Proyecto Patrimonio - 2009 | index | Alejandro Zambra |
Autores |


Las manos en la cara

Por Alejandro Zambra
La Tercera. Domingo 30 de agosto 2009

 

Usted siempre me trata de usted, pero yo a veces tiendo a tutearte, a tutearlo, me dijo Nicanor Parra al despedirnos este verano, en su casa de Las Cruces. Le respondí que para mí era natural tratarlo de esa manera, que sería raro comenzar de repente a tutearlo. Tiene toda la razón, me dijo, y enseguida me contó la historia de una amistad que justamente se había arruinado cuando los amigos habían decidido empezar a tutearse. No queremos que a nosotros nos pase lo mismo, agregó, guiñando largamente el ojo derecho.

Conversar con Nicanor Parra es una verdadera aventura. La primera hora se da siempre un estudio, una especie de reconocimiento, de cordial intercambio de banderines, matizado por algunas frases sueltas que en verdad son sus poemas recientes, sus pensamientos de la semana, o algún comentario, desde el asombro, sobre las periódicas lecciones que recibe de los niños. En la última visita el niño del momento era Manolito Bianchi, que al ver al poeta lavando su volkswagen le había dicho: Nicanor, no entiendo para que regar un auto.

Luego hablamos del vino, del arrollado de Las Cruces, del interesante color de los tomates. Durante el almuerzo demuestra sentirse realmente cómodo, pero lo mejor es la sobremesa, porque entonces el guión se arranca en direcciones inesperadas y él no quiere enseñar nada, pero uno aprende mucho. Nunca he intentado entrevistarlo, pero fui testigo de dos entrevistas que al principio fueron arduas, pues a Parra los cuestionarios le suenan demasiado similares a los interrogatorios, y prefiere respetar los tiempos naturales de una conversación.

Lo mejor de Retrato de un antipoeta, el documental de Víctor Jiménez que acaba de estrenarse, es que en alguna medida permite entrever al personaje verdadero. Es fresca y luminosa la secuencia inicial en que lo vemos hacia 1997, leyendo en voz alta pasajes de Shakespeare mientras Colombina le corta las uñas al Tololo, por entonces un niño de seis o siete años. También es valioso y muy divertido el registro de las rocanroleras lecturas públicas de Parra.

Jiménez grabó durante más de 10 años a Parra y con el tiempo la disposición del poeta fue cambiando: en una escena crucial de la película se da cuenta de que lo filman a la mala y se levanta enojadísimo, como dice, por "el cogoteo". Da la impresión de que a Víctor Jiménez le dieron la mano y quiso también el codo, sobre todo por el insólito protagonismo del director, que vocifera al micrófono, en primera persona, sus apresuradas meditaciones, como si pudieran importarnos sus problemas para empatizar con el poeta.

Parra elogia el lenguaje avispado de los huasos chillanejos, pero el director entiende todo mal y acompaña sus palabras con imágenes de unos sofisticados huasos de salón posando a pecho hinchado en un rodeo. En general el error es ese: Jiménez adorna torpemente el buen material que ha conseguido. El director confiesa que en 1997 no había leído a Parra y después de ver el documental da la impresión de que todavía no lo lee.

Si Retrato de un antipoeta fuera el trabajo de unos alumnos de segundo medio, merecería un 4.9, pero de todas maneras hay que verlo, pues finalmente Parra gana. Para el espectador es demasiado evidente que Jiménez se farrea la oportunidad de retratar a quien no sólo es el mayor poeta vivo de la lengua sino también el poeta más vivo de la lengua, el más atento a la realidad. A días de cumplir los 95 años, Nicanor Parra nos invita a la lucidez. Mientras todo el mundo realiza barrocas contorsiones para salir en la foto, él se tapa la cara y ese gesto se agradece.

 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2009 
A Página Principal
| A Archivo Alejandro Zambra | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
Las manos en la cara.
Por Alejandro Zambra.
La Tercera. Domingo 30 de agosto 2009