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        Entre la espada y el intelecto
Una aproximación a lo que guarda el Baúl de Juan Manuel Mancilla 
        
        Alvaro  Ruiz
La  Serena, 2015
        
        
        
          
        
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        Juan Manuel Mancilla nos entrega este primer libro de poemas (in)titulado Baúl, que inicia en su primera parte –utilizando  el género de la prosa poética– una sólida estructura, un andamiaje a todas  luces racionalista, aristotélico, concibiendo la obra como un ente “con cabeza,  cuerpo y cola”.
        La obra se abre con dos sendos epígrafes que sirven de ganzúas en la  lectura y comprensión de este libro, publicado por Bordelibre Ediciones,  Colección Paso de Agua Negra, La Serena, 2015; el primer epígrafe pertenece a  la destacada poeta serenense (y amiga no hace mucho marchada a la región de los  descarnados), Stella Díaz Varín: (que sabiamente nos dice):
        
          
            “Aún no me harás besar la tierra,
              porque me estoy ejercitando como los sauces  jóvenes,
              he aprendido a beber el agua desde los ojos  mismos de la tierra
              y a mirar hacia abajo, sin conocer el vértigo
              que produce la cercanía de la Osa Mayor.”
          
        
        El otro epígrafe de esta obertura poética pertenece al escritor y poeta  austríaco de origen esloveno, Peter Handke, que hace de inductor al paisaje  fotográfico de Mancilla, y que así recuerda:
        
          
            “Cuando el niño era niño,
              no tenía opinión sobre nada,
              no tenía ningún hábito,
              frecuentemente se sentaba en cuclillas,
              y echaba a correr de pronto,
              tenía un remolino en el pelo
              y no ponía caras cuando lo fotografiaban”.
          
        
        Siempre he sostenido que la inspiración es un fogonazo, un relámpago  que alumbra de pronto un estadio, la idea fundamental del poema, la abstracción  y visualización de un todo poético, debiendo en consecuencia el poeta  entregarse al rigor de la disciplina para poder desarrollar esa inspiración,  que no es otra que la misma luz del fogonazo, la voluntad original.
        Es así como observo este poemario, fruto de la perseverancia y el rigor  que exige la buena poesía, que no necesariamente será críptica, sino abierta y  comprensible al buen lector.
        La trama, estructura y unidad de esta obra es el ojo de la cámara y el  click del poeta que oficia de fotógrafo y congela la observación. El libro está  dividido en tres partes: “Disparos al aire” es la primera y son las fotografías  desenfocadas, las veladas, las instantáneas, las con flash, los negativos y las  cortadas.
        La segunda parte “Capturas del silencio” son aquellas fotografías subidas  desde el iPhone, las photoshopedas y las eliminadas del muro, las que  intrínsicamente llevan consigo un testimonio sobre la tecnología audiovisual  contemporánea; los buenos historiadores, los buenos arqueólogos, siempre leen a  los poetas de la época para comprender los tiempos pasados, y sin duda aquí  Mancilla deja indeleble fidelidad a los tiempos que vivimos en Chile.
        La tercera y última parte “Panorámicas del Espacio Nacional” reúne a  aquellas imágenes fotomontadas, las que están en blanco y aquellas capturadas  con zoom.
        El libro cierra con un epílogo del poeta ecuatoriano Alex Schlenker,  una reseña, un breve ensayo sobre esta obra Baúl,  muy aclaratoria para la comprensión de lo que el poeta Mancilla construye,  ejercicios intelectuales que a veces se alejan de la liviandad, de la poesía  simple y profunda, para adentrarse en los ignotos territorios del conocimiento.
        Hay en la tercera parte del libro, después de la hermosa traducción del  Himno Nacional de Chile a una refinada versión poética a un inglés culto, un  poema que me llama la atención y que refleja los inicios del neoliberalismo,  engendro socio económico implantado en Chile para el mundo por los Chicago Boys  durante los inicios de la dictadura de Pinochet, y que el poeta rescata con el  título de “Ropa usada”:
        
          
            “Deslavada encajonada arrugada desteñida
              fletada en desembarcos: Un centavo cobre de
              1974 en el bolsillo pequeño de una chaqueta
              mezclilla Cowboy Levi’s Strauss bluejean azul  con 
              el rostro de  Kennedy: In God we trust: We too
              Product from  New York L.A. City; de Sri Lanka &
              Vietnam también proveen…
            Desde ahí con Bandera nueva o desbaratada
              Made in Indonesia abusada encogida calcinada de
              India también proveen… cerca del Ganjes
              Metropolitano pasaron flotando un día urnas
              Noches aquellos los que se despiden no sean los  que se apiaden”
          
        
        Un nítido recuerdo ideológicamente absorbido por una nueva generación de  poetas que reivindican los valores libertarios de Chile, y a la vez un severo e  introspectivo golpe al mentón al oscuro y triste año 1973.
        Juan Manuel Mancilla tiene oficio, observación y música, tan  fundamental en los misteriosos e inalienables códigos de Orfeo, que significan  la poesía por excelencia, aquella invisible santidad que rinde culto a la  belleza.
        
          La Serena, 16 de abril de 2015.