Esta película posee un guion formidable, con fuentes de inspiración innegables y sigue dando que hablar en estos días.
«Jerusalem» es un himno inglés, originado en los versos de la epopeya «Milton» (1804), escrita por el poeta William Blake.
No cesaré en mi lucha mental
Ni dormirá mi espada en mi mano,
Mientras una nueva Jerusalén no hayamos construido
En la verde y placentera Inglaterra.
Son estas estrofas las que cantan los alumnos del reformatorio a mitad del metraje, con ímpetu y determinación, para dar fin a un tedioso acto organizado por su director. Esas palabras representan el deseo de construir un mundo nuevo para Inglaterra. Es un himno que los alumnos entonan en la capilla, por medio del cual refuerzan su sentido de pertenencia a algo mayor (para el director, será el espíritu de las Olimpiadas).
El protagonista del film es un joven de quince años que le cuenta a su novia que desde niño le gustaba perderse de sus padres, perderse en el sentido de alcanzar la libertad, pero le confiesa que eso es imposible. Hijo de una familia obrera, ha sobrevivido a la traumática muerte del padre, quedando bajo el cuidado de una madre al que sólo le importa el dinero. A Colin Smith no le queda otra que robar una panadería y termina recluido en el reformatorio Ruxton Towers, donde imparten una educación represiva a punta de castigos físicos.
La estadía en el reformatorio está hábilmente matizada por precisos flash-backs, de duración perfecta y muy bien ensamblados por el montaje. Colin es un chico rudo, muy delgado, que a poco andar entra en el radar del director por sus cualidades atléticas. No exterioriza emociones ante sus compañeros, pero su mundo interior es recreado por estos raccontos, mostrando su experiencia ante la muerte, el sexo y la vida delictual que han dejado profundas huellas de dolor y desarraigo. La única salida a la pobreza y desestructuración familiar será la transgresión de las normas que rigen a los habitantes de Nottingham.
La película muestra la realidad de los infractores de los años sesenta y su posterior ingreso a correccionales. Hay sentimientos de rebeldía ante los inadecuados métodos de educación. Colin representa a estos muchachos incomprendidos y encuentra en las carreras de fondo una forma de huir de todo aquello. El director lo deja entrenar en solitario para que pueda vencer a los alumnos de una escuela privada. El muchacho aprovecha su privilegiado estado físico y le hace creer al director que lucha por ganarse su respeto dentro del reformatorio, pero lo que en realidad busca es una compensación frente a lo que la sociedad le ha negado. La falta de afecto lo persigue desde el entorno familiar a la correccional y radica en la injusticia que representa la educación que ahí se imparte.
El mensaje de inconformismo frente a una sociedad llena de carencias persiste hasta nuestros días, razón por la que la cinta mantiene su frescura intacta frente al espectador del nuevo siglo. Siguen existiendo los niños en riesgo social en tránsito a convertirse en delincuentes dentro de esas instituciones.
El grupo británico Iron Maiden (de excelentes líricas) homenajea a este film con un título homónimo.
Corre sobre escalones, atravesando campos
Da vuelta para mirar quién te pisa los talones
El camino atrás del campo
La línea está cerca
Pero si quieres la gloria
Alcanza el tramo final
Los ideales son sólo huellas
Sientes que has desperdiciado la carrera.
Y es que Colin Smith lidera la carrera, pero al final se rebela contra el egoísmo del director y la utilización vil para elevar su propia vanidad. Colin se planta a metros del final y le da el paso a su perseguidor. Su rostro luce triunfante, transgresor ante un mundo injusto, en ningún caso ha desperdiciado su carrera.
La metáfora del corredor solitario está magníficamente lograda, por su cabeza viajan miedos y penurias, siempre corriendo y alejado del resto, apartándose del rebaño que sólo sabe seguir órdenes.
Los últimos flash-backs son breves destellos inconexos que dan un nuevo sentido a los raccontos iniciales y hacia el final del metraje regresan los versos triunfales del himno de William Blake.
Este film implicó la eclosión del «Free Cinema» en el Reino Unido, movimiento paralelo (aunque de menor duración) a la «Nouvelle Vague» de Francia, que a su vez fue una respuesta al «Neorrealismo Italiano». Estos movimientos congregaron a un puñado de directores a realizar un cine de autor, principalmente rodado en exteriores, persiguiendo la libertad de la existencia humana, utilizando novedosos movimientos de cámara y privilegiando el montaje para obtener mayor verosimilitud en las imágenes.
Se intuye la influencia de Los 400 golpes (1959) de François Truffaut, tanto en la temática como en la búsqueda inclaudicable de la libertad a través de imágenes liberadoras. Se refleja en ese chico castrado por el sistema de educación imperante, rígido y autoritario, que lo castigará escribiendo cuatrocientas veces «ofendo a los muros de la clase».
Cero en conducta (1933) es la fuente de inspiración de ambas cintas. Jean Vigo (su director) dota a su historia de imágenes verdaderamente liberadoras: la guerra de almohadas, la toma del techo, los juegos de sombras. Se burla del principio de autoridad mostrando a cuatro niños enarbolando banderas de lucha ante las injusticias acaecidas al interior de un internado. Refugio del espíritu infantil, libre de las normas que castigan a los alumnos con un cero en conducta.
Las tres películas son un deleite a los sentidos y demostración de que el cine ha sabido desplegarse, a través de las épocas, como un vehículo de crítica social.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO (1962)
Dirigida por Tony Richardson
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado en Revista Occidente N°506 Junio 2020