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Sobre Eros & tumbas:
Arturo Volantines
Por Juan García Ro
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Treinta poemas numerados de mayor a menor, híbridos: ¿prosaverso o proverso? donde encontramos una polimetría asombrosa, nos adentra con una claridad y originalidad del lenguaje en los vericuetos y derroteros de la historia de Atacama y Coquimbo, hermanas mellizas, inseparables, de generosa entrega.
Este poema libro épico, que, a mi entender, se hermanan con aquellos que los juglares compusieron y que iban de pueblo en pueblo cantando sus proezas.
La palabra gesta quiere decir hazaña y se usa para designar estos cantos, porque en ellos se narran acciones de héroes nacionales, al igual que la épica tradicional, este cantar de gesta incluye elementos maravillosos como Ararakus, Tololopampa, La llorona, El Alicanto, también aborda la geografía, El Cerro Bramador, la mina Fraga, Chañarcillo, y la historia de las revoluciones del siglo XIX, la Guerra del Pacífico y por supuesto, el golpe de estado del 73 y sus consecuencias, los detenidos y aún no aparecidos, odiados por ese diputado infame, lleno de odiosidades, fascismo y fanatismo enfermizos.
Historia vista desde la mirada asombrada del poeta Volantines narrada con realismo, el cual no impide adornarla con excelentes recursos expresivos.
A continuación tomo los poemas 30 y 29 con una lectura personal.
Sobre Eros & tumbas: 30.- Lienzo, El Repaso
Igual que la niña Escolástica que bajó del altillo y junto con su locura mansa o mansa locura, fue hasta la litografía que estaba en la pared clavada con cuatro chinches, el poeta Volantines, frente al lienzo: “ni volao ni curao”, con la consciencia totalmente despellejada por los horrores de la tela, donde incluso la sangre del soldado poeta nos verifica que, a pesar de su talento lírico, también es roja como cualquier mortal, sin embargo, en el óleo se inmortaliza con una generosidad enorme, la misma que demuestran las Rabonas, Cantineras detrás de la tropa invasora de arenas, soles, sed y angustias, con ese amor inconfundible por su combatiente pone sus “mamas”, en bandeja de idolatría, a merced de las bayonetas, pechos que le quitó a su guagua y que ese destrozado por las balas acarició en noches íntimas con la misma pasión que ahora, en medio del humo y el horror, acaricia a la muerte.
Sobre Eros & Tumbas 29.- Atakama, su utopía, Capital y bandera
Los apires, esos heroicos viejos, que al decir de Darwin allá por 1834, subían por escaleras talladas en troncos, con el capacho a la espalda, llenos de 200 libras de piedras y que confirma Jotabeche en 1842 que eran 12 arrobas. Ellos también cantaron el himno de los Zuavos de Chañarcillo, compuesto por el poeta teniente Ramón Arancibia Contreras, mientras el cura Zavala Fredes al lado de la Patrona Candelaria, bendecía la Azul con la estrella bordada con hilos de oro por manos de las otras Candelaria, no la del pueblo de San Fernando, estandarte que el 59, antes de emprender la marcha henchidos de matriotismo rumbo a Los Loros, muy cerca de esa serena ciudad de campanarios, donde luego de la victoria las tropas de Los Igualitarios, lloraron a sus muertos, cantaron corridos y vidalitas; entonces el despotismo de la clase política, alcahuetes protectores de la oligarquía explotadora, arrancaba en polvareda a prepararse para dar el zarpazo fratricida.
Así, estos Eros, defendían la existencia de la ciudad encantada y que el argentino de las Ruinas Circulares mete su pluma en estas páginas.
Ya me despido de este poema libro escrito con la misma pasión con que aquellos ciénagas, ánimas, molles y diaguitas, poetas petroglíferos “oxidando las piedras de Atakama”, grafitis sobre los omóplatos de los “lagartáceos”, también lo hicieron.
Vallenar mayo 2018