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Ángel Valdebenito

Por Ernesto González Barnert
(Entrevista y Poesía)



Ángel Valdebenito Verdugo (1978, Freire) "tiene la melancólica ferocidad de un animal enjaulado...y también una claridad clásica y una falta total de autocomplacencia" (Stephen Vizinczey). Y aunque no me pertenece la frase, entiendo que también habla de un Verdugo. Y que nos calza a la perfección con este poeta esencial en una lectura de autores menores de treinta años en Chile e Hispanoamérica. Sin duda, un poeta excepcional haciendo su trabajo con rigor, disciplina, entrega total. Pese a los rechazos y la indiferencia, la estupidez con que su trabajo ha sido comentado por los dadores de migajas y parches curitas. No así por buenos poetas, que reconocen el genio, su duende. Contra los primeros, Ángel Valdebenito constata la premisa Boloñeana de que la poesía en Chile sigue haciéndose a la intemperie, al igual que muchos otros. Todo para que la Poesía Chilena con mayúsculas continúe viva ininterrumpidamente desde el S. XX.

- ¿Cómo entraste a la literatura?
Descontando las composiciones escolares que me granjearon cierta fama y las declamaciones tipo "Día de la Bandera", mis primeros acercamientos como lector fascinado fueron con Poe, en una edición Sopena de mi hermana que todavía conservo bajo la figura de secuestro permanente. Huidobro luego detonó el interés por los versitos y la ocurrencia de escribir los propios. Después de mi paso por el Servicio Militar y mientras hacía mi práctica como administrativo en la Seremi de Educación de la IX Región, leí un aviso en el diario que convocaba a un Taller de Poesía dirigido por un tal Jaime Huenún quién, por alguna casualidad del destino vivía en Freire, al igual que yo y estaba casado con la poeta Maribel Mora. A partir de entonces comencé a usufructuar de los conocimientos, la hospitalidad y el patrimonio bibliográfico del maestro, como debe hacerlo todo artista que se precie. Él gestionó la publicación de mi libro "Papeles de la Villa Hostil" y se hizo cargo de la edición.

- ¿Qué significa para ti la Poesía?
-
Para efectos personales, quizá la única actividad que puedo desempeñar sin grandes torpezas, la que me da un sentido de vida, un cupo entre la humanidad. Mi simple manera de estar en el mundo. En términos generales creo que es un desajuste, una desviación del espíritu por la que, paradójicamente, se llega a lo más hondo.

- ¿A quién le escribes?
- A mí mismo, tal vez como una forma de arengarme. A veces a mi familia y con la amarga resignación de saber que no me entenderán (ni siquiera sé si me leerán).

- ¿Qué poetas, escritores, artistas o experiencias han marcado tu cocina literaria, tu propia experiencia vital?
-
La música fue lo primero en revolverme el gallinero: el pop, la ranchera y la cebolla que se escuchaba en la radio de mi casa (una casa sin discos ni libros), René Inostroza (ídolo sureño y el primer artista que vi en vivo), luego The Beatles, la puerta ancha para entrar al rock y abrir la curiosidad por otros ilustres chascones: The Who, los Kinks, los Stones, los Zombies, los 13th Floor Elevators, Pink Floyd, Barrett solito, Led Zeppelin, Bowie, el viejo y querido Dylan. Beatles para abajo: Buddy Holly, Bo Didley, Elvis, Robert Johnson. Beatles para arriba: Depeche Mode, Oasis, The Verve, Blur, Solar, Los Bunkers, Gepe. Por otros lados: Miles Davis, Schubert (los Impromptus), Sain Saëns, el flamenco (Camarón, Tomatito, Paco, Agujetas). En cuanto a literatura ya te nombré a Poe, Huidobro y Huenún. También Pessoa, Teillier, Kavafis, Lihn, Horacio, Uribe, Li Po, Omar Kayham, Vallejo, Pavese, Stendhal, Kafka, London, Borges, Flaubert, Bolaño, Arnaut Daniel, las jarchas. ¿Experiencias? El Ejército, más que un tema para unos cuantos poemas, un lapso de vida que me abrió caminos por dentro, para ubicarme en este corral llamado Chile. El trabajo como urgencia y mecanismo de funcionamiento diario. Mi familia o el devenir de ella, su destino en redondo.

- ¿Cómo es tu proceso escritural? ¿Cómo trabajas hasta concretar un poema?
-
Empiezo con imágenes que se van soltando, apareciendo por sí solas y de a poco van adquiriendo un ímpetu rítmico que trato de captar de la mejor manera. A veces (y eso me pasó especialmente mientras escribía Inventario de Especies) ciertas palabras resuenan con insistencia y exigen un trabajo en torno a ellas. Corrijo mucho, la página al final queda con más espacios borroneados que escritos. Sobre todo trato de que el poema sea musicalmente consistente, que no tenga ripios, de lo contrario siento que chapoteo en lo falso, como diría Flaubert.

- ¿Cómo ves la poesía actual chilena? ¿Y en ella a tu generación con respecto a las anteriores?
-
En el caso de que pueda construirse una visión del estado actual de la poesía chilena, no sería yo la persona indicada para hacerlo, la lectura que tengo de mis contemporáneos es escasa y dispersa. Se me ocurre, eso sí, que podría nombrar algunos libros inéditos que espero vean la luz prontamente y que de alguna manera deberían incidir en un análisis más integral de la actual generación: "Murria" de J.P Pereira, "Trabajos de luz sobre el agua" de Ernesto González, "Rascacielos" de Enrique Winter , "Raso" de Carlos Cardani, la poesía de Francisco Castro (si algún día nos da el gusto de verla publicada).

- ¿Qué libros nunca has podido terminar de leer?
-
Ensayos sociológicos y otros subproductos académicos, con nefastas consecuencias evaluativas. En cuanto a obras literarias, algunas de mis contemporáneos, cuyos nombres tampoco termino de recordar.

- ¿Qué podrías decirme de Santa Rosa 57, taller de poesía en el que participas desde su inicio hace más de tres años?
-
Es un lugar de encuentro y de trabajo para el cual sólo puedo tener agradecimientos por las correcciones, las ideas entregadas, las discusiones, la amistad, en fin, por todo lo que me hace sentir que no estoy solo en el desierto de la Chilean Poetry.

- ¿Cómo ves la política cultural del gobierno con respecto a la Poesía?
-
Bonita. Lo digo honestamente. Debe ser lindo y terriblemente entretenido eso de cortar el queque viendo las maquetas de cartón que anticipan obras supuestamente bien fundamentadas y entender que una fundamentación justifica a un escritor y no la escritura misma. Regio.

- ¿Qué piensas de este país, santiago, la provincia?
-
Santiago es el pueblucho con más edificios en altura que he visto, más que Freire, Hualpín o Pitrufquén y estos huasitos que hip-hopean y se creen del Bronx, ¡Dios mío! que aburriditos y artificiales son. Claro, esta puede ser la mirada picota de un pueblerino pobre llegado a la capital. Tal vez la diferencia esencial es que nosotros somos huasos brutos de la zona sur y los de acá huasos brutos de la zona centro, bien, habrá que bancarse esa diferencia y vivir con la complicación de haber crecido en provincia y envejecer en Santiago Capital. Pero yo y esta ciudad nos aprovechamos mutuamente, lo poco y nada que he avanzado en mi poesía desde aquel ya lejano debut con "Papeles de la Villa Hostil", lo debo en gran parte al permanente diálogo con poetas santiaguinos y alguno que otro inmigrante de La Frontera. Mi inevitable urbanización en contacto con el sustrato de habla y actitud sureña-pueblerina que traigo desde la cuna han ido produciendo una masa extraña que cada vez va tomando más cuerpo, sobre todo en mi escritura actual, pero esto, en todo caso, es sólo mi versión personal de la patriada que cada sureño hace al venirse a la metrópoli y de la misma manera que el muchacho que llega a Estación Central a trabajar de obrero intenta compensar sus antiguas carencias con celulares y ropa "bacán", yo me desquito por haber sido criado sin libros, sin discos, por la corta visión de una familia de campesinos que no pudieron ni podrían imaginarse a un Verdugo no obrero, no productivo.

- ¿Me gustaría saber tu opinión de lo que la academia llama poesía mapuche?
-
Soy un agradecido discípulo del poeta Jaime Luis Huenún, de origen huilliche, en rigor, un "champurria" como el mismo se asume. Esta genealogía literaria podría ser determinante o definitoria si Jaime no fuera a la vez un lector (y un creador) de poesía universal, y en virtud de eso, supongo, alguien que apostó por un arte, no por un "rubro" determinado. Pero hay muchos que van por el rubro poético, no por la poesía. Supongo que la frase "Instala tu pequeño negocio/Todo empieza por casa" habrá calado hondo en la sensibilidad de algunos peñis. Tal vez sea una "tradición" en estado embrionario, diferente a la "chilena", no lo sé. Hay cosas valiosas, pero también desaciertos como antologar textos de poesía escrita cuando en estricto rigor son cantos que interpretados musicalmente son extraordinariamente bellos porque son precisamente eso y no otra cosa. Creo que el tema es complicado y además político. Personalmente, descreo de los rubros poéticos (etnicidad, homosexualidad, surrealidad, ludicidad, esquimalidad, etc) y las obras maestras bienvenidas sean, con kultrún o sin kultrún.

- ¿Qué palabras le dirías a alguien que está comenzando en esto de la poesía, alguien que ha decidido ser poeta?
-
Que no se lo diga a sus padres sino hasta que sea una deformación incorregible. Que lea como malo de la cabeza. Que ojalá tenga suerte y vaya a los lugares correctos. Que ojalá tenga suerte y se encuentre con las personas correctas. Que esto no es espectáculo y las artes escénicas son harina de otro costal. Que escuche a sus vecinas cuando cahuinean y se entrene en eso, lo necesitará.

- ¿Cuál es el último libro de poesía que leíste?
"La pieza oscura", de Lihn

- ¿Qué libro estás leyendo ahora?
"El libro del desasosiego" de Pessoa

- ¿Quién debería ganar el Premio Nacional de Literatura?
-
Efraín Barquero.

- ¿Cuáles son los 10 libros que recomiendas leer?
-
"Discurso sobre el estilo" Buffon
"La piel de zapa" Balzac
"Madame Bovary" y las cartas de Flaubert
"El simple arte de escribir" Raymond Chandler
Los cuentos de Saki
"El libro del desasosiego" Pessoa
"Kavafis íntegro"
"Aforismos" Lichtenberg
"El Diccionario del Diablo" y "Fábulas fantásticas" Ambroise Bierce
Todo Teillier

- ¿A qué le tiene miedo Ángel Valdebenito?
-
Al jurado del Fondo del Libro.

 

 


-Selección de textos-

De "Papeles de la Villa Hostil" (Edic.Pewma, 1999)


cae una moneda sobre la tarde ¿sello? ¿cara?, nadie apuesta;
todos sueñan su suerte en silencio.


*

sin molestarte por el próximo lamento, a sabiendas de que tu vida es una canción punk mal cantada, escribes y escribes como enfermo de ti mismo, soñando que algún día todo será drogarse e ir con putas como john lennon o liam gallagher. pero te asalta una jaqueca repentina; tu inutilidad hace muecas desde cada pared, atravesando sin pudor el espejo, la radio y los afiches.

 

*

 

como un aliento de perro moribundo él vaga por las cantinas en que nunca ha deseado estar. siempre alerta para intentar el escape, se corona día a día al fondo de una bodega o un corral que el ganado ya no respeta. al interior de sus ojos ya no acepta presencia de dios alguno, si apenas aguanta la propia a regañadientes. con las manos en los bolsillos tantea en busca de algún escondrijo; le bastará sólo uno para olvidarse de si mismo y marcharse sin siquiera decir "adiós a todos" o "adiós a nadie."

 


*

 

nadie ha propuesto una mísera conversación para este día. ajenos de todo, nos topamos sólo a veces cuando nuestras miradas se consuelan en las manchas de la pared. el otoño ha tirado sobre la mesa una bruma de olvido. mientras, cada uno de nosotros intenta traspasar el techo con el humo que nos sale de las pupilas.


*

estamos sentados sobre la arena,
sumidos en cerveza y risas.
a orillas de un río
que nos mira y nos escucha sin poder comprendernos.

por ahora nadie
necesita un destino;
bastan sólo unos saltos con locura,
algún piquero desde el barranco,
un grito triunfante al salir a flote
y luego otro sorbo de cerveza
para que la corriente no nos lleve este circo
ni apague las ganas de reír durante el regreso.

 


*

 

los poetas, mejor que los raperos y las chicas feas saben
bailar solos.

 

 

 

De "Inventario de Especies"

 

Arañas de rincón

Nosotros somos el bullicio en los estrechos caseríos.
Vamos con euforia por la calle
convencidos de cualquier cosa,
menos de nuestro andar.

Ninguneados hasta el cansancio
por padres y parientes.

Abrazamos la humana libertad
a toda hora en la pantalla de TV.

Somos un solo bicho rechinando en el invierno,
escuchando con claridad
el zumbido de las micros
y los diarios alegatos de las casas vecinas.

Cicatrices y apodos
nos desdibujan el nombre.

Cansados ya a temprana edad
y con los ojos moribundos.

Somos el silencio
en las ataviadas calles.

 

 

Canción del hombre fosa

Soy el hombre fosa;
letrero en mi camino.

Una mosca en la ventanilla
me habla largo sobre el destino de sus paisanos
y el zumbar de un río ancho y turbio
que siempre viene,
que siempre viene.

Lujo que ninguno puede darse:
pasear su propia hondura como si nada.

A veces soy otro
y me convenzo
con la cantinela típica de los hombres llenos:
que vale más ante las contrariedades
el destello de un puñal torpe y catastrófico;
que la razón fue una zurra que nos dieron,
sonrío entonces
y dejo de cavarme.

 

Doméstico

Se ha escrito mucho acerca de mis costumbres más convencionales (saludar con un sinuoso movimiento del brazo derecho y un bramido corto, encoger el cuerpo hasta el límite en señal de descontento, etc.), ocultando en cambio aquellas menos respetuosas de la tradición protocolar de nuestra especie. De ahí el silencio ante mi afición por la estrategia bélica.

En las escuelas, los dibujos me representan como un ser sumiso y amigable, apenas corrompido por un inextinguible apetito. A espaldas de aquello está lo más honesto de mi vida: colecciones de carros de combate, libros sobre armamento, mapas colgando en el taller, réplicas de los soldados de terracota y otros tantos artículos comprados, hechos y recogidos durante años. En tanto, el gesto de mi mano frente al espejo ya no es rígido ni solemne, aletargado por el sopor de las multitudes, no alcanza para emular a los vigorosos generales cuyas historias tanto me apasionan.

Recuerdo un día de infancia con sonido de tambores tras el corral. Llegaban a mí las severas voces de un ejército cuyos triunfos más tarde conocería. Territorios conquistados con esfuerzo y numerosas bajas; nuevas regiones y riquezas para las manos abiertas de la nación que hoy impone la pasividad por decreto, el protocolo, la opacidad de las voces; capitulación ante una civilidad absurda. El humo de la conciliación satura las ciudades con su desprecio por la tropa. Así, proscrita cada criatura que honre las armas, nada queda más que callar ante las gentes, esperando la noche para vestir uniforme frente al espejo y ensayar posiciones en una estrecha habitación, con diminutos batallones esparcidos por el piso.


Educandos

Nos vociferaron gravemente:
"Darás a cada día un pedazo de tus sueños".
De ahí en adelante, nada.
Ni una palmada o mano siquiera
para uno pensar:
"Están ahí atentos siempre
y reabrirán los libros aquellos",

pero nada,
tampoco hicieron sonar sus palmas
y nosotros
ya héroes de nuestros vulgares días,
reescribimos los libros
y revisamos el sentido de cada frase
en las rondas y poemas,
conviniendo una nueva forma para nombrar las criaturas,
cambiando incluso el compás
en el crispar de los dedos.

Luego ellos reaparecieron,
pero habíamos avanzado lo suficiente
y teníamos un pedaleo casi espontáneo.

Los vimos murmurar entre sí con intención de hablarnos,
pero nosotros los miramos con rigor
y los echamos de casa:
"Para que anden -dijimos-
para que aprendan".

 

 


En el baño del trabajo

Un cuerpo entre baldosas
puede temblar de frío
o de impaciencia,
caerse de sueño,
pararse espejo al frente,
encogerse sin aliento
o al fin,
quizá rendirse
ante su propia mirada
de animal recién cautivo.

 

 


Pendencia

Ese ruido de fondo
que escuchas
es mi familia.

Colgados de pies,
la rodela va moldeando sus palabras.

Ya no más hijo,
pan,
portón de fierro.

Ya no más catre,
madrugada,
agua o cortina.

Ahora, la paz del duelo sea con nosotros.
Remedio para el hastío será el llanto
en pendencia derramado.

Pero no olvidar el brillo en los rodamientos,
para que el aire de mi familia
siga avanzando sin pronóstico.

 

 


Quien viaja en frágil nave
por aguas de interior,
vuelve pronto,
espantado,
como fiera que al morder el propio cuerpo
comprueba el abismo inconquistable
de su ira.

 

 


Nos llenaron la casa
con humo de cigarrillo
y figuritas de loza, carey, yeso.

Una galería de monos inanimados
a la que servimos
sumisamente de adorno.

 


De "Patria"

 

Patria

Patria mía dilecta y bien montada,
yo soy ese utilero que durmió en tus pastos,
ardiente el corazón.

Uno que usó tu uniforme en paz
y lo devolvió a las bodegas como si nada.
En todo caso verás dilecta patria mía que no he sido
de esos otros, yo no he sido un cero a la izquierda,
un malhablado vendedor de tus terrenos.

Tú y yo
compartimos esta fascinación por las escenas campestres
que aplaudimos con algarabía;
orgullo de pertenecer al kilómetro 15, al 100
o al 727.

Antes merodeaba los sembrados en dirección a otras barracas,
vivir sentado, si pudiera vivir sentado;
he ahí el gran proyecto de un hombre,
pero esa suerte de artificio ya no es mi parte de tierra,
mi lugar en esta casa.
Recuerda el sueño reclutón de aplanar casuchas,
en vano esperarías de mi cuerpo un gesto más que este voltearse solo,
a un grito, a un solo grito de distancia de la realidad.

 

 


Odas Fácticas

Fáctica primera

Ha llevado el carrito
no sabe si para atrás o para adelante.
A ratos quisiera negar la pertinencia
de aquel fulgor del que tanto hablan.

Y luego le arriman con promesas de tanta cosa.

Pudiera en el fin y el comenzar de un tramo
presentir cierto desajuste,
pero un llamado a su espalda lo corrige
y prefiere seguir,
llenar la cama con sus flujos y sus hijos.

Le dicen sus parientes que está bien.
Esa turba de aduladores lo martillea de vez en cuando.
"Somos una familia unida,
cuando estuviste mal te ayudamos."

Y así recobra las anchas puertas de la casa materna
para hablar un poco.
No puede mermar el barullo con que arremeten sus sobrinos,
hijos de los que alguna vez lo llamaron inútil.

"Refréscate, hombre.
Sírvete algo aquí con tus hermanos."

 

 


Recta

Santiago ha abierto una explanada frente a mí,
bordeada por un montón reluciente
de arbustos irregulares donde el viento
acumula su carroña.

En este eriazo de asfalto sin obstáculos
presumo de mi rectitud.
Porción de entendimiento y avance,
mi pan y sobra.
Armazón de este equipaje que en un fogoso
alarde de resistencia se rebota contra un poste
o lo que pesa mi lengua cuando pregono
noticias que hablan sobre mi orgullo.
Y es todo esto:
mi pie bombeando el acelerador por la pista desierta
y el prójimo
una fogata mal apagada en la esquina anterior.

 

 


Casa

Quieto,
con un ojo en las polleras de mi abuela
esperando ella decida qué se come.

 


Gesto de ahora:
mi pie golpeando el suelo en monótono ritmo.

La estúpida inversión de capital antes de morir
perturba mi sueño.
En la hora de poner cara a las consecuencias,
rozo los temas con perfección;
mi idiotez, la naturaleza indómita de mis proyectos
son escasa ayuda y a saber,
no he vendido hoy ni en muchos días
más que lo necesario para estar a flote.

Apilo revistas coloridas en mi mesón de trabajo.
Saco y limpio la loza nueva
con el mismo escrúpulo que resguardo
la paz de la casa.
Respondo frases con merodeos
hasta que amaine.
Yo seré el mismo que antaño encandilado
desperdigaba su menguada luz ante cualquiera
vendiéndole a tíos y vecinos
la especulación de la nada como su gran dote,
mas, tu ceguera y mi escasez
no han podido derrotarme.

La sequedad chillona de tus ideas
no alcanza para alimentarme a diario
y no podrías, como yo,
ver los avatares de un viaje irreal
en que un par de ancianos
se acomoda tosiendo en una hamaca.

Escribo números con el vigor
de quien empieza a despilfarrar su vida antes de tiempo
y se detiene dudoso a festejar decenios y efemérides.

Una cifra monta a la otra
hasta que férreas figuritas calcen
como pilares de un galpón metálico azotado por la lluvia
o el gesto con que asomo al comedor imaginando
la serena respiración de un ave en el mar muerto.

 

 

 

Glosa a mi Finiquito de Trabajo

Salí conforme.
Renuevo en mis facciones los tics del entusiasmo,
ya lo ven.
Lejos de mí el ladrido de los quiltros.
Un honor faenable en las mejores manos,
las cercanas.

Viejas andanzas de mi pellejo.
Tuvo que cerrarse todo un día cualquiera,
de esa cálida tarde recuerdo
las vueltas y un sinfín de aturdimientos calle abajo.
Me miran,
les rabia mi parsimonia,
que se pierde en digresiones o se excede
los tiempos de la espera que le han dado.

Estuve
mermado en mis agallas por un tiempo,
limpio nunca de intenciones,
más bien dicho un pálido abridor de mañanas,
deberes nunca extremos, pero a veces
anchos en su forma de calar mis articulaciones,
en fin.

Mis vanos empellones a la suerte
o la comprensión.

Por demás les cuento estoy tranquilo,
firme, bien considerado y no,
no los extraño en lo más mínimo.


 

Días de 2004

... . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. A Juan Pablo Pereira y Ernesto González


Pasando por calle Luis Pereira recuerdo a Pereira,
Juan Pablo,
uniendo con cierta convicción su martillo
a la construcción de una mediagua portátil,
Sede Principal del Club Social de Ilusos "When I´m Sixty Four",
colaboran: Ernesto González y
quien suscribe.
Erráticos señoritos saliendo al baile:
. .. .... .. .. ..González, Pereira y Verdugo,
. .. .... .. .. ..escriben como ninguno
...
pero no calzan en formularios
por su prontuario de poca monta
o sus difusas ideas de que un artista debe ser etc, etc,

Como si el arte y la carpintería
se acostaran diariamente para engendrar ataúdes,
así este estrecho ramillete de trabajos manuales
en la misma caja
y los muchachos leyéndose en la cara, lentamente,
las perfectibles prédicas de su Ministerio.


 


 

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Angel Valdebenito.
Entrevista por Ernesto González Barnert