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         CORDILLERA ADENTRO de Iván Ramírez Araya
                Foto de portada: Sergio Larraín; Editorial  Etnika, 2020
                
 
          Por Arturo Volantines
 
        
              
            
        
             
            
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          Cordillera adentro es  el mejor libro que se ha publicado recientemente en el Norte. Y tal como fue con Batalla de Los Loros el año pasado,  tampoco fue presentado en la Feria del Libro de Ovalle; porque los que conciben  esa feria no saben de cómo se hacen estos eventos culturales democráticos ni  tampoco saben cuál es su objetivo.
          
        
        La cordillera de Coquimbo es altísima con profundas  quebradas, donde escasea el agua; sin embargo, persiste su poblamiento y la  subsistencia mísera, como tan bien lo dijera Gabriela Mistral. Sus cerros  metálicos bailan con el sol y con el arriero que los bordea con precisión y  respeto. 
         El pastor de cabra sobrevive a puro oxígeno,  con algunos quesos y en la trashumancia. La asistencia del Estado llega; trata  de incorporarlos a la producción tecnológica y algo logra, pero poco. El hombre  que vive arriba más bien se entiende con las nubes y el viento. 
         Nos queda después de siglos, su ethos y su  huella, que va y viene en libertad: siempre amenazado y resiliente de la  globalidad.
         Por esos vericuetos, ha andado Iván Ramírez en  su calidad de veterinario y militante. Le ha tocado vivir y asistir a esta población  en movimiento; ha sido un  baqueano in situ en las majadas; ya que ha podido  entrar, en su labor profesional, a los ranchos y a los corrales del habitante  de estas alturas. Mucho más, como compañero y como hijo del semi árido  infinito.
baqueano in situ en las majadas; ya que ha podido  entrar, en su labor profesional, a los ranchos y a los corrales del habitante  de estas alturas. Mucho más, como compañero y como hijo del semi árido  infinito.
         A pesar  de los generosos y llanos que son estos vecindarios del valle trasversal, han  aprendido en 500 años a ser desconfiados; ya que en este proceso han aparecido  las fronteras y los vendedores de oropeles. No es fácil ingresar al mundo  interno de este pueblo, que en las distintas guerras civiles les han puesto pecho  a las balas. Le ha tocado a Iván Ramírez unirse privilegiadamente a este mundo  local y darnos testimonio genuino de primera mano.
                      Cordillera  adentro es, primeramente,  testimonio del incalculable patrimonio cordillerano del trashumante: del pastor  de cabras y su andadura por el norte, donde ha surgido una forma nítida de ser,  que viene heredada por nuestros patriarcas, como son estos Godoy magníficos de  Coquimbo: Lucila Godoy y Pedro Pablo Muñoz Godoy. 
         Aún no se ha ahondado bien a este pueblo transversal.  Casi todos los estudios son exterioristas: fotografías para el turismo;  postales de gente sonriente para la posteridad; pero, insustancial del mundo  montaraz. Celebramos oportunamente la obra: Cordillera  Grande de David Rojas Santander y lo motivamos para que excavara en su  visión de reconocimiento de este mundo; pero, la parca, llevóselo tempranamente. 
         Resulta importante el testimonio de Iván  Ramírez. Nos permite conocer un lugar del mundo, que no solo nos ha dado un Premio  Nobel, sino que ha trascendido formas propias del ser y de un espíritu. Ha  sintetizado una característica única y ejemplar. 
         Obviamente, sabemos muy poco de la cultura  originaria (de la mal llamada cultura diaguita). Precisamente, falta muchísimo  que conocer: no solo antes y durante la llegada de los españoles sino del  proceso violento de colonización y del casi exterminio de los pueblos originarios.  Estos retazos del ser originario son claves para encontrar el lugar justo de  nuestro propósito del Norte Infinito. Y no se convierta, esta manera en el  mundo, en una suerte de farándula y de asistencialismo barato. Para que no sea,  finalmente, condenada a morir.
         En Cordillera  adentro el autor va mencionando tal si fuera arriba del caballo, mejor dicho,  a matacaballo. Cuenta algo de acá, algo de más allá; recurre a un racconto. Hace  hablar a los protagonistas. No se detiene demasiado en el lenguaje. Se fija en  lo que hacen y dicen los hablantes; siempre al borde de un precipicio: de que  algo va a suceder. Vuelven a escena los tipos populares con sus mitos, sus  supersticiones y sus sueños de encontrar El Dorado, como dice el autor. 
         Acude, Iván Ramírez a su rica experiencia, a  los personajes bonachones típicos de estos pueblos: el sargento, el chupa medias,  el patrón, el militante, el cura y, por supuesto, los buenos mostos y los  asados, entre el hambre y la dicha solariega del campesino. No hace mucha  diferencia entre el decir del hombre del cerro y con el decir propio; incluso,  trata de ser como ellos, aunque queda claro que es de pura solidaridad y  experiencia, porque él se mueve con reflexiones culturalistas desde el  conocimiento gourmet y del hombre cosmopolita. También, su lenguaje está  influenciado por el ser militante, que matiza con su consecuencia política,  especialmente de la cultura radical tan influyente en el Norte Infinito.
         No solo es escritura del paisaje y del retrato  que este hace de su pueblo sino, también, es la escritura de personajes y caseríos  del interior. Esto define su proceso escritural, donde el énfasis está colocado  en que nos demos cuenta de sus ritos, mitos y fiestas. 
         Entonces, su escritura está en función de esta  función, y no de lo que siempre equivocadamente se supone: la escritura al  servicio de la escritura. Por ello, este lenguaje áspero no solo es por la escritura,  sino que esta puesta en el desafío de aprehender bien el ethos. 
         En eso logra afianzarse bien el autor, porque  aparece claramente lo que busca hacernos ver: territorio marcado por el espíritu  tenaz, movido por la trashumancia, la explotación y los ritos de la bienaventuranza,  y que el lugareño pervive más allá o más acá de la placidez y de la carencia. 
         Aparece muy bien una característica: en que el  lenguaje y lo expresado van de la mano. A veces queremos saber cuán espadachín es  el escritor. Vemos en tantos escritores metropolitanos: lo huero del entuerto  escritural y casi nunca asoma el nuevo alumbramiento, que tanto buscamos en el  arte cual signo de creación.
         Este testimonio también es un “Confieso que he  vivido”. Desde Barraza a Ovalle y a La Serena y, sobre todo, de los pueblos del  Limarí y Choapa, donde Iván nació, vivió y luchó. Cordillera adentro es dar cuenta no solo de la vida durísima de los  habitantes de esta cordillera sino de cómo se fueron construyendo sueños.  Lugareños que alentados por el triunfo del Gobierno Popular procuraron un paso  hacia adelante. Da cuenta del terror del golpe militar, y de la larga tarea de  recuperar la democracia. Este testimonio epocal es un téngase presente y memoria  contra el olvida. Es visión mesurada, pero clara de lo ha pasado en Chile y en  la región de Coquimbo, para que nunca más vuelva a suceder. 
         Desfilan hombres y mujeres sencillos por sus  páginas, así retrato para los nuevos tiempos. No es pura melancolía, porque  también la vida ha sido de mostos y de aires puros y, fundamentalmente, porque,  como el cuesco de chañar, las tradiciones van y vienen. En el fondo de la  poruña, se ve el verdadero oro de Coquimbo: su lugar único en el mundo.
         Este libro de 350 páginas, equilibra bien el ser  registro e impulso literario. Hoy, cuando cada día hay menos lectores, donde el  preciosismo verbal ha correteado a lectores muy ayudados por los gestores  culturales que, en su oficio de estimuladores de la lectura, terminan logrando  que los jóvenes odien leer. 
         Esta obra no pierde su discurso tenaz, fresco,  ubicado en la región. O sea, libro que viene a ser aporte al conocimiento del  devenir de la provincia, que a través de su historia siempre ha estado haciendo  notar su diferenciación. Un libro que ha nacido para ser una propuesta: puerta  para que nos conozcan más y para que despierten aquellos que se miran el  ombligo y les gusta el mal oficio de yanacona. 
         Cuando me pregunten por un libro para conocer  la región de Coquimbo, indudablemente, diré: Cordillera adentro de Iván Ramírez Araya en el Norte Infinito.
         
         
        