La hija no puede sacar al padre de su casa. Tiene una audiencia ante un juez para exponer la violencia intrafamiliar que él despliega sobre ella y su hijo. Como el chico de doce años no le hace caso, le arroja un plato de comida en la cama y para su cumpleaños agarra una botella de dos litros y lo golpea en la cabeza. Hoy fue a dejar a la hija a su propiedad de Viña del Mar. Estaba sonriente e incluso accedió a que se llevara el perro al departamento. No le importa que le orine la alfombra, su plan es hacer modificaciones drásticas en el hábitat de la hija. La pintura está excelente, pero le quiere empapelar los muros. Hace dos días intentó mover un mueble del baño y se le cayó encima. Hubo que rescatarlo entre las repisas destrozadas. Ahora que sacó a la hija con el pretexto de vacaciones, quiere sacar el ventanal del living y echar a perder el sistema de calefacción central. Dice que es para ampliarlo y esgrime que el mueble del balcón abre su puerta apenas en cuarenta grados, cuando tiene otra hoja para acceder al espacio sin problemas. La idea es molestar a la hija y hacerle mierda el departamento. Todo el día se comportó como una buena persona, pero en realidad quiere cambiar el piso flotante y romper la división entre los cuartos de los sobrinos. «Al sacar las puertas va a quedar como un espacio europeo», no entendemos qué cresta se trae entre manos, pero la verdad es que destruyó el mueble del baño y no lo ha reparado. El mismo sujeto que se iba a meter todos los días en su hogar cuando ella recién se casó; el mismo que iba a las pegas a pedir que la despidieran; el mismo que la sacó de la carrera de relaciones públicas en último semestre. «Ese instituto (se refería al DUOC) es una porquería… Mi mujer tiene listo un cupo en diseño, pero en una universidad de verdad». Yo acompañé al viejo a buscar una nueva tarjeta de crédito y le pedía las claves a la persona de atención al cliente. Le dije que la ingresara en la casa, pero él insistía en que se la anotara la señorita. El banco queda a una cuadra del departamento y nos demoramos media hora en llegar. En una mano la muleta y yo del otro lado tomándolo del brazo. Hace sólo tres semanas caminaba normal y ahora le insistimos en ir a hacerse exámenes. «La medicina no sirve para nada», todos estamos cansados de escucharlo. Va a traer un contratista, qué siutiquería, no es más que uno de sus maestros chasquilla al que tendremos que amenazar con demandarlo por aprovecharse de un viejo senil. «Voy a cocinar para mí y nadie más», hace tiempo que guarda las paltas en el velador. «La comida no es sana… el arroz no sirve para nada y el puré es pura mierda». No lo queremos en la cocina y se queda en ella por horas y escucha fútbol en el living mientras nosotros permanecemos en las habitaciones. Esperamos que en la audiencia se ratifique la anterior orden de alejamiento y se vaya a modificar el hábitat a otros seres humanos.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com DÍA 12
Por Aníbal Ricci Anduaga