El autor —Premio Pablo Neruda 2002— está de regreso con tres libros que revelan sus variados intereses, entre otros el jazz y el rock, el mundo Beat y la contracultura. En librerías se encuentran disponibles sus traducciones de la famosa gesta medieval Beowulf y de la obra de dos poetas estadounidenses clave del siglo XX: John Berryman y Michael McClure.
El 2018 fue un año de inflexión y cambios para Armando Roa Vial (Santiago, 1966). Hijo del destacado psiquiatra y ensayista del mismo nombre, tras su salida de la Universidad del Desarrollo —plantel donde ejerció diversos cargos durante más de una década— este abogado, poeta, traductor, profesor y melómano, decidió abocarse con mayor empeño a sus proyectos literarios, a la docencia en otras instituciones y a charlas sobre música y poesía. De hecho, durante todos los jueves de enero conversa sobre los vínculos entre el rock y las letras, a propósito de los 50 años del mítico Festival de Woodstock, en el Café Literario del Parque Bustamante de Providencia (19:00 horas, gratis, previa inscripción).
Tener dedicación exclusiva para otros quehaceres creativos también ha dado frutos inesperados para este autor, Premio Pablo Neruda 2002. Mañana, en una ceremonia que tendrá lugar en la Corporación Cultural de Las Condes, será reconocido por el Círculo de Críticos de Arte por su traducción de la obra de John Berryman (1914-1972), considerado uno de los más brillantes poetas norteamericanos de la segunda mitad del siglo XX. Paisaje de invierno es el título de este volumen editado por Descontexto y que, a juicio de Roa Vial, "ha sido uno de los trabajos más rigurosos y difíciles que me ha tocado emprender como traductor". "No me esperaba este premio del Círculo de Críticos de Arte. Años atrás me distinguieron por una obra propia: Zarabanda de la muerte oscura y me parece fantástico que en esta oportunidad el turno sea para una traducción que para mí es un desafío tan relevante como mi poesía", dice instalado en un café de la calle Merced, con anteojos redondos que recuerdan —inevitablemente— a uno de sus grandes referentes musicales: John Lennon.
"La vida, mis amigos, es aburrida. Aunque no debamos decirlo así. Después de todo, el cielo brilla, los grandes mares anhelan, nosotros mismos brillamos y anhelamos, y además, siendo niño, mi madre me decía (repetidamente): 'Si confiesas tu aburrimiento es que no posees Vida interior'".
Ese es un extracto de una traducción de The Dreams songs. "Berryman creció en un hogar católico, pero su vida estuvo marcada por la tragedia y eso lo llevó a perder la fe. Fue tal vez el acróbata más fúnebre de la poesía norteamericana. Digámoslo: la suya fue una acrobacia autodestructiva", dice Armando Roa Vial, y añade que su gran tragedia comienza cuando su padre —a raíz de la crisis de 1929— toma la decisión de suicidarse. "Él fue, además, uno de los primeros en encontrar su cuerpo. Berryman, al mismo tiempo, fue un hombre de una gran devoción religiosa, con una búsqueda brutal de la trascendencia, pero también una figura marcada por la pena y el pecado. Dos años antes de morir (también se suicidó), tuvo proceso de reconversión. La desesperación por el padre ausente lo llevó a trasladar su figura al Padre Dios. Si bien en algún momento perdió la fe, siempre merodeó en torno a los grandes temas sobre el sentido de la vida". Respecto de su poesía, el traductor explica que "testimonia la tragedia y el chascarro del ser humano, pero con humor y con un manejo musical del lenguaje que me parece precioso. Sus juegos sonoros lo acercan al blues y el rap. Dar con la música de sus versos fue un reto. En su obra hay giros lingüísticos de mucha riqueza, mezcla el inglés culto con el slang. Su creación poética es un mosaico: una poesía tremenda y desgarrada".
Roa Vial también valora el interés del editor Juan Carlos Villavicencio por rescatar la obra de este creador estadounidense. "Descontexto es una editorial que ha hecho un inestimable aporte al publicar a grandes escritores del siglo XX, entre otros a Pessoa y a T.S. Eliot, con La tierra baldía. El trabajo de Juan Carlos es bien notable y gracias a su impulso nos contactamos con la viuda de John Berryman y ella accedió, para sorpresa de todos, a que publicáramos su obra. Eso demuestra el prestigio y la rigurosidad con que ha emprendido su trabajo como editor. Para mí es uno de los mejores en Chile".
En el mundo medieval
Como parte de un año pródigo en publicaciones, hacia fines de 2018 Armando Roa Vial sacó a la luz una versión corregida y ampliada de su traducción de Beowulf ( Ril Editores), el poema épico más antiguo de la literatura europea medieval.
"En 2006 lo presenté por primera vez bajo la editorial Norma, pero la verdad no quedé muy conforme con el resultado. Cuatro años más tarde, esta vez por Ril, decidí sacar una nueva edición corregida, incluyendo otros poemas anglosajones del período, y en 2018 preparé otra versión, más ampliada, con 12 textos más que dan cuenta de todo ese fascinante momento de la fundación de Inglaterra y de las invasiones vikingas. El anglosajón posee una morfología totalmente distinta al inglés actual y eso, sin duda, es un factor que dificulta aun más su traducción. Es una lengua con otra carne, con otra estructura y tiene, además, una serie de sutilezas en las construcciones de las frases, en las aliteraciones y en la mezcla de los sonidos. El silencio y las pausas tienen una importancia muy marcada".
De manera reiterada se ha comentado que estamos ante un texto clave para entender a Tolkien y su creación más célebre, "El señor de los anillos", y que Jorge Luis Borges fue un gran admirador de este poema medieval. "De hecho el subtítulo de esta traducción es 'El cantar del hierro', en una suerte de homenaje a Borges, porque él amaba el Beowulf", advierte el traductor.
El último gran beat
Pocos días antes de terminar el año, Armando Roa Vial sorprendió con la primera traducción realizada en nuestro país a Michael McClure (86), considerado el último sobreviviente de la generación Beat. "Probablemente, dentro del Beatnik, es el autor que mayor impacto tuvo en la contracultura de los años 60, junto a Allen Ginsberg, sobre todo en su vínculo con la música y el rock", explica. Y añade que estamos ante quien fuera un maestro de Jim Morrison y de Janis Joplin (de hecho le escribió a ésta la célebre canción "Mercedes Benz") y sigue siendo muy cercano a Bob Dylan. "McClure fue uno de los primeros poetas en Estados Unidos en reconocer a Dylan no como un mero cantautor, sino como un poeta de 'tomo y lomo'. Trabajó con Morrison y tras su muerte, en 1971, siguió colaborando con Ray Manzarek, tecladista de The Doors. Se ha vinculado artísticamente con el mundo del rock, pero además con compositores clásicos contemporáneos cercanos al minimalismo, como Terry Riley". Armando Roa Vial también destaca la amplitud y la influencia que ha alcanzado su obra. "Fue muy admirado por Francis Crick, el descubridor del código genético, quien dijo que todos sus hallazgos en torno al estudio de las células los encontró en su poesía. Michael McClure es, además, un poeta con un profundo amor hacia la biología y trabaja la palabra como si fuera una célula. El poema para él es un organismo vivo donde todas las células están relacionadas entre sí". Prueba de su reconocimiento y su estatura legendaria, es que este autor nacido en Marysville (Kansas), en 1932, es uno de los personajes de la novela Big Sur, de Jack Kerouac,(pdf, inglés) y el filme de Martin Scorsese El último vals —que registra el concierto de despedida de la banda de rock The Band, en 1976, y donde actúan como invitados grandes estrellas como Eric Clapton y Neil Young— también incluye las declamaciones de Lawrence Ferlinghetti y Michael McClure. "Hay un momento maravilloso de esta cinta donde recita un extracto de Los cuentos de Canterbury en anglosajón. ¡Alucinante!", dice el traductor.
Agnosia y otros poemas es el nombre de esta antología de McClure que acaba de inaugurar la colección de poesía internacional El jugador aéreo publicada bajo Ediciones Altazor de la Fundación Vicente Huidobro. "Para mí es un privilegio que la Fundación Huidobro apoyara este proyecto que, además, es la primera traducción que realizo de un poeta vivo. En los últimos años he mantenido con McClure una muy bonita y estimulante amistad epistolar y él accedió a que trabajara en su antología y me facilitó unas fotos preciosas —que también incluí en este libro— donde él aparece junto a Bob Dylan y Allen Ginsberg, entre otras figuras míticas. Con Michael McClure coincidimos en el nombre de Agnosia porque guarda relación con un saber desde el no saber, con una vía de conocimiento que se remonta a los místicos medievales", concluye Armando Roa Vial.
—¿Siempre la música ha estado presente en su obra y en sus traducciones?
—Desde que partí en la literatura la música ha sido como la cara y el sello de mi trabajo y, en especial, me gusta mucho el rock, la música clásica y el jazz. La música para mí es un oxígeno. Como dice la famosa frase de Nietzsche, 'la vida sin música es un error'. Por ejemplo, en Zarabanda de la muerte oscura trabajé en torno a la obra del compositor estadounidense George Crumb. En mi obra hay alusiones a Jimmy Hendrix y a Jaco Pastorius, entre otros músicos. En la Universidad del Desarrollo impartí por muchos años un curso que se llamaba Rock y Poesía. Al principio los estudiantes estaban un poco desconcertados porque les hablaba de Bob Dylan y cuando ganó el Premio Nobel, me escribieron tantos exalumnos agradeciéndome que lo hubiera pasado en clase. Al igual que el seminario que estoy dictando en Providencia, me interesa estimular a los jóvenes a que lean. Muchas veces ellos ven a la poesía y la literatura como algo rancio, del pasado, y al conectarlos con la música se sorprenden y descubren todo un valioso patrimonio poético. En mis clases me gusta establecer vínculos, por ejemplo, entre Dostoievski y los Rolling Stones, entre los Beatles y Shakespeare ¡Hasta he llegado a comparar la música de Luis Alberto Spinetta con Antonin Artaud!".
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Armando Roa Vial
"La música para mí es un oxígeno"
Por Maureen Lennon Zaninovic
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 13 de enero de 2019