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Presentación Entre escombros, antología de poesía política de Armando Uribe Arce
Selección, notas y prólogo por Sara Jordán

Por Sara Jordán


.. .. .. .. .. .

No hay justicia en la medida de lo posible, ni verdad a la medida,
ni reconciliación y amor mesurados por el metro de lo que «se puede».
ARMANDO URIBE


Sin deseos de expresar aquí lo que sería formalmente un extenso recorrido para situar a este autor, un autor que ha sido tan solicitado por los medios de comunicación, un escritor sumamente intelectual y tan contestatario respecto de la política chilena e internacional, me gustaría expresar que una de las condiciones que Armando Uribe se propuso al comienzo de nuestra amistad intelectual, que comenzó hace más de nueve años, consistió en no hablarme de política.

Sin quererlo, la curiosidad que despertó en mí esta actitud tuvo fruto, y, por ende, mi tesis de pregrado de Licenciatura en Literatura fue acerca de este tema y, años después, hoy, he logrado culminar esta obra que cobra forma de una antología de poesía política de un hombre nacido en Santiago en 1933, ex alumno del Saint George, abogado de la Universidad de Chile, quien ejercía el cargo de Embajador en Pekín el día del Golpe. Fue desterrado, luego dictó cátedra en La Sorbona, en la Universidad de Chile y obtuvo el Premio Nacional de Literatura el año 2004.

Su destierro ha constituido un hecho crucial en su vida, un destierro en el que fue acompañado por su familia, sus cinco hijos, su mujer y artista Cecilia Echeverría y su madre. Dedicado a impartir clases en La Sorbona, permaneció en Francia hasta que pudo retornar a Chile. Su obra es prolífica, su poesía, epigramática. Autor de los poemarios Transeúnte Pálido (1954), Por ser Vos Quien Sois (1989), Los ataúdes/Las erratas (1999), A peor Vida (2000), y Vergüenza Ajena (2010), por ejemplo, y de otros libros como sus ensayos Pound (1963) y El fantasma de la sinrazón & El secreto de la poesía (2001), ha tenido como temáticas recurrentes a la muerte, al amor, a la tontería, que le sirve para argumentar la existencia de Dios, a la misma divinidad y a la política como ejes en su obra.

Su carácter contestatario, ante una sociedad escindida, que, por una parte, está conforme con la dictadura, salvo en lo referido a los crímenes contra los Derechos Humanos producidos durante ella; o, por otra parte, que está en su contra por la sociedad en ruinas y descoyuntada que dejó, ha sido quizá el motivo por el cual su figura, en temas políticos, ha adquirido suma relevancia. Pero su autoridad no se debe solo a la calidad de haber sido desterrado o a una supuesta y aparente postura ideológica que pareciera estar afincada en una lectura izquierdista y marxista de sus críticas a la sociedad chilena. Armando Uribe es un hombre complejo e intelectualmente interdisciplinar.

Lo cierto es que Uribe solo perteneció a la Izquierda Cristiana por alrededor de un año, partido que no tenía un ideario marxista, luego de que Aylwin asumió el poder. Nunca, además de este incidente, se ha sentido representado por partido político alguno. Pero hay que considerar que la Izquierda Cristiana emergió de una escisión del Partido Demócrata Cristiano. Es decir, su postura nunca se ha sentido conforme con la ideología marxista. Por el contrario, su hijo Pedro Uribe y Armando Uribe mismo sostienen que su postura viene dada por su catolicismo, tesis corroborada por el primer lector de la presente obra, Manuel Barros:

La poesía de Uribe trasunta catolicismo. Una primera apreciación sugeriría que solo hay en su obra meras alusiones bíblicas o referencias a ideas eclesiásticas. Sin embargo, la consideración más detenida de sus palabras muestra que su interpretación de la realidad histórica chilena está permeada por un ideario plenamente católico, más allá de que este sea debatible en sus detalles posconciliares.

De esta manera, nos enfrentamos a un autor sumamente complejo, que sigue la doctrina católica, que condena la dictadura, que defiende a los marginados y víctimas de la violación de los Derechos Humanos y de los Crímenes de Lesa Humanidad, pero, al mismo tiempo, condena la actuación política de lo que llamamos “período de transición”.

Además de su crítica al sistema como totalidad, critica, especialmente, la influencia de Estados Unidos en el Golpe y en Chile incluso desde antes de 1970, como queda de manifiesto en Covert action in Chile (1974), texto del senado norteamericano escrito por Frank Church. Incluso, escribió un libro titulado El libro negro de la intervención norteamericana en Chile (1974). Junto con el legado del sistema de mercado desregulado, un sistema manipulado por tecnócratas, que, más bien, según él mismo establece, vendría a ser la ideología única en el mundo, critica a diversas esferas del poder. Algunos subtemas de su poesía política son los nazis, el género humano, la religión católica y Estados Unidos, así como también el destierro, el siglo XX, la justicia y los políticos, entre otros.

Es de suma relevancia destacar que la metáfora del ratón que emplea en su poesía no es tal, sino algo que ocurre en la naturaleza: en el centro, el rey de los ratones y el resto de los ratones con su cola amarrada a él viene a representar en la poesía de Uribe a la figura del general Pinochet y a sus partidarios, a la irracionalidad nacional que se condensó en este el día del Golpe, mientras que la figura del mediocre emerge de la lectura de la Carta Abierta a Patricio Aylwin, donde Uribe critica la política de consensos empleada por la Concertación para mantener la estabilidad política cuando el país recién había vuelto a la democracia y se temía otra dictadura, temor que Uribe cree era injustificado. Cada lectura que alude a la mediocridad se relaciona con este hecho histórico.

Y es que no nos debemos engañar. Uribe tiene sus propios argumentos para prolongar la dictadura al menos hasta 1998: la impunidad, la legitimidad de la violencia y la superioridad de las Fuerzas Armadas por sobre los poderes del Estado, entre otros factores.

¿Qué nos muestra su poesía? La injusticia, la marginalidad de su entorno, las muertes para poder producir la revolución, la influencia de Estados Unidos en Chile, al mismo general Pinochet o a quienes lo apoyan, esos ratones que merodean sus poemas, las torturas, los osarios, los vertederos, la mentira como verdad de la República, un profundo desacuerdo con la política de la Concertación; su carácter polémico y contestatario, una crítica al modo como se practica la religión católica y el abuso del empleo del nombre divino, en resumen, una apología a la divinidad, entre otras cosas.

De acuerdo a la percepción que nos genera la poesía política de Armando Uribe, creemos que coincide con la actitud del «duelo» de esta nación que nace de una fuerte represión política y social de la que él fue víctima. Es por eso que creemos que al adentrarnos en su obra debemos conservar ese gesto. Pero me gustaría subrayar algunas características testimoniales que adquiere su poesía, tirando así de uno de sus hilos.

Renato Prada, en su ensayo «El discurso-testimonio», establece que este tipo de discurso surge por primera vez en Latinoamérica por el choque entre los conquistadores y el mundo de las culturas avasalladas. Debido a esto, las crónicas de la conquista constituyen la primera literatura testimonial escrita en Latinoamérica, pero el testimonio no solo se manifiesta en narraciones, sino que también en verso, como sucede con La Araucana.

Lo fundamental es que al discurso testimonial le subyace «la preexistencia de un hecho socio-histórico (…) susceptible de una versión o interpretación discursiva» (Prada, 2013:441). Así, todo testimonio es referencial, corresponde con la realidad y es verdadero, ya que pretende decir «su verdad, la verdad», lo que motiva su creación. Esto implica la existencia de otra versión, opuesta, contraria, enemiga, distorsionada o «falsa» de los hechos, «a la cual corrige, se opone o rectifica» (441). Su intencionalidad polémica hace que esté permanentemente desmintiendo al discurso enemigo, por lo cual posee una estructura manipuladora y cognoscitiva peculiar, ya que pretende influir al receptor para que tome partido por su testimonio.

La literatura latinoamericana siempre ha tenido como misión testimoniar, en tanto la conquista de una civilización implica destrucción e imposición, como ocurrió en el caso de la intervención norteamericana en Chile y la imposición de su modelo económico: el capitalismo multinacional actual.

El testimonio es la declaración en primera persona de un testigo, aunque en la poesía de Armando Uribe, al asumir un «yo colectivo», nos habla en plural; es una aseveración que tiene por objetivo probar, justificar o comprobar la verdad de un hecho previo, garantizado por el emisor en tanto actor o testigo (443). Se trata de una vivencia que surge de la experiencia de «represión, pobreza, explotación, marginalización, crimen, lucha» (443). En el caso de Armando Uribe, el discurso-testimonio emerge desde la marginación y su testimonio se complejiza al ser proveniente de un hablante poético que, según el mismo establece, en el caso chileno, combina «de manera inesperada los datos de la realidad concreta» (1999a: 15).

En estos discursos el testigo pretende encarnar un «yo colectivo», ser una metonimia de la colectividad y este pertenecer a un grupo social le da un carácter político. Al marcar el «yo colectivo», quien testimonia pasa a ser un sujeto social parte de un todo mayor que puede ser asumido por cualquiera del grupo al que pertenece, grupo del cual no puede escindirse, borrándose así la función del autor y la relación de autoría.

Quien testimonia siempre pretende una «actualidad» para comprometer al lector con su situación problemática, «interpela al lector como alguien que comparte o simpatiza con su situación» (Prada, 2013:444), como un igual.

El testimonio buscará, no centrarse en la función estética, sino que en la verdad para dejar constancia de un hecho, al decir «su» verdad, presentando su punto de vista como «el» punto de vista, su versión como «la» verdadera. La poesía política testimonial de Armando Uribe oscila entre lo estético, en tanto se trata de literatura, y la referencialidad del testimonio.

De esta manera, en ocasiones aparece en la poesía de Uribe un «yo colectivo» y podemos determinar que su discurso poético, en lo político,  se sostiene sobre los ejes de la marginación, que constituiría el locus del hablante, al tiempo que intenta desmitificar la versión y la relación de la Concertación con la dictadura en lo que se refiere a la construcción de identidad nacional.

Así, por ejemplo, nos encontramos con algunos poemas testimoniales, en los que Uribe nos habla en plural, como un testigo que tiene la función de rectificar la versión de los hechos o simplemente denunciarlos a través de su poesía:

Fue lo que fue, jugamos a la némesis,
murieron varios, tal vez muchos a causa
de los caprichos que tuvimos al cenar truchas de plata,
no nos importaba ni lo más mínimo, qué nos incumbe
que mueran anónimos que desconocemos, era la tesis,
y efectivamente jugamos a los naipes ingleses, de noche
. . . . . . . .. . en la casa
del ministro o del duque o de la rameada
cortesana, mientras en el diván se acariciaba
. . . . . .. Venus la vulva.

No obstante, su marginación social, nuevamente hablando en plural, y representando a un «yo colectivo», se hace más evidente en el siguiente poema:

Los muertos que fuimos ya se aburrieron
de estar muertos. No renacimos sino que nacimos
mal hechos unas furias, maltrechos y con caras
de ningunos amigos de nadie en absoluto.
En eso estamos. Nos barrieron
debajo de los pies con escobas de arbusto.
Luego después de lo cual nuevamente nos fuimos
a las regiones lóbregas desde donde apagamos
. . . . . . . las lámparas.

Pero Uribe no asume un «yo colectivo» solo en lo que se refiere a nuestro país. Debido a la influencia norteamericana en Chile desde antes de 1970, le dedica un extenso apartado al Doctor Kissinger, mostrándose como defensor de quienes han sido víctima de los crímenes cometidos por este político germano-estadounidense, pasando él mismo a integrar el «yo colectivo» que serían los judíos y el resto de los muertos o afectados por su causa. No citaré el poema debido a su extensión, pero es importante dejar constancia de que Uribe integra ese «yo colectivo».

Respecto de la figura del mediocre, que ya dijimos se desprende de la Carta abierta a Patricio Aylwin, y que se relaciona directamente con la política de los consensos, la poesía de Armando Uribe es profundamente directa, aunque en este caso su testimonio se complejiza por el hablante que denuncia y establece una metáfora brutal:

Se felicitan los mediocres,
se dan las manos, se las lavan
en una tina cargada de sangre;
sus inmundicias con amebas
les corren por los muslos y las corvas,
y se restriegan con toallas sucias
de saliva y de mocos, se les meten
por los pelos de la ingle y se los tiran
con rabia hipócrita y sonríen sus molares hechizos.

La misma dictadura se relaciona con la «supuesta» metáfora del ratón en el siguiente poema, condensando así su significación y aportando al hecho de que los golpistas estaban apoyados por los ratones que tienen la cola amarrada al rey de los ratones, el general Pinochet:

La dictadura
no fue un error, tiene apellidos,
como colas de rata o lagartija,
y su elenco de honor para asesinos
los regocija todavía, y dura
indefinidamente; no fue un malentendido
sino la voluntad de pasar una lija
de hierro por encima de los niños.

En este poema, también hay algunas características del testimonio, en tanto Uribe procura que el lector asuma «su verdad», al tiempo que «rectifica» que el período dictatorial aún no ha culminado, aludiendo literalmente a un hecho socio-histórico, tomando en consideración que este poema salió a la luz en 1999, lo que se condice con su periodización de la dictadura, que perduró hasta al menos 1998.

Asimismo, la figura del general Pinochet en tanto al margen de la ley por su impunidad y dentro de ella, como senador, se evidencia en el siguiente poema, permitiéndonos constatar que el sistema político lo aparaba cuando pasó a formar parte del senado:

La alcahueta política le saca punta al lápiz
jurídico, se lava los dientes y las uñas se escarba
y toda se adonosa, con enaguas
de encajes en el rodeo de abajo y en el margen
del escote. Toma su cartapacio con escritos
en defensa del monstruo psicópata político
y asiste a las sesiones de la Cámara.
Pasa tarjeta donde dice: Madama P., su casa.

La función de la política de la Concertación adquiere un carácter demencial. Ahora bien, respecto del destierro mismo, aparentemente Armando Uribe guardó un silencio literario, pero eso no implicó que se abstuviera de leer otros textos y de funcionar dentro del mundo parisino, siendo que el destierro mismo marcó una condición de fementido y le suscitó angustia al no encontrarse a sí mismo en las tinieblas existenciales, al extrañar su patria pese a todo. Lo que vemos es que el destierro le genera también rabia y una particular relación con la poesía, y el hablante adopta una postura impersonal, debido a la distanciación de este respecto de los hechos,  pero otorgándonos testimonio:

Un hombre con sombrero, traje oscuro, corbata,
melancolía sentimental política,
pocas palabras apasionadas, pantalón con bastilla,
zapatos negros deslustrados, rabia.
En país extranjero desterrado.
Una pieza con pocas personas. Extranjeras.
Lee un libro, un brevísimo ensayo.
Poesía –ni que la propia patria fueras.

De esta manera, nuestra lectura nos hace interpretar este poema como una experiencia propia de Armando Uribe, en la que él mismo se ve «desde afuera».

Sus críticas a los negociantes se concentran en este poema, mostrándonos la paradoja su paz interior, pese a que han sido responsables de muertes de terceros:

Negocios hacen de las negaciones
contra el humano cuerpo, contra carnes
pudriéndose en el acto de florecer, portazos
donde no hay puertas, cuando casas
no existen en la tierra a la redonda, el vaso
de la vida lo quiebran en mil pedazos, vanse
los negociantes, felices, a mansiones
de sangres y se sorben el seso y se relajan.

Por otro lado, si bien la aristocracia en Chile desempeñaba un papel de tutelaje hacia los más pobres durante el siglo XIX, vemos que esta relación ya no perdura y Armando Uribe le dirige una crítica a la clase dirigente, a los ricos y nuevos ricos, proponiéndose dejar constancia de las falencias y de un profundo desacuerdo con la actitud de esta clase social, como queda de manifiesto en el siguiente fragmento de “Elegía por los ricos de Chile”:

De ellos me acuerdo, de los que quieren serlo todo pero
. . . . . . . . . . no son sino sus bienes, mal-
. . . . . . . . . . adquiridos, mal empleados,
. . . . . . . . . . bienes que entre sus manos
. . . . . . . . . . se hacen males. Quiero
yo ser su malestar en esta vida. Dar fe como un notario,
. . . . . . . . . . como el gusano escribano da
. . . . . . . . . . fe de los cadáveres

pese a que ser un gusano me pesa. Con ellos estoy
. . . . . . . . . . en total desacuerdo.
. . . . . . . . . . Que pasen malos ratos
. . . . . . . . . . mientras su tiempo dura.

Finalmente, de los restos de estos abusos cometidos en el siglo XX, Uribe nos muestra su exacerbación ante lo ocurrido, una visión cristiana que no sucumbe ante la historia:

Unos pocos huesitos, las falanges
de un dedo, briznas y virutas
de costillas y fémures y rótulas,
astillas de huesitos, rotas,
¡por la puta, grandísimas putas!
¿qué han hecho de los restos de los ángeles?

De esta manera, hemos hecho un recorrido por gran parte de los subtemas políticos de Armando Uribe, aunque sin pretensiones de ser exhaustivos debido al carácter de este texto, a que constituye tan solo una presentación, pero sí creemos haber abordado aspectos fundamentales que nos dejan entrever aspectos de su poesía como, por ejemplo, el hecho de que suele ser epigramática, adoptando a veces la forma de sátira, así como también un breve aporte para su comprensión a través de lecturas de sus textos en prosa, como la Carta abierta a Patricio Aylwin,  El fantasma de la sinrazón y El criollo en su destierro.

Su vivencia del destierro lo marca como víctima de una imposición cultural, en este caso estadounidense, dejándolo en una situación marginal de la que emerge su discurso testimonial, aunque no toda su poesía política posee características testimoniales. Lo que sí queda en evidencia es de que del fruto de esta imposición, bajo la forma de dictadura, Uribe intenta escribir el discurso «verdadero» de la nación frente a otro discurso que se supone «falso» de un mismo fenómeno histórico. La lectura de su poesía política contribuiría a escribir una versión verosímil de lo que ha sido de la dictadura en Chile, al añadir el punto de vista de quien ha padecido la marginación social, un punto de vista interdisciplinar e intelectual.

Pero tenemos que recordar que la clausura del texto no está ya en el autor, como se plantea en la teoría deconstructivista, y desde incluso antes, sino que en el lector, quien produce al texto, y que a medida que nuestro horizonte recibe las imágenes o símbolos que Uribe nos presenta, podemos establecer dicha clausura, cerrando el recorrido interpretativo para calar más hondo en una poesía tan poderosa, y en ocasiones violenta, una violencia que forma parte del inconsciente colectivo nacional, violencia que se condensó, según Uribe, a la manera de «el fantasme de la violencia que busca ser legitimada» en Pinochet.  

La Chascona, 27 de septiembre 2013.


 

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BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía primaria

URIBE, Armando,  Carta abierta a Patricio Aylwin. Santiago de Chile, Editorial Planeta, 1998a.
. . . . . . . .. . . . . . .. Imágenes quebradas. Selección de textos, prólogo y notas: Francisco Véjar. Santiago de Chile, Ediciones Dolmen, 1998b.
. . . . . . . .. . . . . . .. “Los poetas se jactan”. RevistaRocinante (5): 14-15, marzo 1999a
. . . . . . . .. . . . . . .. Las críticas de Chile. Santiago de Chile, Beu-ve-drais editores, 1999b.
. . . . . . . .. . . . . . .. Los ataúdes/ Las erratas. Santiago de Chile, Beu-ve-drais editores, 1999c.
. . . . . . . .. . . . . . .. A peor vida. Santiago de Chile, Editorial LOM, 2000a.
. . . . . . . .. . . . . . .. Contra la voluntad. Santiago de Chile, Be-uve-drais Editores, 2000b.
. . . . . . . .. . . . . . .. El fantasma de la sinrazón & El secreto de la poesía. Santiago de Chile, Be-uve-drais Editores, 2001.
. . . . . . . .. . . . . . .. El criollo en su destierro. Santiago de Chile, Be-uve-drais Editores, 2003.
. . . . . . . .. . . . . . .. Las críticas en crisis. Santiago de Chile, Editorial LOM, 2004.
. . . . . . . .. . . . . . .. De memoria. By heart. Par coeur. Santiago de Chile, Tajamar Editores, 2006.

 

Bibliografía secundaria

BARROS VILLAGRÁN, Manuel. Sobre Uribe. [en línea] En: <londinos1982@gmail.com> miércoles 30 de enero 2013
<manuelbarrosv@gmail.com> [consulta: 30 de enero 2013]

PRADA OROPEZA, Renato. “El discurso-testimonio” [en línea] <http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/6384/1/19892223P437.pdf> [consulta: 06 de mayo 2013]
 



 



 

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