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Lengua ósea de Sergio Muñoz: tachadura, identidad y biografía

Por Andrés Urzúa de la Sotta



Más allá de los criterios formales que podrían emparentar los versos de Lengua ósea con una poesía de la melopeia (en el decir de Pound), lo que me llama poderosamente la atención es la radical relación entre escritura y biografía que se plasma en el libro.

Si Enrique Lihn se propuso en algún momento establecer una suerte de poesía situada, lográndolo de manera definitiva en su agónico Diario de muerte, aquí encontraría un ejemplo tan radical como aquel, pero inverso: el de situar el origen y la identidad. Pues Lengua ósea es un doloroso y dolorido recorrido por la biografía más íntima de ese otro Sergio Muñoz que es Gabriel Cereño (o de ese otro Gabriel Cereño que es Sergio Muñoz).

En este sentido, la tachadura del nombre sergio muñoz, la cual se vislumbra desde la puerta de entrada del libro que es la portada, no alude a aquella oposición al concepto de autor propia, por ejemplo, de Juan Luis Martínez (ni a sus intenciones progresivas de propender a la anonimia), sino que hace referencia a una constatación identitaria del autor: el rechazo hacia un nombre y apellido que le sirven de identidad (Sergio Muñoz), mas de los cuales quisiera poder renegar o desprenderse (Sergio Muñoz).

Lengua ósea, entonces, asume abiertamente su calidad de testimonio, sumergiéndose en la intimidad más medular de la persona que hay detrás del autor, y exhibiendo sus llagas abiertas desde el inicio. Así, al lector se le ofrece lo siguiente: un libro abierto que combina confesiones en prosa, documentos testimoniales (como un acta de nacimiento, un informe de ADN y una demanda, entre otros) y poemas que aluden metafórica, lírica y cadenciosamente a aquellas circunstancias (los cuales por momentos se convierten en puro significante, quizás espejeando la distancia entre materialidad verbal y significado, del mismo modo como el nombre del autor (Sergio Muñoz) no refleja su identidad (Sergio Muñoz, Gabriel Cereño)). De esta manera, la oposición entre la cadencia de los pasajes en verso y la opacidad de la biografía exhibida, es un componente que apunta a tensar aún más la relación entre escritura y biografía.

Ahora bien, ¿qué situación se expone en el libro? En resumidas cuentas lo que se narra es la muerte de una hermana innominada en el parto del autor, la cual cifrará inexorablemente la identidad del mismo. A su vez, se revelan una serie de sucesos desafortunados, como la carencia de un padre biológico, llamado Gabriel Cereño, y la traición de su tío, Sergio Muñoz Alarcón (el cual es su padre ante la ley). De ahí en más, el poeta trazará una urdimbre que a partir de la mitad del libro va a dejar atrás los componentes testimoniales para devenir exclusivamente en poesía en verso, revelando la estrecha e incomprensible relación entre las circunstancias biográficas de la persona (Sergio Muñoz) y su transformación en poeta (Sergio Muñoz).

En este sentido, Lengua ósea es, probablemente, junto a Purgatorio (Raúl Zurita, 1979), Diario de muerte (Enrique Lihn, 1989)y Veneno de escorpión azul (Gonzalo Millán, 2007), uno de los libros chilenos que más lejos ha llegado en el tema de la famosa ecuación arte-vida, extremando la relación y tensión entre la biografía y la escritura, y dejando al lector en evidencia, como un voyerista morboso o un obsceno lector de diarios de vida.     



 

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