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Reseña a Mantenimiento (Libros del Pez Espiral, 2015)
de Ángel Valdebenito
Por David Portius
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La invocación al maestro de la reseña (pues pareciera que la palabra crítica es de mal gusto) de la era victoriana debería ser al ritual obligado de iniciación para la primera vez en que se lee un texto y se procede a realizar el análisis correspondiente que será leído por un público desconocido.
Sin embargo, cuando Les fleurs du mal yacen a un antebrazo de distancia, la sola contemplación de la portada es más que suficiente para comenzar. Ya el espíritu de Charles acudirá al llamado de Mantenimiento, como lo hacía siempre. De uno u otro modo, cada persona que se dedica a escribir poesía termina volcándose a las tareas de conserjería. Observar, organizar, limpiar, pulir, ordenar y despertar a horas innombrables de la madrugada sin motivo alguno más que algún transtorno obsesivo-compulsivo de severidad indeterminada. Así cada poema resume una actividad diferente; la búsqueda, la planificación, el desarrollo y la conclusión. A veces, incluso después de un largo paseo por la comarca o una visita incómoda, la escoba cobra vida nuevamente para recordar que finalmente todo requiere un poco de esfuerzo para alejar a la molesta entropía.
A mitad del libro, se yergue la declaración de principios con veintidós números romanos que le guiñan maliciosamente a los arcanos mayores del tarot. El misticismo subyacente anteriormente, termina haciéndose carne y logrando inquietar con relatos inverosímiles o sólo comprensibles para quienes han pasado toda su existencia como ruralenses (sí, las personas que ignoran los detalles de la ciudad... en oposición a urbanitas, que jamás la han abandonado de manera consistente). De cualquier forma, la imaginación siempre ayuda y los tonos surrealistas se intersectan con una crónica de recuerdos de la infancia y la adolescencia de alguien que ha emprendido un viaje de introspección y memoria.
La navidad es el regalo que se entrega a la sociedad decadente, en la forma de un extraño hombre entrado en quilos y casi tan masivo como para curvar el espacio-tiempo del saco en que lleva infinitos regalos. El cierre de un texto sobrecogedor viene de la mano de una postal familiar que recuerda lo absurdo de llevar un grueso traje al principio del verano cuando las temperaturas rompen la conveniente barrera de los 28°C y las lluvias primaverales ya son un lejano recuerdo.
La imagen en negativo de una escultura renacentista, mezclada con una pala más moderna es la genial despedida que invita a regresar a la vida mundana, con la sutil revelación de que seguir el camino lírico es involucrarse con la locura y esperar salir con buen pie. Más sencillo es comerse esta página virtual y disfrutar el sabor de la tinta inexistente.
