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Mantenimiento
Ángel Valdebenito, 2015. Pez Espiral
Por Álvaro Agurto Pincheira
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Lo suyo no es un larismo trasnochado. Ángel Valdebenito en “Mantenimiento” (Pez Espiral, 2015), se las arma con un registro propio: de campo y cristalino, que nos regala imágenes congruentes con su entorno vital:
“pero a reglón seguido soy la cola de lagartija/ que se retuerce ante la crueldad de los niños de la casa”,
y que funciona lo mismo en poemas largos como en pequeñas cápsulas; un registro a través del cual, el hablante desea reencontrarse con lo silvestre perdido: “la salvaje libertad que postergaron mis proyectos”.
La poética del conjunto es la de alguien que enhebra sus textos en el espacio de los proyectos inconclusos y los sueños truncados,
“Alguna vez esa vida oscureció de repente/ y amaneció en parajes/ que ni siquiera conocía”
“y uno tropieza/ con un peñón de hechos inabordables/ donde la esperanza se hizo mierda/ y dejó apenas la cáscara/ de un hombrecillo temeroso./ Allí donde pretendimos ser algo”,
y que desearía desandar lo caminado con la esperanza de rehacer “Si tan sólo pudiera/ acometer con seriedad/ aquella nube que moldeaba cuando chico”
De alguien, también, que atiende más a lo que sucede en el interior que en el exterior:
“y valoro más el aire de mis pulmones/ que la debilidad del viento/ en medio de las hojas/ que hoy caen a su manera”;
que va atendiendo a las distintas voces del entorno, por ejemplo, cuando hace el contraste entre un sol que yergue las cosas pero que también anestesia; y que reconoce, del mismo modo, en un hermoso gesto a mi parecer, a aquellas voces que dialogan en su interior “Ya no somos el que buscaba sombra/ a un costado de la motoniveladora”
Sin conocerlo, se puede adivinar detrás de estas líneas a un hombre bueno, sencillo, que escribe desde su experiencia y sin las pretensiones de quien considera parte del oficio el trabajar un personaje o sobreestimar los propios recursos.
“Mantenimiento”, creo, está escrito con tranquilidad y sinceridad. Aquí no hay nada artificial o impostado. Tampoco reciclaje. El hablante nos ofrece un río cristalino en el que abrevar. El testimonio de una temporada. Nos permite, también, mirar de soslayo la sabiduría organísmica que provee un entorno silvestre, con este libro para leer a las tres de la tarde. Ojalá en un ambiente rural. Ojalá bajo un árbol.