BEOWULF
La
última Tentación de Armando Roa Vial
Por
Octavio Gallardo
Entrevista
publicada en el Periódico Literario Carajo, Número 8,
septiembre
de 2006
Armando Roa se metió
en las patas de los caballos y en camisa de once varas, también fue por
lana pero lejos de salir trasquilado, logró una celebrada traducción
del intrincado y discutido Beowulf, el poema épico fundacional "no
sólo de la literatura inglesa, sino también de la literatura europea
posterior al mundo helénico y romano" cómo él mismo
señala. Hasta ahora la versión sólo ha recibido aplausos
y elogios que destacan la pulcritud y dedicación evidente del autor, cualidades
que permiten un registro que respeta los antecedentes del texto e interesa como
obra poética en sí misma. La publicación es una oportunidad
para difundir un poema que ha encantado
a grandes autores como Pound y Borges, y que influenció directamente la
literatura de Tolkien. En la siguiente entrevista Armando Roa explica qué
lo interesó en la obra y cómo desenredó la madeja.
-
¿Qué es Beowulf hoy?, luego de las trifulcas y discusiones
que aún no cierran, por cierto, ¿Cuál es el valor del poema
y en qué contexto lo valoras?
- Beowulf es un documento
literario de primera importancia al ser el poema épico fundacional no sólo
de la literatura inglesa, sino también de la literatura europea posterior
al mundo helénico y romano. Es, en ese sentido, el precursor de las grandes
sagas y cantares de gesta que se desarrollarán posteriormente en el continente,
como la Chanson de Roland, la Eddas y los Nibelungos. Su
valor es histórico y también estético. Junto al "Navegante",
es el poema más importante de la Inglaterra germánica o anglosajona,
anterior a la conquista normanda. Las huellas poéticas de esta tradición,
fundamentalmente en el cultivo del verso libre aliterado, se dejarán sentir
hasta la época de Chaucer, para luego ser retomadas, siglos más
tarde, por las grandes vanguardias poéticas en lengua inglesa del siglo
XX, a partir de Ezra Pound y hasta llegar Seamus Heaney.
-
¿Es nuestro Cid Campeador?
- Sí y no. Sí,
al pensarlo como un poema inaugural; no, porque mientras nosotros aún podemos
establecer, en pleno siglo XXI, una continuidad idiomática y formativa
con la lengua y el espíritu del Cid, el anglosajón es un idioma
de raigambre germánica radicalmente diferente del inglés actual,
hijo de la cultura normanda, y en consecuencia, extraño y hasta espurio
para los propios ingleses. Durante muchos siglos, como toda la poesía anglosajona,
fue una pieza que despertó curiosidad más arqueológica que
literaria, a pesar de que hoy podemos ver claramente la enorme influencia subterránea
que ha tenido en la formación de lo que podría llamarse el alma
inglesa: el culto a lo concreto y tangible; el escepticismo frente a las construcciones
intelectuales puramente especulativas; el pragmatismo y el individualismo; el
hábito de la memoria y de la tristeza.
-
¿Cómo te acercas al poema?
- Mi primer acercamiento
fue leyendo una fragmentos del episodio del funeral de Beowulf en la edición
de Klaeber.
- Es de suponer que has requerido de
un profundo conocimiento de anglosajón, que no es del inglés, para
hacer este trabajo...
- Ha sido un trabajo muy arduo, de muchos
años. El anglosajón es una lengua flexiva, declinable, con una sintaxis
intrincada, con un vocabulario propio y una sonoridad áspera aunque majestuosa.
Quizá lo que más me llamó la atención fue el sonido,
su música verbal. Precisamente es la prosodia de esta lengua la que es
reformulada en nuestro siglo: un verso no rimado, aliterativo, donde hay contrapunto
de cuatro sílabas tónicas o acentuadas con un número indeterminado
de sílabas átonas. Si a éso le sumamos el uso maestro de
la perífrasis y los circunloquios, del intercalamiento de texturas narrativas
y monológicas, de narradores diversos, de episodios que se cruzan dentro
de otros episodios, desembocamos en una poesía de enorme audacia estructural.
-
¿Compartes el entusiasmo de Tolkien por el poema o eres más cauto?
-
Sí, comparto el entusiasmo de Tolkien, cuyo trabajo de rescate es indiscutible,
y por eso me pareció justiciero incluirlo en la edición. El Señor
de los Anillos es, sin ninguna duda, desde su título, un eco del Beowulf.
El intento de Tolkien es, por llamarlo de algún modo, una forma de completar
aquello que Beowulf no hizo: dotar a Inglaterra de una mitología
con estatuto propio, sin huellas de otras culturas o cosmovisiones. Lo que para
muchos, incluído Tolkien, pudo ser un defecto del poema, para mí
ésa es una de sus características más fascinantes , que lo
distinguen con nitidez del resto de los poemas épicos germánicos
medievales: en Beowulf, como también en el conjunto de la poesía
anglosajona, no se plantea una cosmogonía con tiempos primordiales, mitos,
dioses y universos fantasiosos o sobrenaturales. El gran microcosmos es, para
la cultura anglosajona, el ser humano de carne y hueso, con sus esplendores y
miserias, universo mucho más embelesante y asombroso que las construcciones
de mundos fantasiosos paralelos al mundo real.
-
El Dragón y los demás monstruos del poema son interpretados por
ti como esencia del cruce cultural…
- El dragón, Grendel
y la madre de Grendel no son monstruos en el sentido de criaturas que rompen el
curso causal de lo real, como ocurre en los cuentos fantásticos o en la
literatura de lo sobrenatural. De hecho, no poseen una descripción física
precisa. Su presencia es fundamentalmente simbólica y de naturaleza moral:
el dragón es un símbolo de la avaricia, como elemento antitético
de la generosidad, atributo cardinal de la ética germana. Grendel y su
madre son ecos del Caín bíblico, personificaciones de la envidia,
la violencia y la deslealtad. Beowulf, efectivamente, es un cruce cultural
muy interesante entre los valores éticos de la cultura germánica
y la concepción cristiana de la historia y de la salvación adoptada
por la cultura anglosajona hacia el siglo VI.
-
¿Por qué, para qué traducir Beowulf?
- Simplemente
por el placer de traducir lo que a uno le gusta. Beowulf es, además,
apostar por la épica en tiempos donde lo heroico se hace menos visible.
La traducción te permite una lectura privilegiada, microscópica,
de un texto. Beowulf, como toda gran obra, admite y soporta varios tipos
de lectura, desde la más literal hasta la más simbólica.
Leerlo es leer el mundo anglosajón pero también a los precursores
de ese mundo, en los textos bíblicos y en la Eneida, y también
a sus infinitos y maravillosos continuadores o sucesores, como Pound, Seamus Heaney
y el propio Jorge Luis Borges.