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Arturo Volantines:
“Cuando muera no necesitarán abrir mi tumba, pues sólo se encontrarán con tierra de Copiapó”

Por María José Aguirre Bórquez
http://atacamaviva.cl/




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Se describe como un poeta, investigador del patrimonio cultural de Atacama, editor y gestor cultural. Desde su natal Copiapó, ha imaginado el mundo bajo el prisma de un hombre que desde pequeño convivió con la pobreza, la soledad y la lucha permanente, pero a su vez con el traspaso riquísimo de vivencias de la historia atacameña heredada de sus abuelos y vecinos del barrio de Borgoño.

Es la vida y obra de Arturo Volantines, un copiapino, hoy radicado en La Serena, que junto con un activo rol en política desde joven, se ha convertido en un referente cultural en Chile y en el extranjero ocupando importantes roles, entre ellos ser Presidente del Comité Consultivo, para la Región de Coquimbo, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Revista Atacama Viva viajó hasta La Serena para conocer la vida y obra de este prolífico copiapino.

Atacama bajo la piel

Una fría mañana nos recibe en La Serena y una taza de café cargado es la que el escritor, gestor cultural e investigador copiapino, Arturo Volantines, nos ofrece antes de empezar esta entrevista, que nos llevó hasta su añosa casa ubicada en calle Infante esquina Cantournet, y en cuya fachada flamea impertérrita la bandera azul con la estrella amarilla.

Rodeado de libros, comienza a contarnos de su niñez y su vida en Copiapó, esa que aún respira y siente en sus venas cual cordón umbilical une a una madre con su hijo, pues según sus palabras “Copiapó no sólo es mi ciudad natal sino que es mi mundo, no tengo explicación del mundo a no ser que sea a través de Copiapó”, nos cuenta, al mismo tiempo que comienza a ahondar en su historia.

De padre arriero y cateador, que descubriera la mina Cerro Negro y llegara hasta la hoy conocida mina San José, Volantines convivió desde pequeño con animales, aparejos y las herramientas mineras de su padre. De muy niño supo de pobreza, soledad y dolor, pues a los 14 años perdió a sus dos padres y debió quedar a cargo de sus hermanos más pequeños.

Sin embargo, pese a su dura infancia, reconoce haber tenido una niñez mágica, pues vivió junto a sus abuelos chilenos y argentinos en uno de los sectores más típicos y antiguos de Copiapó como es Borgoño. Allí, pese a estar rodeados de cerros, vivió en lo que denomina un pulmón verde y en donde la vida de barrio se vivía plenamente.

Los constantes raccontos con que Volantines nos habla sobre su infancia en Copiapó le llevan permanentemente a revivir personajes y hechos de la historia que recuerda como si los hubiese conocido y vivido en carne propia. Con detalle nos cuenta, por ejemplo, de la Batalla de Los Loros o el rol de personajes como Pedro Pablo Muñoz y Pedro León Gallo, además de muchos otros que defendieron el territorio que le vio nacer y que lleva como una huella marcada en su ser.

- ¿De qué manera ha logrado arraigar tanto la historia de Copiapó en su vida de artista, de investigador?
- “Toda esa memoria estaba muy presente en las casas del barrio. Yo me crié en ese mundo con los tíos, los abuelos, el entorno, y el andar con ellos en lugares que eran importantes para la historia de Chile. Mis abuelos argentinos tuvieron la cultura de vivir aclanados, entonces allí el mate, el queso de cabra y el estar en torno a una abuela casi centenaria, significaba estar recibiendo casi de primera mano información, y muchas veces vestigios con datos reales de hijos o nietos de gente que había participado en muchos de estos hechos”.

El poeta aprovecha la instancia para recordar un episodio que refleja ese traspaso de conocimientos y vivencias históricas que se impregnaron en su historia personal. “Recuerdo que unos ancianos que vivían cerca de nuestra casa tenían una litografía de la Virgen del Carmen con soldados que le rendían pleitesía, y una vez al preguntarles sobre ello, me dijeron que era el único vestigio de esta guerra en donde habían participado y que tenían por ser unos de los pocos que retornaron a sus casas. Entonces, en esa cosa tan llena de misterio, en ese mundo, está formado mi imaginario”, relata.

Y es que el mundo que conoció Volantines en su infancia estuvo lleno de historia y de vivencias que de generación en generación fueron enriqueciendo su conocimiento y arraigo con los héroes de antaño, y cuya lucha da hasta el día de hoy a través de su literatura, su arte, su respiro.


Manteniendo viva la flama del pasado

Hablar con Arturo Volantines es sumirse en la historia copiapina y del norte infinito, como él lo denomina. Cada palabra, cada relato, es una oportunidad para traspasar, a quien le escuche o lea, la magnificencia que este territorio y sus héroes tuvieron en el pasado y así mantener viva la historia de su tierra natal.

- ¿Cómo surge este ímpetu por defender el pasado?
- “Cuando tu comienzas a inquietarte de que este mundo va desapareciendo y con ellos los grandes copiapinos, su literatura, su historia, sus vestigios, y cuando empiezas a leer literatura nacional en donde se dicen cosas que no son ciertas y se da crédito a otras ciudades, tú dices ‘esto es injusto porque aquí hubo gente que hizo florecer esto’. Frente a eso, y a que tú vas a un museo y ves vestigios atacameños, legítimos de Copiapó que deberían estar acá, tú dices ‘esto no puede ser, tengo un deber que cumplir’ y eso es lo que me he dedicado a hacer”.

Con un pasado marcado por esta lucha, Arturo Volantines fue un acérrimo participante en política. Su marcada tendencia izquierdista le llevó a vivir en la clandestinidad y a decidir el rumbo de su futuro y el de su familia. El recuerdo de sus abuelos argentinos que siempre soñaron con regresar a su patria sin poder lograrlo, fue lo que motivó al escritor a radicarse hasta el día de hoy en la tierra de su mujer, La Serena, y así evitar el exilio a la Unión Soviética.

Desde esa tierra elquina, continúa su lucha y la extrapola a la actualidad con una crítica a la sociedad del presente y cuyo Estado es, a su juicio, cada vez más centralista. “Hoy estamos ad portas de un nuevo cambio, porque los ciudadanos ya no están aceptando que les impongan condiciones así como así. Por otra parte, la globalización está haciendo desaparecer a los pueblos chicos, sus lenguas, sus costumbres, y entonces los atacameños tenemos una oportunidad en el mundo de que nuestra diferencia, nuestra forma de ser, sea nuestra fortaleza para crecer equilibradamente”.

- ¿De qué manera el conocimiento o no conocimiento de esta historia ha redundado en la actualidad?
- “Yo creo que, por ejemplo, si las autoridades hubiesen conocido el libro de Vicuña Mackenna sobre el desborde de los ríos, habrían tomado medidas antes del aluvión, porque este río va a volver a desbordarse, entonces creo que por parte de la autoridad puede que no haya habido la voluntad, la sintonía o el deseo de hacer distintas las cosas. Sin embargo, ha habido una respuesta importante de parte de la gente, y uno quisiera que las autoridades también tuvieran una mayor preocupación, que tuvieran una mayor perspicacia en usar el patrimonio como columna del desarrollo integral de la comunidad”.

En medio de esta alerta, su particular visión sobre el “secuestro” del río Copiapó en manos de las agrícolas y mineras del valle, le hacen rememorar la profecía que visionariamente anunciara Crisógono Sierra y Velásquez: “El Padre Negro puso una cruz porque Copiapó va a desaparecer”, nos cuenta.

Es esa lucha por la memoria histórica e identitaria de Atacama, la que le ha llevado a ser un poeta, escritor, político y gestor capaz de liderar todo un movimiento cultural que devuelva a esta tierra la memoria a veces perdida. “No entiendo mi poesía como un juego de palabrerías ajena a mi propio destino, y no entiendo el construir un Estado rico, pero huero”, asegura.


Una austera pero prolífica vida

A primera vista, Volantines es de aquellos hombres que vibra con su trabajo y su obra. El tiempo parece correr de prisa entre los múltiples roles que debe cumplir y que ha adquirido motivado por entregar su conocimiento atacameño a todo quien desee conocer la historia.

Su legado lo ha tejido no sólo con sus obras, sino que también a través de la difusión de estas por medio de su Librería Macondo, ubicada en la tradicional Recova serenense. Al mismo tiempo, lo ha hecho de igual forma con el simple gesto de disponer de su casa para albergar el trabajo de cinco instituciones culturales que funcionan cohesionadamente por el rescate del pasado y una de las cuales él preside, la SALC.

- ¿Qué objetivo se han planteado con el trabajo de estas instituciones?
- “Trabajar en una forma ciudadana y no necesariamente académica, valoraros ello en su metodología, pero creo debe estar relacionado con el trabajo en terreno. Además de eso, nos parece que el trabajo debe ser asociativo y precisamente aquí funcionan la Sociedad de Creación y Acciones Literarias, SALC, que reúne a los escritores; otra institución que es la Pedro Pablo Muñoz Godoy, que es de historiadores; La Puerta, que reúne a cantautores; y La Agrupación de Escritores de Las Compañías, además de una comunidad cultural ecológica que se llama Corazón Verde. Aquí estamos construyendo memoria, reconstruyendo y dejando registro, porque a nivel del Estado hay muy poca preocupación por los archivos, y hacerlo es un propósito que nos hemos propuesto”.

- ¿Qué otros proyectos se encuentra realizando?
- “Vamos a publicar un libro sobre los inicios del radicalismo que nace en Copiapó y luego en La Serena y Vicuña. Estamos también armando varios sobre la guerra del 79, estamos retomando una segunda parte para publicar un texto específico de la Batalla de Los Loros, también estamos trabajando en un libro medioambiental sobre la flora, fauna y medicina en Vicuña y publicaremos, además, uno referente a higiene minera, así como otro sobre una obra de teatro a cerca de la llegada de los españoles al Valle del Huasco”.

Pero ello no es todo, porque Volantines también nos adelanta el pronto lanzamiento del libro “Participación del Choapa en la Guerra del Pacífico” del historiador Joel Avilés Leiva, así como de su creación literaria denominada “Sobre eros y tumbas”, que trata sobre la opinión del Padre Negro en torno a Copiapó, además de la vida y obra de Flora Normilla y su gran amor que fue Miguel Gallo.

En medio de este vasto trabajo que ocupa la mayor parte de su tiempo, nos da una primicia. Se trata de la pronta presentación del anteproyecto para construir un memorial sobre la Batalla de Los Loros en que se ubicará al oriente del sector de las Compañías, en La Serena, y el cual contempla la construcción – por parte de profesionales arquitectos, arqueólogos e historiadores - de un museo de sitio en donde las personas puedan conocer los vestigios de este enfrentamiento bélico, y a su vez sirva de lugar de encuentro en donde los asistentes puedan apreciar el entorno y las riquezas de la flora y fauna existente en el lugar. “Esta batalla creo que es el mayor logro de la historia de Atacama y Coquimbo, porque fue en esta quebrada en donde, con armas hechizas, Pedro León Gallo y sus tropas de minero atacameño, derrotaron al ejército central, y en donde murieron hombres muy importantes de Atacama que entregaron su vida por ello, como fueron José Antonio Peña, Víctor Torreblanca, Manco Moreno, y muchos otros”, explica el literato.

Este hombre, cuya historia atacameña corre por sus venas, dueño de obras que han trascendido más allá de las fronteras chilenas, y que, pese a ello, dice caracterizarse por una vida austera que anida en la esencia de todo copiapino, termina la entrevista con una frase que bien serviría para concluir alguno de sus poemas. “Si yo me muriera en este momento, creo que no van a necesitar abrir mi tumba para nada, porque si la abrieran no se van a encontrar con ninguna otra cosa, sino sólo con tierra de Copiapó”.  



 



 

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Por María José Aguirre Bórquez
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