¿No será que el cura Valente sigue viendo en blanco y negro?
Por Andrés Urzúa de la Sotta
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Cuando gran parte de los poetas chilenos jóvenes operan en sentido contrario a toda épica y/o lírica, no es curioso que el cura Valente piense en el eclipse de la poesía chilena actual. Y la metáfora que utiliza, el eclipse, no es menor ni fortuita. Todo eclipse simboliza, en cierto sentido, la desaparición transitoria de algo. Y esa ausencia de algo, en el caso de la poesía chilena, es justamente la creencia en las posibilidades del lenguaje para dar cuenta de la belleza y la experiencia personal (lírica), y de la realidad colectiva y trascendente (épica). Es decir, movidos por el fin del metarrelato de Lyotard y por el escepticismo y las escrituras radicales de Lihn, Juan Luis Martínez y Millán, entre muchísimas otras variantes que sin duda se me escapan y/o desconozco, gran parte de los poetas jóvenes chilenos, sobre todo de los noventa en adelante, aprendieron a descreer de la poesía con mayúscula, de la alquimia del verbo, del lenguaje mismo, llevando a la figura del vate al despeñadero. En este sentido, el eclipse de la poesía chilena es evidente: la figura del poeta que tanto le gusta a Valente, con ese tono épico y colosal del Neruda del Canto General, o del lírico entrañable del lar teilleriano, ya no existe. En un mundo donde la palabra está totalmente intervenida, erosionada y vaciada de sentido, esa poesía simplemente no puede existir. Más aún: el hecho de que un poeta actual no se percate de aquello, cayendo en el devaneo de la sensualidad de la lírica o en el autoritarismo de la épica, sería de una ingenuidad feroz. Por lo mismo, no es casual que el cura celebre al primer Zurita o a Óscar Hahn, pues ambos son ecos y/o rezagos del influjo terminal de la épica y de la lírica, respectivamente. Yo me pregunto, entonces: ¿no será luminoso el eclipse de la poesía chilena actual? ¿Habrá leído, o más bien, habrá sabido leer el cura Valente a autores como Yanko González, Andrés Anwandter, Germán Carrasco, Kurt Folch, David Bustos, Felipe Cussen, Gustavo Barrera, Alfonso Grez, Christian Aedo y Víctor López, por nombrar algunos? ¿Habrá leído, a lo sumo, Virus o La ciudad de Gonzalo Millán? ¿No será que el cura Valente sigue viendo en blanco y negro?
