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Patrimonio - 2013
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POESÍA: MEMORIA Y MEDITACIÓN
Por Roberto Onell
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 26 de mayo de 2013
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Gloria Dünkler (Pucón, 1977) viene elaborando páginas breves e intensas. Lo celebramos con Füchse von Llafenko (Revista de Libros, 21.02.10), primera publicación individual de la autora que, fuera de ganarle un premio en Argentina, destacó por una voz de promisoria seguridad compositiva. Los colonos alemanes en el Sur chileno aparecían, ahí, con la naturalidad de jóvenes menos interesados en pontificar sobre guerra y paz, sobre indígenas y extranjeros, que en comprender sus propias circunstancias, claramente abarcadoras de todo ello.
Con similar concisión, Spandau (Santiago: Tácitas, 2012; 57 págs.) se aventura por derroteros más explícitamente reflexivos y narrativos. Para ahondar en temas, personajes y la ética del mundo tratado, véanse las lecturas de Juan Manuel Vial (La Tercera, 05.01.13) y Rodrigo Pinto (El Sábado, 03.11.12). En Spandau, encontramos poemas sin títulos, de versículos librados al eventual ritmo de cada enunciado y cada conjunto temático o anímico. El protagonista, un nazi refugiado en el Sur chileno, empieza por mostrarse en tercera persona: “pensó si morir en combate habría sido mejor/ que llegar a una tierra sin orden./ Ser invitado a un guillatún/ un privilegio que no comprendió” (12), “alguien le dijo que nadie escapa/ de la sangre, de lo obrado./ [de] almas que exigen cuentas” (17). La perspectiva objetivista cede el paso, enseguida, al discurrir del personaje: “Libré de los Juicios de Núremberg/ de Spandau la de muros largos […]./ Estaba en deuda con esta patria” (27); “Fuimos terribles en la lucha […]/ ¿Te acuerdas Paulo allá en Villa Baviera?/ ¿Recuerdas Augusto esas veladas?” (29), la familia y la nación entretejidas: “Zapatero, torturador o Führer:/ en cualquier trabajo debía ser el mejor/ y mi hijo no sabe descuerar una oveja –regañas” (43). La sección “Finales” ofrece cuatro desenlaces de una peripecia que implicó al mismo Salvador Allende, según la carta transcrita.
Antonia Torres (Valdivia, 1975) dio a conocer una compilación poética, Inventario de equipaje (Cuarto Propio, 2006), con poemas marcados por una oralidad, en espacios domésticos y públicos transfigurados por la meditación (nuestra reseña, en Anales de Literatura Chilena 8, 2007).
Umzug (Santiago: Cuarto Propio, 2012; 51 págs.) persevera en tres partes. Comienza con ritmo de cotidianeidad urbana, en ambiente alemán, como en esta feria de las pulgas: “Pierdes un guante/ pierdes la mano completa al subir la escalera// […] un mendigo no sabe si charla o saludo/ escarbas tu bolsillo un sillón apolillado/ pelusas botones tesoros ofreces […]” (“Trödelmarkt”, 10), donde la falta de comas reproduce la acumulación desordenada del mercado, junto al traqueteo rítmico; o “Denkmal” (13), cuyas reiteraciones “si lo piensas bien”, “piénsalo bien”, “pero piénsalo”, “detente y piénsalo”, aúnan poema y monumento. La segunda sección, del ámbito privado, expone la difícil vida en pareja con cierto objetivismo descriptivo: “No hubo romance no hubo siquiera aproximación// pedazos vidrios ramas desgajadas […]” (26), donde la ausencia de puntuación exacerba la velocidad vital. Los poemas “Una mujer llora sobre el hombro de un hombre” (28) y “Una mujer prepara café al amanecer un día de invierno” (29), diestros equilibrios de elocuencia y contención, imponen el nudo de tensión existencial mediante juegos de paralelismo entre “una mujer” y “un hombre”, entre “la primera mujer” y “la segunda mujer”, con efecto de simultaneidad. Asimismo, el verso largo, alternando dos voces o ánimos (“Adivina su ánimo”, 31), sabe desmedirse para respirar mejor en prosa llana. La parte “III”, donde adivinamos estancias del Sur chileno, rezuma todo lo anterior.
En tiempos de versos desbordados y tantas veces más terapéuticos que poéticos, Gloria Dünkler y Antonia Torres demuestran el valor del versículo cuidado, directo y nada obvio, y el poder lírico de la prosa, densificada con eficaz parquedad, sin empecinarse en una versificación que hubiera sido mera prosa recortada. Por eso el mundo memorístico y fuertemente ético de Dünkler, y las estampas viajeras y la fragilidad doméstica de Torres, son creíbles y conmovedores. Nos hacen propia la extranjería en clave germana; nos extrañan el terruño en un Sur mitificado.