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2 poemas del último lárico León Ocqueteaux

Por Arturo Volantines

 

 

 



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“Entonces ella y yo nos escondimos en la secreta casa de la noche” (Jack Kerouac). Durante mucho tiempo creí que este disputado verso era de Jorge Teillier y/o de León Ocqueteaux, ya que ambos lo esgrimen; y, además, de esa profunda complicidad que a ellos los unía.

En la primera obra de Ocqueteaux,este verso aparece sin su verdadero autor y sin la palabra “entonces”. También, controvertida y desconocida primera obra de León Ocqueteaux, ya que en su libro siguiente (Cuaderno de Caza, poemas, con ilustraciones de Guillermo Deisler; Ediciones Mimbre, ejemplar nº 53 de 150, diciembre de 1965) se señala que ésa es su primera obra, pero el texto llamado “2 Poemas” florece  antes, en el “nº 5” de “Pincel Literario”; Temuco, mayo, 1963, cuyo director era Gustavo Adolfo Cáceres.

“2 poemas” se publica cuando León Ocqueteaux (Tolten, 1937) terminaba sus estudios de Derecho en la Universidad Católica de Chile. Había sido antologado en “12 Poetas de la Frontera”  y seleccionado para la antología que preparaba Luis Rivano. También, en la “Orfeo” nº3 de diciembre de 1963, Jorge Teillier informa que el poeta obtuvo el premio de poesía de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de ese mismo año y “que prepara su primer libro: Estampas para los cuentos de Mamá Oca”.

“2 Poemas” está compuesto por los textos: “Historia de amor” y “Mensaje a la muchacha de una aldea”. Poemas notables,  afrancesados, con clara influencia de René Guy Cadou; “enfermos de recuerdos de infancia”, al decir de Serguei Essenin. Pero, precursores de lo que llamaríamos después “los poetas de los lares” y correspondiente a la Generación del 50, y que influenciaría largamente, con su notorio énfasis intimista y sureño, a toda la poesía chilena; incluso, salpicando a Nicanor Parra y a Gonzalo Rojas, hasta que aparecieron en el horizonte de la poesía chilena: Martínez, Deisler, Zurita y Vidal, entre otros.

En las obras siguientes, León Ocqueteaux perfecciona sus versos y su espíritu lárico. Con Teillier y Rolando Cárdenas constituyen la tríada de “guardianes del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores”.

 

 

 

Historia de Amor[1] 

Ella y yo nos escondimos en la secreta casa de la noche[2].
Afuera siguen los árboles brillando tras la lluvia.
Alguien golpea una puerta, pero nadie le responde:
Es el recuerdo que se obstina en luchar contra el olvido.
Yo llegaba del Sur. Venía de amar la prima de manos imposibles,
con un amor más triste que mirar la caída de la noche entre los álamos,
Con un amor que crecía y desaparecía como las amapolas en los campos.
Fue una tarde de agosto —demasiado presente— en la de ahora,
cuando mi voz te llamó para regalarte mi tristeza. ¿Recuerdas?
Fuimos como las tórtolas que enferman de arrullarse tanto.
Pero qué lejos estábamos, y yo no lo sabía…
Alguna vez, en el camino, andando nos pertenecimos
como al aire el humo o el trino al pájaro.
Luego todo desapareció como el mal tiempo en la primavera;
mientras mi amor se marchitaba como las amapolas de los trigales.
… Hoy te busco en la noche recobrándote,
y de nuevo te descubro bajo el árbol
en que quise grabar tu nombre por temor que me olvidaras.
Hace mucho tiempo tú y yo nos escondimos en la casa de la noche.
Pero es mía la sombra en la que tarde golpea tu ventana,
y es verdad que tú ya no respondes[3].

 

 

Mensaje a la muchacha de una aldea

Aquí junto al jardín abandonado,
en que corté las primeras rosas para ti,
surges como antaño, montada en tu caballo;
jugando con los perros, haciéndome señas desde el puente.
Entonces, es grato recordar,
como perseguíamos luciérnagasdebajo de la hierba,
o nos tendíamos junto al borde de los días soñados.
Ah! Pero cuánta sombra nos persigue desde entonces…
Los días antiguos del verano se tienden contemplándonos;
mientras a lo lejos el río susurra su canción de siempre,
y por el mismo camino regresan al pueblo las carreteras.
Hoy es domingo. El cielo está azul.
Yo recorro los mismos senderos llamándote de colina a colina.
Pero el olvido es una vieja arpía que te oculta;
y sólo el viento recoge mis palabras vacías para siempre.
A veces te adivino bajo el castaño,
leyendo tus viejas revistas u ojeando mis cuadernos de poeta,
y es entonces cuando despiertan tus palabras olvidadas.
                                                    /“Me quieres mucho”…
“Es para soñar” decíamos esa tarde
en que balaban las ovejas junto a los corrales.
Pero tú estás lejos o has partido. Y yo estoy triste
volcando en mis pupilas un poco de regreso.
Y es inútil y sólo malezas crecen junto al jardín abandonado,
en que una tarde cogía flores para ti.
Y tú ya no estás. Y todo es tan cierto
como que ahora te escribo tendido sobre el pasto (llorando)[4].

 

 

 * * *

Notas

[1] En Cuerno de caza lo publica con el nombre de Cuento de Invierno.

[2] En Cuerno de caza publica este verso como epígrafe correspondiente a Jack Kerouac.

[3] En Cuerno de caza aparece con algunas diferencias y fechado en Pillanlelbún, enero— febrero de 1960.

[4] Palabra agregada en la versión de Cuerno de caza; y,además, con otras pequeñas diferencias de ésta, la primera versión.




 

 


 

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