Me arrepiento de muchas cosas, de no haber tenido el temple suficiente para superar contratiempos, de acudir a las drogas. No encontré otra salida, lo hice para comprender a otro ser humano. Superé la depresión paralizante de convertirme en un autómata. Encendí la radio y la música detuvo el tiempo. Asistí a la primera función del Centro Arte Alameda, ahora que ha vuelto a su ubicación original al lado de la Plaza Italia. Claro que ya no se llama así, sino Plaza Dignidad, el primer corte de cinta de la máxima autoridad en su segundo período de gobierno. El centro cultural se adjudicó unos fondos concursables en memoria de las ruinas del antiguo régimen. En su frontis descubren un monolito que contiene la bomba lacrimógena original lanzada por el infame uniformado que ahora milita en las filas narcoterroristas, luego de ser expulsado de la institución que ahora integran mujeres en el trabajo de campo, de acuerdo con las nuevas políticas de perspectiva de género, relegando a los hombres a labores de escritorio. Maracas de Chile, es el nombre de la nueva institución y su lema es «Maracas, pero nunca pacas». La película es un homenaje sarcástico a esta nueva cultura imperante, que el director canadiense Denys Arcand estrenara con escaso éxito en la década pasada. Soy escritor y encuentro que el gobierno se fue al chancho con poner videojuegos en las bibliotecas, reciclando los antiguos libros para que no contaminen el planeta. «Testament» es una cinta que criticaba estos nuevos tiempos que estamos viviendo y es obvio que las autoridades no entendieron la ironía de esa vieja obra filmada en dos dimensiones. Este centro cultural fue quemado durante el estallido social que dio origen al desbande de la delincuencia, a tal extremo que la máxima autoridad fue elegida gracias a la millonaria campaña publicitaria del Tren de Aragua. El cóctel posterior a la función consistió en palitos de zanahoria y apio untados en una salsa de humus. No se ofreció alcohol, pero los funcionarios de gobierno van con los ojos inyectados por alguna sustancia. En alguna parte el protagonista dice que los seres humanos dejan huellas… fotografías, wasaps, testamentos, videos y todo lo dejan registrado en celulares y ordenadores. La tecla suprimir es inútil, la tecnología lo recuerda todo y esas estelas son redundantes hasta la saciedad. Me invitaron al evento porque hace cinco años escribí una crónica de un escritor ficticio que en el fondo era yo. El relato se esparció por redes sociales y llegó a oídos del ministerio de las culturas. Acelero, la cocaína me espabila y ya no quiero suicidarme. No hay pecado más imperdonable que no haber sentido amor. Uno puede vivir aislado como un monje, pero siempre es mejor morir con las botas puestas. La anécdota era una suprema idiotez, el escritor tambaleándose por el barrio de Diez de Julio y teniendo sexo con una travesti muy bien dotada. Todo transcurría de madrugada iluminado por los focos del alumbrado público. Ninguno andaba con condones, aunque en la cuneta había varios usados. Los protagonistas del cuento se masturbaron y el semen acabó sobre la acera. Anaís lo invitó al interior de un kiosco de diarios, cuya puerta había sido forzada durante la noche. Un transeúnte grabó la escena con un teléfono a través de un orificio lateral. Yo encontré entretenida la historia y le metí un montón de color. Estoy algo desquiciado y vivo de una pensión que he logrado reducir con los años. Cuando lo escribí la máxima autoridad se llamaba presidente y estaba en su último año de gobierno. El dictador Maduro no pensaba entregar el poder en Venezuela y los comunistas de este país proclamaban que era el gran estadista del sueño bolivariano. Resultaba bien estúpido que fueran coalición con el partido del presidente, pero habían convencido a esos viejos retrógrados de las nuevas políticas de adecuación de género, todo con perspectiva de género claro está. Toda esa atmósfera enrarecida manejada desde las redes sociales carecía de sentido, tal como mostraba el cineasta canadiense. Después de años eres mi precipicio, la altura para lanzarse al vacío. Esos años horribles me los cuentas al interior del kiosco y de verdad estás exquisita. Ni un solo minuto de paz, sólo sufrimiento, me contaste tu vida. La siguiente hora transcurrió en la más completa normalidad, pero días después la crónica circulaba en internet y al parecer el ojo espía dueño del celular también leyó el escrito. Se publicó una grabación bastante porno y la prensa de farándula entrevistó a la travesti, insisto, sus tetas operadas eran preciosas. Las drogas son una jaula y la salvación. Debo huir mientras tú trabajas hasta la extenuación. Llenando vacíos, intentando dar sentido a la existencia. Mentiras que se articulan para no hacer daño. Anaís, en un punto de la entrevista y con su vestido diminuto, alega de que el barrio rojo debiera tener expendedores de condones, es un derecho que se han ganado. Intervino el ministerio de las culturas, todo esto es muy bizarro, lo único auténtico es la portavoz del mensaje. Representa a una minoría sexual más real que todas esas tonterías de la igualdad de género. El presidente estaba por el suelo en las encuestas y vio en esta lucha una forma de desmarcarse del problema de sus socios con el dictador Maduro. Utilizó a la alcaldesa de ese partido y así como alguna vez hubo botones de pánico en las esquinas, en forma muy ejecutiva mandaron a instalar los expendedores de condones. Yo mandé el cuento al concurso literario de esa comuna y obtuve el primer lugar. Era un escritor desconocido y de un día para otro la Editorial Tusquets, la misma de Camila Sosa Villada, me ofreció publicar una de mis antiguas novelas. Se vendió como pan caliente en todas las librerías y yo utilicé la estrategia inversa a la escritora travesti, simplemente jamás di una entrevista. Dejé que se escribiera cuanta insensatez soportaran las revistas y los medios. Ahora no deseo acudir a los mismos moteles, aunque los lugares siempre pueden resignificarse. La última carrera es la que vale, las zancadas son más firmes y besarte es cada vez más hermoso. En su segundo mandato la máxima autoridad proscribió los libros, pero siempre supe que mis palabras carecían de importancia. La foto con Anaís nos hizo famosos y a veces nos reunimos en algún restorán de moda. Ser miembro del ministerio de las culturas no es cualquier cosa, represento a las minorías en la sección de artes extinguidas, todo esto sucede en este país sin memoria, pero esa instantánea permanece en cada uno de los dispositivos inteligentes. El espacio deja de estar vacío, la piel se confunde con la tuya. Quiero que te hagas los exámenes. Morir no será más que un futuro inexistente. Somos presente y cenamos muy lejos de la familia. Huyendo de gritos e incomprensiones. Saboreando un ceviche de zetas y esos batidos de pomelo con betarraga. A este gobierno le ha dado con prohibir el alcohol en las ceremonias y como autoridades debemos ponernos a tono con los nuevos platos veganos. Esos secretos inconfesables y los dolores del alma. El cuerpo no tiene que sufrir y el perdón es el único camino. Este transitar para dejar huella, ese funeral que nos espera al final. Despedirnos cuando nuestras vidas han sido incomprendidas, de los horrores del pasado ya nadie se acuerda. Vivo hasta quedarme seco, esperando renacer ante tus ojos luego de cada desaparición. La velada va genial, la tempura de berenjenas acompañada de unas papas rústicas. En una hora llegará el nuevo año, los besos han preparado los fuegos de artificio. Se ha hecho eterno lidiar con el infierno, un año temible para las emociones. Deseo escapar de la cocaína y administrar mejor el dinero. Un mantel largo oculta nuestros sexos. Las manos son el instrumento perfecto y los besos, ese beso preludio del abrazo. Caen lágrimas cuando te escucho, todavía estoy vivo a pesar de que mi padre pensó que no pasaría de este año. El pasado estuvo lleno de tempestades, pero te conocí al interior de ese kiosco de diarios. Intenso como una tragedia griega. Descendí a los infiernos muchas veces, pero tus garras me llevaron a la cima. Sabes más acerca de lo nuestro, ves más allá de la medianoche. Eres Casandra y no puedes evitar el futuro. Mejor esperemos la cuenta regresiva y las copas de champagne. Sólo una copa se permite a las autoridades. Me gusta tu nuevo nombre, ahora eres la travesti más famosa, al frente de tu propio ministerio. La droga es impredecible como el amor. Una adicción poderosa llena de mentiras. Me gustaría que los libros no estuvieran proscritos en este país, pero todavía hay otros sitios donde aún se venden. Antes depositaba el alma en las novelas, ahora el ego me ha destruido y no tengo nada interesante que escribir. Todo era confuso en el pasado régimen, pero había algo de verdad. Después del estallido social la violencia y el dinero se retroalimentaron. Pensaba que el miedo iba a acabar con mi existencia, pero ahora estoy aterrado por los atentados narcoterroristas. La vida toma rumbos extraños y todo puede cambiar el futuro año. Dinero y fama de nada sirven cuando estas al borde de la cornisa. Los nuevos tiempos dejaron de tener sentido y mi versión del futuro a veces resulta extraña.
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Por Aníbal Ricci Anduaga