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LA FAE(NACIÓN) DEL MUNDO

Prólogo de Terruño, El ser y destino del regionalismo de Juvenal Urízar Alfaro

Por Arturo Volantines

 

La globalidad ha provocado cambios profundos en todos los ámbitos. La cultura y la creación estética han visto caer sus cánones y paradigmas. Por ejemplo, las Generaciones y los Géneros Literarios ya no se articulan como en el siglo recién pasado.

En el ámbito político, los integrismos —que surgen después de la Revolución Rusa— dan paso a recreaciones y a otras formas epocales más fluidas y cambiantes que todavía combustionan, para que, seguramente, aparezca una nueva síntesis.

En el ámbito de los Estados surgidos en América Latina, estos mismos Estados han buscado la conversión de éstos en naciones; se  han esforzado en concluir este proceso, aniquilando de paso a millones de indígenas e inmigrados, especialmente de África; pero sólo han triunfado a medias.

La fusión y la hibridad están latiendo aún.

Cuando estos Estados se preparaban para dar el último zarpazo a los distintos pueblos sobrevivientes, los Estados-Naciones de Europeo se funden en una mega alianza, fundamentalmente económica, y dejan desconcertados a sus pares de América Latina. El Estado de Chile, se ve en la obligación de reconocer su multiculturalidad. En cierta forma, el Estado de Chile y también los de América Latina son sobrepasados por esta nueva realidad, y van detrás de estas megas alianzas. Surgen, entonces, espacios para que algunas minorías como los Mapuches empiecen a respirar más fuerte y se den cuenta que les resulta más beneficioso volver a relacionales particulares de mercadeo y auto abastecimiento con efectivas soluciones identitarias: de recuperación del ethós y sobrevivencia, donde resalta el patrimonio. También, por la misma paradoja, a sectores ecologistas les interesan las manifestaciones distintivas en un mundo que se vuelve monocolor; tras la búsqueda matonesca del Imperio por asegurar un sistema de pagos de patentes y factorías, que se vuelve aparentemente más rentable y presentable que la usura del don Dinero.

Resulta entonces que los pueblos primigenios tienen una gran alternativa de sortear el estruje endemoniado de la globalidad al perspectivar una forma creativa, ya que así resurge la autoestima, la autogestión y la felicidad de un arte nuevo en libertad.  

En el Estado de Chile, los pueblos que viven en su territorio han tenido tenaz resistencia y sublevación para no amoldarse y ser dominados, en un Estado construido desde el Estado. Se ha querido hacer una nación desde el mesianismo hibrido de América Latina y, especialmente, desde el mesianismo portaliano de construir una copia feliz de un país unitario. Sin embargo, los pueblos primigenios y las distintas variantes de inmigrantes, especialmente europeos y argentinos han realizado un sinnúmero de rebeliones desde las guerras heroicas hasta las fiestas religiosas.

Los pueblos Mapuches en el sur y los pueblos Atacameños, Coyas y Aymara en el norte han negado incorporarse a cuestas de olvidar su ethós. A partir de la república han resultado insistentes la revoluciones del 30, 40, 50 del siglo XIX en el norte, donde los hijos de la vieja provincia de Coquimbo y sus descendientes de  Atacama realizaron fervorosas gestas civiles, especialmente en 1851 y 1859. 
    
El centralismo ha tratado de hacer bailar la cueca al nortino cuando éste no puede zapatear a la Madretierra. El centralismo también se alimenta de las riquezas naturales y de la explotación de la clase trabajadora y sólo deja como patrimonio, por ejemplo: el cementerio y la inundación en Chañarcillo, o un mudo hoyo en el mineral de El Indio, o ese largo festival de pueblos abandonados y cementerios llamados “salitreras”. 

Cuando el diputado de la república, Ángel Custodio Gallo y su familia quisieron ser sobornados por el Gobierno de Montt, al querer éste pagarle a precio de oro sus acciones del ferrocarril de Valparaíso a Santiago, para justificar entregarle la fortuna del Estado a la oligarquía santiaguina, estos atacameños prefirieron el escarnio y la “Revolución Constituyente”.

Pero, también, el Norte sigue recibiendo ciertos funcionarios designados a dedo y sin motivación por el terruño desde otras zonas del Estado para que sean los “yanaconas” modernos. Sería suficiente que los impuestos que producen nuestras riquezas quedaran en la zona, para que se desarrollara un crecimiento sustentable.

No es posible articular este sentimiento de nortinidad sin poner énfasis en nuestra heroica existencia: sin considerar las grandes hazañas contra el Inca, sin la gran conquista del desierto, sin los cientos de muertos y víctimas de las guerras civiles, sin la persistencia de bailarle y cantarle a la Madrecita, sin los aportes de los intelectuales como Jotabeche, Pedro León Gallo, Gabriela Mistral, entre otros; ni menos, sin el arte frondoso de nuestros antepasados indígenas en la cerámica y petroglifos, en los cultivos e, inclusivo, en las formas primarias de la tecnología minería del Norte Florido.

No hay duda que hay un articulado en el ejercicio particular de la vida que se hace en las regiones del norte del Estado de Chile, donde el desierto de Atacama es un gran manto único en el mundo. Basta señalar el testimonio increíble de las momias de más 3000 años del Chinchorro que nos hablan perpetuamente.

De allí que estamos atentos a la tarea de Juvenal Urízar de articular un basamento notable; de primera incursión para armar un constructo o manifiesto que dé cuenta del ser de una región digna de si misma, y que al nombrarse en su insistencia cobra viva “propria” en el mundo.

Este texto ahonda en materias olvidadas y clandestinas, dispersas, poco conocidas, con nuevas materias de un mundo cabalgante. No está a la mano el “Manifiesto Americanista” de Felipe Varela, ni en el pensamiento no publicado de Pedro León Gallo, ni otros estudios regionalistas. Muchos de los estudios disponibles y utilizados por Urízar son de origen europeo; por lo que resultan muy importantes los materiales específicos que trata este texto. Qué es el regionalismo, la causa regionalista, la propuesta de un programa regionalista; además, de artículos que hacen de este texto una obra necesaria para ordenar una política regionalista, un lugar de partida y reflexión; y, sobre todo, un lugar de encuentro de la causa regionalista.

Hoy, Juvenal Urízar preside la Sociedad Patrimonial Pedro Pablo Muñoz Godoy de La Serena, iniciativa emparentada con una de las organizaciones civiles más antigua de Chile, la Sociedad de Artesanos de La Serena(1862). Juvenal Urízar, abogado; descendiente de ilustre familia de las gestas regionalistas pone este texto punteado, claro, acotado a materias; urgente, por el agotamiento mundial de los partidos “integristas” y de sus correspondientes desmoronamientos en Chile, donde frota y flota una nueva forma de articular a la sociedad civil.

Este libro busca ser un manual sencillo, remitido a una articulación como texto educativo, para que se pueda leer desde cualquier artículo o sea parcialmente consultado, dependiendo de la materia que se esté tratando o versando.

Terruño es la expresión del amor de Juvenal por la geografía humana y espiritual de la que se siente orgulloso; trasversal al sistema que agoniza, y que busca que otros hijos de estas tierras la hagan suya. Terruño es un manifiesto que parte desde el corazón y de la razón de la Matria; un fervor educado, conciente que en el ser de la región —desde sus hijos hacia los hijos de otros regiones del mundo— podrá surgir la esperanza de concretar el arcoiris, que se ha insinuado muchísimas veces, pero cuando ha llegado a la Moneda queda súbitamente olvidada.

En Chile hay promesas de descentralización, promesas de gobernadores regionales, del traspaso del poder central a la gente. Las promesas autoritarias en Chile se repiten; la historia de Chile es  una forma endémica de autoritarismo, que incluso funciona en la democracia; es una costumbre cómoda y centralismo. El ser unitario del país facilita que la oligarquía mantenga el poder incluso dejándolo.

No hay duda que seguirá la profundización del libremercadismo en capturar y estandarizar el mundo, en cobrar facturas por el consumo desde el hotdog hasta un ibook, desde los chips hasta la fae(nación) de las noticias; tras lo cual van a desaparecer cientos de pueblos, lenguas y culturas y muchos otros quedarán atrapados en una nueva forma de esclavitud imperialista.

Pero, hay pueblos que no sólo han resistido a esta mundialización de los mercados sino a la opresión de los Estados centralistas, como son en Chile los pueblos Atacameños y Mapuches. De allí que este texto es una herramienta para que las nuevas generaciones y particularidades, como varas de colihues y cuesco de chañar, resistan al monstruo que pisa fuerte. Este texto es una oportunidad para construir un diálogo; es parte de la gran oportunidad para que sobreviva el crisol de los pueblos que hacen posible la belleza de la vida, de la contención de las atrocidades de esta viejanueva forma de Imperio; y, poder así, implementar en conjunto la salvación del planeta.

Septiembre, 2009, Altos de La Recova, La Serena.-

 

 

 

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