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Sobre Eros & tumbas de Arturo Volantines
Ediciones Mediodía en Punto, Vallenar
Apología atacameña
Por Nélida Baros Fritis
Copiapó
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Cuando un escritor conversa con el público o dialoga sobre su obra, emplea términos y maneras comunes. ¿Será el mismo lenguaje que usa para escribir?
El lector se preguntará esto al descubrir, en la nueva obra de Arturo Volantines, “Sobre Eros & tumbas”, un lenguaje diferente, pero hay que leer con atención lo que dice en cada tema, a través de las páginas del libro, donde se introduce como testigo en sucesos históricos acontecidos hace más de un siglo. No es porque él quiera presumir, sino aleccionar al pueblo de Copiapó de las grandes hazañas y de la participación de los ciudadanos de épocas pretéritas: el descubrimiento de Chañarcillo, la Profecía del Padre Negro; Flora Normilla, Candelaria Goyenechea, la cual mendiga en la Estación de Copiapó, etc. Además, de anunciar la Muerte de Copiapó.
Para saber si es verdad lo que sentencia el autor, hay que conocer el universo de su obra, de sus muchos libros escritos y editados, que no sólo hablan de poesía e historia, sino observar con atención lo expresado en cada línea de: “Atakama; su utopía, Capital y bandera”.
Muchos lectores dirán que esto no es lo que se ha vivido, que la vida va hacia adelante, los que no entienden dicen que es un pesimista e inconformista; otros lo creerán loco: ni lo uno ni lo otro. El poeta es un visionario, que lleva la tierra del pueblo que lo vio nacer en su ADN.
En esta obra, más bien de poesía épica, su mundo artístico e intelectual lo hace emprender una tarea difícil y compleja, especialmente para los que desconocen la historia de nuestro pueblo: las hazañas de sus hombres y mujeres, en las revoluciones del año 1851, donde un puñado de hombres junto a Bernardino Barahona siguió luchando contra el ejército del gobierno en Ramadilla, sin saber que habían sido derrotados en el “Sitio de La Serena”; en el ejército de Pedro León Gallo en 1859; en la revolución de 1891, en Copiapó; en la Guerra del Pacífico, donde se destacó el poeta Rafael Torreblanca y otros.
Así, podemos continuar enumerando hechos heroicos de atacameños que jamás se dejaron avasallar. Las mujeres generosas que acompañaron a sus novios o maridos a la guerra; las que apoyaron y ayudaron a las viudas de aquéllos que dejaron, en las arenas de Lurín y en la Quebrada de Los Loros, sus almas y sus cuerpos; la matrona Candelaria Goyenechea de Gallo y su amor inmenso por la tierra, quien no vaciló en gastar su fortuna para que su hijo organizara un ejército y luchara contra el gobierno de Manuel Montt…
La obra se vuelve intensa, como si el autor viera entre las tinieblas a los personajes; pareciera ser que se levantan de la tumba, los revive entre metáforas, e imágenes; vamos descubriendo personajes míticos, involucrados en primera, segunda o tercera persona; aparece Flora Normilla anunciando a su hijo la aparición de Tololopampa. Todo el libro gira en torno a seres sencillos, simples, con una vida de esfuerzo y trabajo; ciudadanos que dejaron huellas imborrables en la guerra y en la paz, en la memoria de Atacama y de Chile.
En cada familia atacameña hay un familiar o pariente que estuvo involucrado en la historia heroica de Atacama. El poeta piensa que esta rica tierra —de donde se llevaba el 75% de riquezas en el pasado para sostener el país—, bien podía ser la Nación atacameña con sus grandes hombres y mujeres que fundaron escuelas, liceos, construyeron un ferrocarril, construyeron armas para las revoluciones; tuvieron una Casa de Moneda propia, bandera, etc.
Creo que “Sobre Eros & tumbas”, es un viaje de introspección en el tren de la memoria para contarnos en verso aquello que por la inmediatez con que se vive en la actualidad, la lluvia y el barro quiere sepultar al pueblo, no obstante los protagonistas, se levantan de su tumba para contarnos su infrahistoria y hacen un retrato de sus vivencias, de sus vidas en ese mundo que los vivos conocerán después de su muerte.
He aquí a un copiapino, atacameño, que en cuadros simbólicos nos muestra mitos y leyendas, donde el amor y la muerte se conjugan en una suerte de lenguaje potente, con riqueza de imágenes, donde el hablante lírico es como el Alicanto llevando un capacho de chañares, y los derrama desde la altura para que su dulzor recuerde que en esta tierra de sol y riquezas, la libertad del pueblo es la gloria de los héroes.
Cuánta razón tiene el autor al escribir esta sentencia: “El día en que muera, muchos buscarán mi tumba para ver mis huesos y sólo encontrarán tierra y polvo de Copiapó, de mi región Atacama”.