Al entrar a su departamento, en Santiago centro, donde los libros hacen de paredes y cubren algunas mesas, se ve un afiche con el rostro de Wittgenstein, el filósofo que dijo: "Todo lo que nosotros vemos podria ser de otro modo".
Parece que en esa incerteza cree Armando Roa Vial, o eso se desprende de la lectura de "Ácrata., Apuntes y visiones" ( Descontexto), un ensayo literario en el que reivindica una ética anarquista, o anarca, una actitud menos ideológica que existencial. De ahí el caleidoscopio, la palabra es suya, o sea, un conjunto cambiante y diverso que incluye desde anarcocomunistas, como Bakunin y Kropotkin; cristianos, como Tolstoi y Jacques Ellul; individualistas, como Thoreau y Stirner; conservadores, como Borges y Orwell; hasta un filósofo de la ciencia, como Paul Feyerabend.
La libertad es moral, no económica, dice este poeta, ensayista y traductor nacído en Santiago, en 1966. El anarquista, escribe, se "diferencia del liberal al postular esa singularidad no cuantificable que es la persona, en su fisonomía anímica, única e irreductible, en esa última e insobornable soledad, ajena al comercio humano, a diferencia del concepto de individuo, una noción estadística e intercambiable; su ideal de libertad, por lo mismo, es una categoría moral, no económica".
Una deuda escritural
Roa es abogado de profesión. Ha publicado, entre otros libros, "La nave de los muertos" y "Elogio de la melancolía". Desde sus años de estudio, cuando pensaba en el tema para su tesis, tenía una deuda escritural con el anarquisrno. Él, dice, se siente más ácrata que anarquista. "Creo que es una actitud de un cierto escepticismo. De una cierta orfandad frente a la irrupción de dogmatismos y sectarismos. Es una reivindicación de una ética de la independencia". "Cuando estudiaba derecho, quise hacer mi tesis sobre el pensamiento anarquista. Pero, bueno, finalmente por razones de tiempo no se pudo. Han sido lecturas que me han acompañado durante toda mi vida. Y creo yo que este libro un poco salda esa deuda que sentía de no haber escrito algo sobre un tema que tiene proyecciones mucho más allá de lo político, ¿no?".
El anarquismo, lo ácrata, "es casi una poética", cree Roa. "Es una estética". No hay doctrina en su libro: "Para mí esto es un ejercido literario. Es literatura. Probablemente es algo que surge en un momento de cierto tedio frente a toda la pobreza en la discusión pública". "La literatura ha tenido apego a una cierta tradición ácrata, incluso en Chile. Por ejemplo, Fernando Santiván, o cuando se hace la Colonia Tolstoyana con Augusto D'Halmar". También cabe mencionar el asesinado poeta José Domingo Gómez Rojas y, claro, a Manuel Rojas. "Para mí Pablo de Rokha es un ácrata", agrega. "Es la reivindicación furiosa de la independencia, la independencia de pensamiento, de creencia".
—A pesar de ser una ética de la independencia, existencial, que reivindica al individuo, no es un individualismo. En el libro dice que el anarquismo tiene un aspecto social, solidario...
—Absolutamente.
—¿Cómo conviven el aspecto individual y el social?
—A mí me hace mucho sentido el pensamiento de Bakunin. Él fue un autor muy influido por Hegel. Para este, en la constitución de lo humano es fundamental el reconocimiento del otro. O sea, tú o yo no nos bastamos de manera autárquica, sino en la medida en que yo te reconozco a ti como un otro. Eso lo toma Bakunin para señalar que mi libertad, mi individualidad, mientras otros no disfruten de la misma libertad, no va a ser plena. La Libertad de uno, dice Bakunin,
pasa por la libertad del otro. Sin la libertad del otro, mi libertad no alcanza su consagración. El anarquismo no es, como algunos creen, una especie de egotismo. Aunque hay algunas corrientes, como la de Stirner, que es muy, muy individualista. Sin embargo, yo te diría que en general en el anarquismo está la dimensión de lo individual y de lo social; claro que no hay que confundir lo social con lo estatal. Pero si hay una dimensión de solidaridad muy grande. Hay casos muy bonitos en la literatura, como el de Tolstoi, que quiso despojarse de sus bienes. En el anarquismo está presente esa dimensión de un amor profundo por el otro, por el ser humano.
—¿Eso lo aleja del nihilismo con el que a veces se vincula al anarquismo, incluso un nihilismo que deviene terrorista, como se ve en cierta literatura, esa idea de que hay que destruirlo todo?
—Esa fue una de las lacras que afectaron al anarquismo desde sus orígenes, en
Rusia, por ejemplo, con alguien como Netchaiev, que escribió el famoso 'Catecismo revolucionario'. Él, que fue en sus comienzos discipulo de Bakunin, optó por la acción violenta, terrorista, lo cual le generó muy mala fama al anarquismo, o a cierto tipo de anarquismo. Pero la verdad es que el anarquismo genuino dista bastante de las barricadas y de la violencia. Incluso hay anarquistas famosos, como Thoreau, que han sido célebres por propugnar métodos pacíficos de resistencia al poder, anticipándose a lo que fue Mahatma Gandhi, con el tema de la desobediencia civil.
—¿Y el nihilismo?
—Bueno, el nihilismo no cree nada, ¿no? El anarquismo, en cambio, es un acto de fe en la capacidad de los individuos para gobernarse de manera autónoma, sin la tutela del Estado. Hay una mirada hacia la naturaleza humana que no puede ser nihilista. Ahora, bueno, siempre en la historia se han dado cruces, y una de las cosas interesantes del anarquismo es la flexibilidad que ha tenido esta mirada, que ha sido a veces adoptada por individualistas, por colectivistas, por cristianos, por agnósticos. Hay distintos tipos de anarquismo, y eso es parte de la riqueza de este fenómeno.
—¿El anarquismo se plantea el asunto del sentido o sinsentido? ¿Lo aborda?
—Sí, de hecho, hay quienes consideran a Nietzsche un pensador anarquista, en el sentido de no adscribir a la idea de que la vida tiene un sentido fijo, único y determinado. A veces puede que no haya ningún sentido prescrito, que todo sea un azar, a diferencia de lo que podría opinar, suponte tú, el cristianismo, que piensa que hay un sentido en todo, un sentido histórico, un sentido metafísico. Hay muchos anarquistas que dicen, bueno, están las leyes de la naturaleza, que ocurren necesariamente, pero ocurren porque ocurren, no porque haya un sentido metafísico detrás de ellas. Es un mundo, por un lado, bastante precario, pero por el otro, hace que aquello que llamamos sentido tenga que ser construido desde el hombre y no aceptar porque sí sentidos dados.
Dignidad y precio
El término "libertario", en principio vinculado al anarquismo, pero que también se ha querido usar para ideas ultracapitalistas, hiperindividualistas, como las de la escritora Ayn Rand, se ha puesto en boga en el debate público a propósito de Javier Milei, el nuevo Presidente de Argentina. En su libro, Roa menciona el "anarcocapitahismo" de Murray Rothbard dentro del caleidoscopio ácrata. Ahora, mientras fuma y el humo del cigarrillo se cruza, de salida, con el que entra de los incendios a las afueras de Santiago, vuelve al punto.
—¿Qué le parece que se use el calificativo "libertario" para ese tipo de ideas?
—Bueno, es que el lenguaje da para todo, ¿no? Ahora, si tú me preguntas si eso uno podría considerarlo dentro de lo que es el genuino espíritu de la tradición ácrata, mi respuesta es negativa. Mira, primero, hay un fundamentalisrno religioso de mercado, y eso es lo menos anarco que puede existir. Segundo, hay una concepción del hombre como un islote, y no del hombre como parte de un tejido solidario. Y uno de los aspectos más esenciales del pensarniento anarquista fue lo que te mencioné hace un rato, esto que dice Bakunin, que si el otro no tiene libertad o no tiene las condiciones para poder desarrollar su libertad a plenitud, mi propia libertad se ve afectada. Y creo que no puede haber algo más lejano a ese tipo de pensamiento que el anarcocapitalismo.
—Usted cita a Kant, por la distinción que hace entre dignidad y precio.
—El hombre no puede ser reducido a la abstracción que es el dinero. Ver la realidad exclusivamente desde un punto de vista productivo, cuantitativo, es un ejercicio intelectualmente muy empobrecedor. Ahora, así como hay quienes se sienten anarquistas tirando bombas o incendiando, bueno, hay otros que profitan también del nombre defendiendo una especie de capitalismo salvaje que me parece que es lo que apunta el anarcocapitalismo. Pero a mi juicio el verdadero sentido de lo que podríamos llamar el anarquismo o un espíritu ácrata o anarca, que es un término que a rni me encanta, es más bien esta reflexión existencial, esta lucha por compatibilizar libertad, justicia e igualdad.
—Incluye en el libro a Colerídge y su "pantisocracia", la utopía de una comunidad igualitaria, de un sistema de gobierno en el que todos gobiernan por igual, ¿Aún es tiempo de utopías?
—Sí, claro. Parte del dinamismo propio de la existencia tiene. que ver con que los sistemas económicos, sociales, no deben sentirse instalados; ninguna idea debe tomarse como una especie de dogma rígido, determinista. Entonces, en el terreno de pensar la sociedad, sociedades más democráticas, a mí me parece que la creatividad, la innovación y, en ese sentido, el pensar utópico, nunca van a envejecer.
—No hay fin de la historia, como dijo Fukuyama hace no tanto.
—Así es, plantear la realidad como algo concluso, definido, es desconocer la realidad. Eso fue, por lo demás, lo que llevó, por ejemplo, a Bakunin a pelear con Marx y después a las diferencias irreconciliables entre anarquistas y marxistas: la sospecha frente a todo determinismo predictivo, que se puede dar desde quienes adoran al Estado o desde los adoradores del mercado. El hombre no es tan fácil de ser encorsetado bajo una receta, un concepto, una categoría. La vida, en ese sentido, es mucho más rica que todas las teorizaciones que podamos hacer de ella.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Un modo de ser en el mundo
Armando Roa Vial, y su existencialismo ácrata
"ÁCRATA. Apuntes y visiones". Descontexto 2023, 94 páginas
Por Juan Rodríguez Medina
Publicado en Artes y Letras, 7 de enero 2024