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Alejandro Zambra: "Solo desde la duda nace la buena literatura"

Por Roberto Careaga C.
La Tercera. Domingo 10 de Octubre de 2010

 

Hacia fines de 2003, el nombre de Alejandro Zambra corría como un plomo por la escena literaria chilena. De un día para otro, ese desconocido de menos de 30 años dejaba de serlo al asumir la crítica literaria de Las Ultimas Noticias como un cazador de vacas sagradas. Pero era bastante más que un triturador de libros y, por eso, muchos lo leían como una revelación. Varios años después, Zambra sacó una lección de esos días en que leía por obligación las novedades literarias y la escribió como si fuera un mantra: "Nadie va a quitarme el placer de no leer algunos libros".

Desde esa sentencia nace No leer, su primer libro de no ficción: una recopilación de críticas, crónicas literarias y ensayos que Zambra ha ido publicando en diarios y revistas. El título es, claro, una ironía. El volumen en realidad es la prueba de que antes que nada, antes que poeta, novelista, crítico, Zambra es un lector: No leer es una apología a la lectura. Arbitrario y atento a autores no siempre canonizados, el autor de Bonsái escribe sobre su experiencia leyendo a Natalia Ginzburg, Péter Esterházy, Césare Pavese, Nicanor Parra, Roberto Bolaño, Gonzalo Millán, Enrique Lihn y Adolfo Couve, entre varios otros.

Elogios, notas biográficas y exploraciones críticas, en No leer destaca De novela, ni hablar, texto en el que Zambra arriesga una teoría general sobre nuestras letras: "El gran tema secreto de la literatura chilena es ese abismo entre lo que se dice y lo que se escribe. Lo que Neruda inventó fue un balbuceo elegante, un fraseo literario que favorece el rodeo y la eterna divagación (...) Los poetas chilenos olvidaron hace rato a Neruda. Pero los narradores no. Escriben, escribimos para adentro, como si la novela fuera, en realidad, el largo eco de un poema reprimido", anota.

- ¿Los narradores chilenos deben superar a Neruda?
- Creo que solamente desde la duda, desde la incerteza, nace la buena literatura. Y que la poesía chilena ha sabido dudar de sí misma, ha sabido multiplicarse, contradecirse, metamorfosearse. Hay muchos narradores chilenos que me gustan, que admiro. Pero me parecen todos, secretamente o no, más cercanos a la poesía que a la prosa. De una posible antología de cuentos chilenos, por ejemplo, me interesan mucho más Juan Emar y Enrique Lihn que los narradores más canónicos.

- Eltit, Donoso, Parra, Merino, Bolaño, Millán, Uribe, Lihn y Couve son los chilenos que aparecen en No leer. ¿Qué lo une? ¿A quién dejó fuera?
- No tenía la intención de hacer un libro sobre literatura chilena. Me hubiera gustado haber escrito algo largo sobre Emar o González Vera, por ejemplo. Y sobre Marcelo Mellado o autores más recientes, como Alejandra Costamagna o Cinthya Rimsky.

- Dice que Bolañó desató un "caos" en la literatura chilena. ¿Cómo le afectó?
- Me gustó ese caos. La verdad es que Bolaño es para mí como un hermano mayor. No el gran hermano; el hermano mayor. Ese que llega de sus viajes y antes de echarse a dormir te cuenta sus aventuras y las escuchas embobado y sientes el deseo de alguna vez también viajar y ser como él, aunque también sabes que a ti te toca tal vez lo otro; quedarte y mirar mucho, mirar larga, interminablemente, el país, el paisaje donde vives.

- La tensión entre poesía y prosa cruza el libro. ¿Puede elegir?
- No hay intensidad más duradera que la de un poema. Pero me gustan los poemas que no parecen poemas y las novelas que no parecen novelas. La literatura a secas. Hay demasiada poesía en las crónicas de Ginzburg o Lispector, por ejemplo. Como autor elijo con frecuencia la poesía. Si no he publicado más es porque se me pegó el tono de mi libro Mudanza (2003). En la prosa eso no me ha pasado. Para mí, La vida privada de los árboles es un libro muy distinto a Bonsái. Y Formas de volver a casa, la novela nueva (que incluye poemas) es también muy distinta.

- ¿Por qué no incluyó sus críticas más duras en No leer?
- Es mucho más difícil decir por qué algo te parece bueno que argumentar por qué no lo es. Es realmente fácil decir por qué los libros de Isabel Allende son predecibles y perecibles: basta leerlos con atención. Lo difícil es decir por qué la prosa de Mauricio Wacquez es deslumbrante. No le veo sentido a volver a insistir, en el libro, en la diferencia enorme que hay entre una literatura comercial y la otra, la genuina. Lo mejor que puede suceder con No leer es que el libro conduzca a otros libros.

- Habla de las "imposturas del mundo literario" ¿Cuáles son las peores?
- La tendencia a no leer como dice el título. A veces tengo la impresión de que nadie lee, al menos no de verdad. A veces pienso que definitivamente ganó la vanidad: que ahora los escritores tienen más ganas de ser personajes que de ser escritores. Pero sin duda exagero, sé que me equivoco, porque hay gente que en verdad lee. Hay un montón de gente valiosa que escribe para buscar, no para ganar.

 

 

 

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Alejandro Zambra: "Solo desde la duda nace la buena literatura".
Por Roberto Careaga C.
La Tercera. Domingo 10 de Octubre de 2010