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Aníbal Ricci | Autores |














DUNA, de Frank Herbert

Por Aníbal Ricci
Artículo adaptado de edición N°523 de diciembre de 2021 de Revista Occidente



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Paul Atreides representa al arquetipo del héroe homérico que debe sortear obstáculos a través de un rito de iniciación para dar cauce a su destino mientras va profundizando en su aprendizaje. Sus enseñanzas provienen de la orden místico-religiosa de las Bene Gesserit, hermandad de adiestramiento mental y físico, integrada por mujeres, que opera en las sombras y controla el poder político entre el Imperio y las distintas Casas.

La sacerdotisa de las Bene Gesserit responde al nombre de Reverenda Madre, una especie de papisa que opera como la Portadora de la Verdad tanto para el emperador como para la misma orden.

La Cofradía es una organización cuyos miembros surcan el espacio-tiempo y regulan económica y logísticamente los viajes interestelares entre los distintos feudos de la galaxia.

Nos situamos en el año 10191. Un primer diálogo entre el hijo (Paul) y la madre (Lady Jessica) de la Casa Atreides, da cuenta de la disciplina mental (La Voz), además de unos sueños premonitorios hipotéticos del joven, verdaderos flash-forwards que van hilvanando la historia.  

Lady Jessica es una sierva de la orden religiosa y debe llevar a su hijo ante la Reverenda Madre para que lo someta a una primera prueba.

Los personajes femeninos son importantes en el entramado narrativo y el autor reserva los mejores parlamentos primero a Lady Jessica, luego a la Reverenda Madre.

«El miedo es el asesino de la mente… la pequeña muerte que trae la obliteración», reza Jessica mientras entrevistan a su hijo, la idea es que Paul debe resistir el miedo e integrarlo a su experiencia, debe dejarlo fluir dentro de él.

En los libros dos (Muad-Dib) y tres (El profeta) de la novela Duna se escudriña en el adiestramiento que las Bene Gesserit han cultivado por generaciones en busca de aquel elegido que controle el tiempo y el espacio. Es una disciplina mental que está ligada a la rigurosidad del entrenamiento físico.

La primera parte del libro (Duna) entremezcla diálogos dentro de las fortalezas de Caladan y Arrakis, lugares donde la Casa Atreides establece dominio, y otras acciones transcurren en Giedi Prime, el planeta de los Harkonnen. Por un lado, la fuerza de la intimidad y la intuición, y por otro, el lugar desde donde los Harkonnen trenzan sus planes antagónicos.

En la introducción, se explica la división de poderes (Imperio, Casas, La Cofradía) e insinúa la proclamación del emperador en la que ha privado a los Harkonnen de la explotación de la especia (Melange) en el lejano planeta de Arrakis.

Herbert situó la acción en un mundo desértico y por paralelismos la Melange es como el petróleo para los países árabes del Golfo Pérsico. Controlaban el mundo por la década del sesenta (década en que surge la OPEP) y el autor, en un vuelco hacia el futuro, define la especia como un químico psicoactivo que es el combustible para viajar en el tiempo y el espacio. La dota a su vez de beneficios geriátricos y de salud, que además permite ampliar las capacidades mentales. Es la sustancia más codiciada del universo, tal como lo fue el petróleo para el desarrollo industrial en la Tierra.

Los Harkonnen han explotado la especia por ochenta años y ahora el emperador ha encomendado a la Casa Atreides el control del planeta Arrakis. Los nombres para designar a las personas, en particular a los profetas de las supersticiones que ha implantado por siglos la Misionaria Protectiva (rama de las Bene Gesserit) están expresados en lenguaje árabe, pero en el mundo de los Fremen (nativos de Arrakis) lo femenino alcanza un lugar privilegiado y en ningún caso la religión subyuga a las mujeres.

Existe un argumento central en la novela que se desarrolla a través de un discurso ecológico. La novela envuelve de a poco al lector y ya en la segunda parte el enfoque político-económico da paso a un entramado de orden religioso como gestor del poderío galáctico al fundirse con el ámbito político. Resulta tan denso el universo de la novela que lo político-religioso se rige por un ordenamiento de castas que responden al orden económico. El tema ecológico está en manos de los Fremen, son ellos los que aspiran a terraformar el desértico planeta de Arrakis siguiendo los lineamientos del ecólogo Liet-Kynes, enseñanzas heredadas de su padre Pardot Kynes.

El mundo económico de la galaxia depende de la Melange que se cultiva en Arrakis y la existencia de esa especia surge de los equilibrios entre los gusanos de arena (Shai-Hulud) con los propios Fremen. Sin los Shai-Hulud no habría oxígeno en el planeta y no se podría extraer la sustancia indispensable para navegar por la galaxia. Los Fremen vigilan la explotación de la Melange, primero a los Harkonnen y luego a sus rivales los Atreides. Ese pueblo nativo es el que resguarda el agua y la especia, su escasez marca el ritmo de la economía galáctica y de las fuerzas que gobiernan el universo.

Quizás en 1965 (publicación del libro) el tema del cambio climático estaba en pañales y hubieron de transcurrir varias décadas para que el calentamiento global y el abuso de combustibles fósiles fuera evidente para todos los habitantes del orbe, por lo que en la actualidad la visión de Herbert cobra mucho sentido en la recreación de un mundo (planeta Arrakis) donde el agua es escasa y está en juego la supervivencia de sus habitantes. La Melange no es lo mismo que el petróleo, es una sustancia benéfica para la humanidad como hoy en día serían las energías renovables o el hidrógeno verde.

El personaje femenino central es la madre de Paul. Pero el personaje femenino omnipresente es la Reverenda Madre, no sólo cuando aparece en los primeros capítulos, sino también cuando su voz narrativa va explicando las potencialidades de los sueños del joven Atreides y presagiando la conversión de Paul en Kwisatz Haderach, el ascendido que será el puente entre el espacio y el tiempo.

La novela de Herbert no es ciencia ficción propiamente tal, es más bien literatura fantástica con tintes espirituales. Lo religioso también se funde con pensamientos existencialistas. Paul en los sueños sobre su futuro hipotético rememora el pensamiento del danés Soren Kierkegaard entremezclado con palabras aportadas por Herbert. «El misterio de la vida no es un problema a resolver, sino una realidad que experimentar», insinúa la idea de existencia como el flujo de la experiencia con la noción de flotar en dicho proceso y vencer los miedos. «La vida sólo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia adelante», otra frase de Kierkegaard que nos hace sentido para interpretar los sueños de Paul Atreides.

La novela, en definitiva, muestra el recorrido del héroe a través de un mundo fantástico que hace replantear al ser humano el camino hacia su preservación. La visión de Frank Herbert enfatiza el ideario ecológico y en cierta forma relega el mundo del comercio hacia un enfoque más sustentable.


 

 

 



 

 

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Por Aníbal Ricci
Artículo adaptado de edición N°523 de diciembre de 2021 de Revista Occidente