Sobre Patria, de Ángel Valdebenito
Por Rodrigo Arroyo C.
En una primera impresión podemos pensar en Patria de Ángel Valdebenito (Ediciones Del Temple 2008) como un renovado ejemplo de un larismo a lo Jorge Teillier, es decir un camino entre el recuperar y el dar cuenta de lo perdido. Pero no, Patria no se queda allí, tampoco es algo así como un conjunto de poemas, aunque todo libro pudiese serlo, o todo poema no fuese también sino un conjunto de manchas sobre papel. 
Es un texto articulado que no evidencia su andamiaje, su poética; y aquello sólo significa que guarda un secreto en sí, en el pozo de su propio lenguaje quizá; esto no significa que cierta irregularidad o dispersión temática hagan pensar en un conjunto. Pero de todos modos es posible distinguir líneas que se cierran sobre una idea, sobre una hipótesis que puede ser una –de tantas- lecturas. La principal es aquella enunciada por Maurice Blanchot: “La literatura va hacia sí misma” (El libro por Venir, Pág. 231) así, fuera de la realidad que siempre cruza o constituye un libro, vemos que Ángel insiste en la palabra antes que en los intentos por salirse de ella. De este modo vemos como una voz se mueve en un espacio o tiempo delimitado; en este caso como primera tentativa podría decir que Patria se erige sobre el duelo. “La paz del duelo sea con nosotros”, este verso del poema Pendencia da cuenta de un eje que articula un discurso una posición política que parece tomar el sentido de un consejo imperecedero, pues claro, seguimos y seguiremos en duelo; es cosa de acordarse de Mordo Nahum diciendo: Siempre estamos en guerra; luego, siempre estamos en duelo. Y no hablo del duelo explícito que pudiésemos hallar, por ejemplo, en el poema: En recuerdo de Raúl Sánchez. Visto así, la distancia entre el dar cuenta y el recuperar lo perdido crean un lugar, un espacio, donde se hace necesaria cierta voz que se reconozca como perteneciente a un lenguaje descentrado o centrado en los distintos lugares que los textos van creando, pero a la vez exista cierta nostalgia de territorio, o de paisaje real. Puede ser que la evocación en los textos de Valdebenito calce con la imagen del merodeo, en la duda de ir y no ir a un lugar. Un merodeo en el cual Valdebenito se sabe derrotado, dando cuenta de lugares a los que ya no pertenece de gente que no está.
Resulta ingenuo –por decirlo menos- hoy pensar la poesía como una oportunidad sólo para dar cuenta de experiencias subjetivas o estéticas (Blanchot, Ibid. Pág. 235) sin cuestionamiento alguno. No es este el caso. A modo de ejemplo, Patria toca de manera lúcida (sin que por ello se transforme en temática del libro) al arte:
“Como si el arte y la carpintería
se acostaran diariamente para engendrar ataúdes”
¿Y qué pasa con los muertos fuera de ataúdes? ¿Qué pasa con el arte fuera de la institución, del museo? Una respuesta posible que responde estos versos que no preguntan es el poema Vivienda; una respuesta que es a la vez pura incertidumbre y no responde a la pregunta. ¿Quién habita fuera de la casa? Y si en la casa somos adornos de la figuras y en el museo somos adorno de (por marginales que pretendan ser) las instituciones, el afuera es el lugar indicado para que una voz circule. El mensaje es claro, el arte, el arte contemporáneo si se quiere, obviando un placer estético o místico –Wittgenstein-, es una potenciación de mercados, o más bien: discursos de los mercados; o como nos dice un verso: toda la parafernalia del inútil. Como sea, dice que le han destrozado la patria, consolándose al verso siguiente con la permanencia de sus ríos y montañas; pareciera no quedarle opción entonces, Ángel tendrá que salir de una supuesta casa o cubo (Giotto Di Bondone), entrando de una vez en alguno de los paisajes que nos ofrece.
Valparaíso, febrero 2009
