistado, consideró a su creación una mujer objeto de ideas vulnerables. La verdad se sostiene por sí sola y la falsedad hay que impostarla. Engendró a este hombre inconcluso arrojado con furia al espacio exterior. Frío y oculto en su intelecto, debió aprender a generar emociones. No fueron del todo genuinas en su infancia que traslucía anhelos cinematográficos. Fuera de su alcance aprendió a imitarlas mientras las drogas las complejizaron. Incontrolables en toda su amplitud, enamorarse le pareció una cosa curiosa que bombardeaba su cerebro. Pero este hijo que se crio al alero del fanatismo también detectó algo que nunca le fue insuflado. No había pegamento que mantuviera a su familia en órbita. Carecían de algo fundamental que ese hijo aprendió a detectar en sus parejas. No quiero ser un narcisista, acabo de dimensionar el daño y espero que no sea tarde. Las drogas me salvaron del suicidio, pero este sistema nervioso ha sido abusado. Ya no responde y con cada inhalada he perdido el sentido. La moral extraviada me llevó a tus pies, pero el amor me vuelve un ser moral y quiero cuidarte. No es sentido de pertenencia, tus caderas me embrujan. Es tu amor. Besar tu pecho, cada tatuaje tuyo existió en una vida anterior. Tú no eres mi madre, no busco una mujer para avasallar. La inteligencia es tu debilidad, analizas todas las aristas y mis actos son bizarros. Son la manera más torpe de pedirte que seas mi esposa. Alejarte porque me asustas es lo más estúpido que ha elaborado mi cerebro. Percibo el amor como una carencia y me obsequias belleza. Amor del más espiritual y estético. He bebido demasiado buscándote, soy celoso y sufro crisis de pánico. La realidad me supera y necesito refugiarme en el pasado. Uno de excesos con anhelos por conquistar el futuro. Amo tu inteligencia de sueños. De querer encontrar un sentido a este largo viaje. Armando un plan de vida para compartir los años por delante. Escribo estas palabras porque soy inútil para generar riqueza. No tengo capacidad para imaginar estabilidad material. Me abrazas y de improviso recupero el dinero que he despilfarrado. Te destruí con mis excesos y debo pagar tu terapia. Dejaré las drogas porque tu amor es moral. Destruye todo lo malo que he sido capaz de albergar. La medicina de Edison nunca pudo inventar cordura. La electricidad dispersó el orden de los eventos, pero no doblegó mi espíritu de búsqueda. El detector de amor nunca fue violado. No quiero que el padre siga destruyéndome. Aprenderé a valorar la restricción para obsequiar lo poco que tengo. Haces maravillas con el dinero, le das sentido y quiero ayudarte a salir de este trance que antes hemos visitado. La falsedad sostiene una lista interminable de mentiras y tú eres mi verdad. Confesé algo espantoso y escribo estas palabras para que me perdones. Intelecto que con una sonrisa tuya se contagia de amor. Hace que todo sea real e incapaz de comprender. Te amo con la poca moral que resta. El miedo permite que sobreviva, pero no puede ser a toda costa. No quiero morir, pero ese miedo lo haces moral. Estás dividida en muchas partes y sólo quiero ser ese pegamento. Yo soy amor, dice la terapeuta holística. Empiezo a creerlo porque tú me has convencido. Te siento sexual, de una sensualidad que hará que el tiempo se detenga. Tu regalo es el presente, sentirme amado, el infinito del aquí y ahora. El mundo ha ido mutando y ahora puedo reflejarme en los que me rodean. Acepto a tus otros y espero que aceptes los míos. Tu vientre fecundo me hace llegar a un éxtasis orgásmico. El sexo sublime de mi cumpleaños. Peligroso como un agujero negro. Una pequeña muerte de complicidad de todas esas cosas sin develar. Silencio que enamora, pero el día anterior era antimateria. Soy un alma que conoce esta oscura habitación y tu ausencia atormenta con deseos de maldad.
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Por Aníbal Ricci Anduaga