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El legado de Andrés Sabella, en su centenario

Por Romina de la Sotta Donoso
El Mercurio, sábado 15 de diciembre de 2012

 

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"La tertulia era uno de los afanes magnéticos de Andrés Sabella. Él era un gran conversador: atraía, persuadía, encantaba. Fue un gran cronista, porque unió periodismo y literatura. Es muy injusto que no haya recibido ninguno de los dos premios nacionales y que la misma universidad que lo había nombrado doctor honoris causa, lo expulsara durante la dictadura", dice el periodista Enrique Ramírez Capello. Se refiere a la U. Católica del Norte (UCN), cuya Escuela de Periodismo Sabella fundó en 1967.

Este jueves se cumplieron cien años del nacimiento de Andrés Sabella y Antofagasta, su ciudad natal, lo recordó. La UCN realizó esta semana un seminario, una Noche Sabelliana y una exposición de sus dibujos. Y el martes falló el Concurso "Andrés Sabella" de novela corta.

Mientras sigue su trámite parlamentario la moción del senador Carlos Cantero de rebautizar el aeropuerto "Cerro Moreno" con su nombre, una comisión centenario nacida en el seno del Museo Andrés Sabella ha organizado desde el año pasado tertulias todos los viernes, y está exhibiendo una serie de acuarelas suyas.

Sus discípulos en la prensa, la universidad y el liceo recuerdan con la misma intensidad al autor fallecido en 1989.

Bonhomía a toda prueba

Autor de libros tan emblemáticos como "Norte Grande" (1944) y "Chile, fértil provincia..." (1945), Sabella colaboró en todo tipo de revistas y también en diarios como Las Últimas Noticias, El Siglo y El Mercurio de Antofagasta, donde nació su famosa columna "Linterna de Papel".

El profesor Osvaldo Maya Cortés, miembro de la Academia Chilena de la Lengua, fue alumno suyo. "Antes de la novela sabelliana, el Norte carecía de apellido. Lo nortino, como una pátina, se posesiona de sus libros y sin omitir el encanto de la historia, permite que aflore lo mejor de ese Norte", dice. Entre las más recientes publicaciones sobre el antofagastino, destaca "Calas para Andrés Sabella" (2011) y la antología "De tierra y de aguas" (2012), ambas de Sergio Gaytán. "Como futuro homenaje, dispongo de un volumen: 'Vida y Literatura de Andrés Sabella'. Sólo necesito editor", agrega Maya.

Juan Antonio Massone, miembro también de la Academia Chilena de la Lengua, apunta que en "Norte Grande", Sabella "reunió, como en una gavilla, la narración y el despunte lírico, la peripecia humana y el soporte de clima y de paisaje, la decisión de ser y las tercas adversidades contrarias a dicha voluntad". A su juicio, Sabella era "valiente sin amargura y juguetón convencido, además de versátil, resuelto en la expresión y sencillo en el decir".

El profesor de la UCN José Antonio González, quien se convirtió en albacea de parte del legado de Sabella tras la muerte, en 2009, de Elba González, su tía y segunda esposa del escritor, asegura que "Sabella concilió, con bastante anticipación, esto que él llamaba cristianismo primitivo y su comunismo de carácter utópico. No hizo distingos sectarios y de ahí que sea una figura de bonhomía, y que fuera postulado al Nacional de Literatura por fuerzas que iban desde los sindicatos y las universidades hasta el Club de Leones y los rotarios".

Entre los inéditos que González posee, hay cuatro volúmenes de poemas, libros dedicados a Augusto D'Halmar, Ramón Gómez de la Serna, y los apuntes de las conferencias que Sabella dictó en las temporadas de verano de la U. de Chile, la Federico Santa María y la Austral. Igualmente, un rico epistolario. "Hay un homenaje que hizo con Pablo Neruda a Ricardo Fonseca, que para pasar la pesquisa política se lo envió a mi tía desde el Hotel Crillón, sin remitente", dice González, y adelanta que una selección de estas cartas, así como artículos poco conocidos de Sabella para revistas extranjeras, serán incluidos en un libro que está terminando y que cuenta con el 2% Cultural del FNDR.

También en el Museo Andrés Sabella hay novedades. Lo anuncia su directora, María Canihuante: "Estamos en serias conversaciones para reeditar los libros 'Hombre de cuatro rumbos' y 'Chile, fértil provincia...'. Además, la municipalidad reeditará 'Pueblo del Salar Grande'".

Ese museo antofagastino resguarda el grueso del legado de Sabella, que fue donado por su hija, María Eugenia. En total, son seis mil textos. "Hay muchas primeras ediciones dedicadas por los autores a don Andrés", detalla Canihuante, y menciona uno en particular: "Es un manuscrito lindísimo de cuando Isabel Allende le envió una carta, y le dice: 'Don Andrés, espero sus críticas para enviar este texto a imprenta'. ¡Era su primer libro!".

Canihuante conoció a Sabella cuando éste le hizo clases de literatura en el Liceo de Niñas de Antofagasta, en los 60: "Era alegre, bueno, conversador y colaborador. Fuera quien fuera a pedirle una charla o un escrito, él siempre estaba dispuesto. Había gente que lo criticaba porque perdía tiempo en eso, pero él decía 'Cada vez que una mano toca mi puerta no es tiempo que gasto sino un amigo que gano para la causa de la poesía'".



 

 

 

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El legado de Andrés Sabella, en su centenario.
Por Romina de la Sotta Donoso
El Mercurio, sábado 15 de diciembre de 2012