Negativo. Sin cambio en viscosidad de fluidos. El hombre mayor ha superado su día de furia. Ojalá que la resonancia magnética no arroje malas noticias. El hijo acaba de retirar los resultados del test de Elisa. Negativo, el tiempo coloca todo en su lugar. Ayer el anciano destrozó un tazón contra el mesón de cocina y alzó un trozo filoso en actitud amenazante. El hijo esperaba resultados, pero lo importante era contener al progenitor. Todo fue una pesadilla. Los integrantes de la familia lograron dormir tras veinticuatro horas desquiciantes. Le arrebató esquirlas de sus manos sangrantes. El viejo reía, según él las cámaras filmaban lo acontecido. La puerta con cerrojo mientras golpeaba con todas sus fuerzas. Tiras de papel mural y ropa tirada por todos lados. Los delirios de todo el edificio concentrados en una sola habitación.
Negativo es la palabra más hermosa. El amor viaja rumbo a Isla de Pascua. El hijo quiere contarle la buena noticia, pero ella va en modo avión. El dinero alcanza para un café y la batería del celular se está agotando. Escribe en la pantalla, el mensaje deberá parecerse a los antiguos telegramas. Una palabra lo es todo. Quiere hacer el amor sin condón, sentirla parte de su ser. Ojalá no haya rastros de derrame cerebral. Vino la policía y el anciano hablaba incoherencias. Esto se va a saber, decía. Quiere demandar a Clínica Indisa por el elevado costo de la urgencia. El padre gritaba por los pasillos y se negaba a hacer cualquier examen. Esto se va a saber, repitió, mientras hijo y sobrino escondieron su celular. Pusieron una constancia que de nada sirve ante la descompensación que sufrió. La presión arterial por las nubes, no permite que le inyecten algo para bajarla. Esta crisis es fantástica, los ojos de Jack Nicholson parecen tranquilizadores en comparación con el rictus de este hombre, en ellos no se refleja ningún resplandor.
Al día siguiente recibió la buena noticia. Negativo supondría algo malo, aunque en este caso es una palabra maravillosa. El mundo podría caer en pedazos, pero el hijo está feliz porque el amor cruza el Océano Pacífico. Recuerda el tatuaje ubicado en ese lugar estratégico. Ha caído embrujado y mañana le entregan el primer ejemplar del libro de cine. Venderá los que sean necesarios para mantener la comunicación con el ombligo del mundo. La batería informa un resto de ocho por ciento. El día está nublado, aunque el hijo no siente frío. Podrá ir a San Felipe y comenzar una nueva vida. Nunca es tarde, el tiempo coloca todo en su lugar. Trajo la bufanda que ella le regaló y eso es suficiente al observar el anillo de plata en su dedo anular que besó tres veces antes de saber los resultados. Nunca ha sido pesimista ni se ha arrepentido de las malas decisiones, pero ahora implora perdón, aunque el perdón sea divino. Se transforma en creyente mientras el día está despejando. El invierno ha llegado a su fin.
El amor a cinco mil kilómetros de distancia, aunque eso es tan relativo. La siente tan cerca luego de ese último beso en el terminal de Los Héroes. Te amo cualquiera sea el resultado, dijo al despedirse. Negativo, negativo, negativo. Ha logrado cuarenta días de abstinencia, ni un gramo de cocaína en medio del infierno en que su padre pronunciaba palabras apocalípticas.
Ocho horas de sueño hicieron el milagro, ya llegará el mensaje a Rapa Nui. Esperó un mes entero para superar el período de ventana y después vinieron los días de incertidumbre. La vida es para vivirla y compartirla con esta mujer. Saca la billetera y le alcanza para un segundo café, queda apenas dos por ciento de carga. Cómo le dice que la ama en tan poco tiempo. Le encanta su cuerpo y conversar en esta dimensión que se convierte en magia. El hijo podría grabar un video, pero la carga alcanza al uno por ciento. Quiere hacer planes y que su viejo recupere la cordura. Te amo, se lee al final del mensaje.
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Por Aníbal Ricci