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“¿Has visto a una mujer invisible podar sus recuerdos?”:
Zapping, de Andrés Urzúa de la Sotta

Por Eduardo Farías A.


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Si pensamos en la recepción de un libro, estaremos de acuerdo en que se establece una transacción entre un lector —categoría que incluye al crítico— y un libro, libro que no solo se compone del mensaje de un autor, sino que también es un objeto diseñado por el editor. El objeto de la crítica no sería solamente el mensaje de un escritor —o el libro como un mero manuscrito—, su objeto es el libro en sus múltiples dimensiones, entre las que podemos encontrar el trabajo de diseño de la cubierta, la diagramación y la edición. Por lo tanto, el trabajo del editor constituye otro de los objetos de la crítica literaria.

De tal manera, analizar el trabajo editorial de Ripio Ediciones en Zapping, de Andrés Urzúa de la Sotta, es tan fundamental como analizar el contenido lingüístico de la obra. No es insignificante que Ripio mantenga una estética de colección, la que se evidencia en diversos factores, como el formato de los libros, en este caso me interesa destacar el uso de los tonos grises, tal como sucede en la cubierta del poemario de Andrés Urzúa y en Recolector de pixeles de Christian Aedo. Ambas cubiertas están marcadas por el uso del blanco y negro y la escala de grises. Por otra parte, la geometría es otro aspecto que se repite en ambos libros.


En el caso de Zapping, la cubierta exhibe un montaje de rombos divididos en triángulos —algunos con la imagen fragmentada de un chico y de una chica—, rombos que dan cuenta de la desarticulación visual de la imagen evocada en el gesto del zapping televisivo. En la contracubierta se reproduce en miniatura la cubierta y un texto de presentación de Jaime Pinos que está diagramado con la misma linealidad que impone el rombo. Tanto la cubierta como la contracubierta forman un todo unitario. Tampoco es insignificante que el diseño de cubierta ingrese en la diagramación, cuando los rombos aparecen en diversas páginas del libro, logrando una equilibrada relación entre lo visual y lo escrito.

Con este libro, Ripio Ediciones vuelve de un tiempo de silencio manteniendo la estética que caracteriza su diseño editorial, el que concuerda con la visualidad que propone el poemario: “la pantalla proyecta un paisaje grisáceo” (26). De tal modo, lo visual se convierte en otro elemento significativo en la construcción poética, expresada por primera vez en la palabra que constituye el título. El diseño del libro da cuenta de ella, la hace visible mostrándonos esa imagen de rombos, ordenada y difusa a la vez.

El zapping es un comportamiento que aparece, fundamentalmente, en el uso del control remoto de los televisores, conducta en la que el sujeto cambia de canal de forma repetida sin saber de antemano qué va a mirar. Mediante el zapping recibimos fragmentos audiovisuales. La fragmentariedad es una característica que se replica a nivel poético pues los poemas de Zapping están pensados desde la lógica del fragmento: textos poéticos sin título que no sobrepasan la extensión de la página. El ejemplo más relevante es el poema “Las funciones de los cubiertos están delimitadas”, poema que se divide en tres textos autónomos que se encuentran al final de cada sección de Zapping. Además, detrás de todos los fragmentos hay una historia, hay un relato.

En este relato no hay principio ni final, los personajes no tienen nombre, por lo que el autor utiliza los pronombres personales para referirse a ellos. Este relato está enmarcado en el contexto de la casa, el que es referido de manera indirecta. En dicho espacio, la mujer, principalmente, se desenvuelve en relación con el televisor, su cuerpo, los límites de la realidad y un tercero, un hombre. La historia fragmentada, a mi modo de ver, es un síntoma de la experiencia del zapping que construye los poemas, aquella que se une a la impersonalidad de la situación, un contexto cualquiera, sujetos sin nombres que dan cuenta de la imagen difusa que se observa tras el zapping literario que constituye la experiencia de lectura.

Pienso que Andrés Urzúa logra construir la experiencia lectora como otra forma de zapping, como si el libro fuese otro televisor más. La imagen que logramos ver es, justamente, ese paisaje grisáceo. El televisor como agente activo en los poemas genera, finalmente, el zapping que se produce al recorrer este poemario. En este sentido, es inevitable recordar “Televidente” de Oscar Hahn como uno de sus referentes. Si en el poema de Hahn el hablante lírico muestra su situación en relación con el televisor, en Zapping de Úrzua de la Sotta el hablante muestra la situación de otra persona, una mujer. Entonces, a lo largo del poemario podemos apreciar cómo el televisor es un elemento activo que genera modos de experimentar la realidad en esta mujer:

Ella contempla el horizonte que se aleja en la pantalla. 
[…]
Cruza los márgenes del sueño, divisa
un tramoya en escena.

El eco de sus pasos la despierta (11).

El sonido de los pasos de un trabajador vincula el acto de soñar con la televisión. Por otra parte, el televisor complejiza la experiencia de la mujer, sobre lo que el hablante da cuenta al mostrar su memoria influida por la televisión: “Los parlantes se acoplan en su memoria” (10). Además, tanto el cuerpo como la realidad se funden o sus límites se caen. El vaivén entre el cuerpo de la mujer y los límites de la realidad es una problemática fundamental tanto en el ejercicio de la identidad de los sujetos como en la construcción del relato:

Su cara es un contorno vacío. 
Ella dispone de treinta segundos para llenarla.

Se ubica frente al espejo,
toma un plumón amarillo
y comienza a pintar su sonrisa (17).

O

Ella es la extensión del entorno.
Entre su cuerpo y el espacio no hay fronteras

ni líneas divisorias (25).

Andrés Urzúa no entra en la crítica estereotipada del televisor como una caja estúpida, sino que la realiza desde el mundo personal e íntimo del hablante. Zappingno solo teje un relato, no es un poemario unidireccional, sino que también Andrés Urzúa da cuenta de la relación que existe entre el telespectador y el televisor y, en este caso particular, entre el lector y el libro considerado como la caja estúpida. Esta relación muestra una posición crítica del autor que va más allá al considerar el zapping como una posibilidad de escritura y de lectura:

Usted puede olvidar con este programa.
Solo mire la pantalla,
deje su mente en stand by
y sonría recostado en un bergere (18).

Y

Al cambiar de canal aleatoriamente
los diálogos se conectan de un modo perverso;

las palabras se liberan del sentido
hasta volverse figuras inconexas, como restos
de polvo, pixeles y un ojo fugaz (35).

Finalmente, Zapping de Andrés Urzúa de la Sotta propone una trama discursiva en la que el lector no será un sujeto pasivo, en este zapping quien lea tendrá que asumir el rol de quien tiene por delante un televisor y en su mano el control remoto, y en ese cambio constante de canal, de páginas, se construye una historia fragmentada, historia que no se expone directamente, plagada de ausencias, de intersticios que problematizan la relación que se da entre el cuerpo y la realidad, entre el televisor y el sujeto, entre la caja estúpida y las palabras. El zapping impone una lectura atenta, intensa y el lector se encontrará con una escritura que va desde la claridad en las imágenes (“Cuando él se marcha en la madrugada rumbo al trabajo / ella conserva la última imagen del entorno” (37)) hasta versos más herméticos y difusos. Escritura sutil, aguda y perspicaz de estos 37 poemas que componen Zapping editado por Ripio Ediciones, editorial que vuelve a dar señales de vida y bienvenido es su trabajo con este libro.



 



 

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