ANTOLOGÍA DE ARMANDO URIBE
"Entre escombros", antología de poesía política de Armando Uribe
Notas, selección y prólogo de Sara Jordán
Por
Roberto Onell
Publicado
en Revista de Libros. Artes y Letras. “El Mercurio”, domingo 5 de octubre, 2014
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Sara Jordán (Santiago, 1982), nos entrega Entre escombros. Antología de poesía política de Armando Uribe, volumen que ella además prologa y anota. Como sabemos, toda selección de poemas es ya una lectura, explicite o no sus premisas. Por eso, al interrogarnos por cómo se entiende lo político en esta poesía, una de las más consistentes de los últimos sesenta años en Chile, conviene atender la reflexión que la propia Jordán ofrece acerca de Uribe: “¿Qué nos muestra su poesía? La injusticia, la marginalidad de su entorno, las muertes para producir la revolución, la influencia de Estados Unidos en Chile, al mismo general Pinochet o a quienes lo apoyan, esos ratones que merodean sus poemas”. Constitutivo de esta poesía, “el testimonio buscará no centrarse en la función estética, sino que en la verdad para dejar constancia de un hecho, al decir ‘su’ verdad sobre una situación social”. Entendemos que ésta es, entonces, una antología de asunto político, asumida como testimonio.
En efecto, los más de cien poemas, entresacados de veinte publicaciones de Uribe, evidencian una preocupación por fenómenos que podemos distinguir, con mediana facilidad, en la vida social del último medio siglo chileno, aparte de unas pocas referencias a otros sitios, épocas y personajes. Se trata de textos que no llevan títulos, caben en una sola página y muchas veces se acompañan de notas de lectura de otros autores; poemas que observan, comentan, opinan y también reflexionan: “La dictadura/ no fue un error, tiene apellidos/ como colas de rata o lagartija(…)”; “¿Ser de la misma raza humana/ que potentados y tiranos?/ También nosotros somos vanos./ El hilo cruel se deshilvana/ pues somos todos inhumanos./ La parca que teje su lana/ sonríe y se sopla las manos”. Como quizá se desprenda de estas citas, la poesía de Uribe comunica un ánimo que oscila entre la serenidad meditativa y la irritación e ira propias del desengaño y la impaciencia. Las voces suelen hacernos ver siluetas de hombres reconcentrados, contempladores activos del acontecer nacional y mundial, depositarios de una moral fuerte, donde bien y mal no sólo son posibles de reconocer, sino que además poseen autores y destinatarios, victimarios y víctimas. Ese temple acaso más estoico del catolicismo permite que las voces de ciertos poetas latinos y autores medievales se dejen oír, sean citadas o no por Uribe.
Pero hay al menos un flanco de lectura más insoslayable: la construcción métrica, generalmente estampada en metros combinados, de arte mayor y menor. Gran parte de las obras en verso de Uribe (o sea, cientos de páginas) están escritas así, dando prueba de una voluntad de armonización cercana a la música, de una palabra que se entrega, primero, al oído; por eso hablamos de voces entreoídas, ya susurradas, ya en el alto volumen de un coro. Una poesía que aspira, todavía hoy, a ser recibida como canto desde la composición misma. De ahí la solemnidad y hasta severidad a la que nos exponemos al prestar oído a estos versos. Ámbito anímico y sapiencial donde lo político es reelaborado en un horizonte –antropológico y teológico– más ancho que el juego de estrategias, de acciones entre aliados y adversarios.
Entre escombros, más muestrario que antología, contribuye indudablemente a la difusión de una obra aún en expansión. Recordemos que la selecta antología El viejo laurel, que hiciera y prologara Juan Cristóbal Romero (Tácitas, 2004), recoge textos de una poesía que al menos se ha duplicado en la última década, con la esperable disparidad de resultados. Con todo, si elegimos la vía política, la selección de Sara Jordán servirá buenamente para estimar las consecuencias de esta poesía, sea cual fuere su asunto, en la comprensión de nuestra polis.