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La invención de la memoria: apuntes sobre Formas de volver a casa,
de Alejandro Zambra

Andrés Urzúa de la Sotta
aurzuadelasotta@gmail.com



 


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“¿Cómo confiar en el lenguaje si éste ha demostrado con creces su incapacidad para dar cuenta del horror, de la soledad, de la muerte? ¿Cómo escribir en una lengua corrompida por la historia?” (66). Estas preguntas, planteadas por Alejandro Zambra en el texto No leer. Crónicas y ensayos sobre literatura, pretenden ilustrar, de algún modo, la conciencia del autor respecto a la complejidad del uso del lenguaje en la literatura contemporánea y a la injerencia de la historia en el proceso de degradación de la palabra.

A diferencia de gran parte de la crítica literaria nacional, que ha visto en Formas de volver a casa un reflejo casi inequívoco de la historia y del proceso dictatorial chileno, en este trabajo toda fidelidad de la imagen queda suspendida. La misma noción del recuerdo se pone en duda. Pues lo que ocurre en la literatura, o más bien en la cultura contemporánea (y que Zambra parece tener absolutamente claro), es que a partir de la posmodernidad “comenzamos a ser, a poder ser, nihilistas cabales[1]” (Vattimo 9).

Ya lo señala Roland Barthes en El grado cero de la escritura: “La literatura en su totalidad, desde Flaubert hasta nuestros días, se ha transformado en una problemática del lenguaje” (12). Y agrega Lyotard: “El verdadero problema (de la posmodernidad) consiste entonces en establecer si el lenguaje es efectivamente un medio, y un medio para comunicar” (2).

En efecto, tanto el lenguaje literario, como los elementos que lo componen (memoria, imaginación, historia, lenguaje, etc.), están signados por la falta de nitidez, por el tamiz inexorable del nihilismo posmoderno. Por lo mismo desconciertan los acercamientos a las obras literarias que no problematizan los conceptos, en especial aquellos tan abiertos como lenguaje, historia, memoria, etc.

El caso de Formas de volver a casa, como señalaba anteriormente, en general se ha leído como un reflejo más bien nítido de la historia chilena, sobre todo de la década de los ´80 y del proceso dictatorial. Willem Bieke, en su artículo “Metáfora, alegoría y nostalgia. La casa en las novelas de Alejandro Zambra”, aborda los movimientos de la obra como alegorías de la experiencia dictatorial, a la vez que concibe a la casa como una suerte de metáfora de la literatura. Sarah Ross, en su texto “Micro y macrohistoria en los relatos de filiación chilenos”, señala que tanto en la novela de Zambra, como en otros textos de filiación del período, “los hijos, narrando y comentando la vida de los padres, trazan un retrato preciso de su sociedad” (1). Lorena Amaro Castro, en el artículo “Formas de salir de casa, o cómo escapar del Ogro: relatos de filiación en la literatura chilena reciente”, sostiene que “la novela pareciera decir que en los 80 todos fueron "hijos" de un padre absoluto y tiránico” (1).

Además de los artículos mencionados, cabe consignar el libro Chile urbano: la ciudad en la literatura y el cine, de Magda Sepúlveda. En dicho texto, la autora estudia en Formas de volver a casa la manera en que se revisita el pasado de la infancia, estetizándose la ciudad o ciertos sectores de ella a partir de una pérdida donde ya no hay una mirada o una memoria épica de izquierda.

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Avanzo de a poco en el artículo. Me paso el tiempo pensando en la memoria como si existiera, como si hubiera existido. Al comienzo dudaba incluso de su nombre. Pero es el nombre que siempre ha tenido, si mal no recuerdo. No me cansa el sonido, tampoco. Memoria. Mala memoria. 


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En el apéndice crítico de la primera edición de la antología Porque escribí de Enrique Lihn, Eduardo Llanos advierte una clara conciencia metapoética en el autor de La pieza oscura, la que lo lleva a reflexionar y poner en tensión su propia voz de manera constante. Dice Llanos, acerca del poema “A Franci”, de La musiquilla de las pobres esferas, publicado en 1969: “Obsérvese cómo el hablante se desplaza verticalmente ya en la horizontalidad del primero verso: “Te quiero, qué comienzo”, que presenta un giro metalingüístico, como si la conciencia literaria del autor considerara demasiado efusiva la expresión inicial” (Lihn 331). Esta observación, que se podría aplicar a gran parte de la poesía o más bien de la metapoesía lihneana, sobre todo la que se publicó durante la década de los ´60, podría ilustrar, de algún modo, ciertos procedimientos que elabora Alejandro Zambra de manera recurrente, específicamente en Formas de volver a casa. Me refiero al ejercicio de metaficción que propone. El discurso de Zambra articula constantes quiebres en el relato, en los cuales se evidencia el proceso del artificio literario: “la novela desnuda su propia construcción”, se advierte en la contratapa de la tercera edición de Anagrama, publicada en 2012. El autor parece estar absolutamente consciente del trabajo ficcional que le compete al ejercicio literario, pero a la vez no es capaz de distanciarlo del todo del discurso de la memoria: “Avanzo de a poco en la novela. Me paso el tiempo pensando en Claudia como si existiera, como si hubiera existido. Al comienzo dudaba incluso de su nombre. Pero es el nombre del noventa por ciento de las mujeres de mi generación” (Formas 53).

Aquí el narrador da cuenta de dos discursos simultáneamente: el de la historia personal y el de la literatura (el de la memoria y el de la ficción). Sin embargo, lejos de proponer un distanciamiento tajante entre ambos, deja latente una cierta mixtura o al menos una deliberada complejidad a la hora de diferenciarlos. Al advertir que avanza en la novela, está desnudando inequívocamente el artificio del objeto literario. Pero en el momento en que señala que el nombre de Claudia, una de las protagonistas de la obra, es el del noventa por ciento de su generación (es decir, de la generación del autor), está articulando una especie de tercer discurso, una discursividad híbrida y compleja, en la que parecen convivir, sin una demarcación del todo clara, memoria y ficción.

Ahora bien, ¿hacia dónde apunta esa conciencia metaficcional del narrador? ¿De qué modo podría relacionarse el ejercicio de la metaficción en Formas de volver a casa con el concepto de memoria que propone el relato? ¿Sería posible leer la novela de Alejandro Zambra desde la perspectiva de la invención de la memoria (o de la ficcionalización del recuerdo en la literatura)?

Este texto pretende dar respuesta, siquiera de modo incipiente, a estas preguntas. Más aún, el texto surge justamente a partir de esa constatación: la de la problemática al momento de diferenciar, de manera clara y contundente, la ficción de la memoria. En este sentido, la hipótesis de trabajo es relativamente clara: Alejandro Zambra, en Formas de volver a casa, articula un discurso metaficcional que está al servicio de la invención de la memoria, es decir, de una memoria frágil e imprecisa, la que desnuda por momentos su propia artificialidad. 


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Hoy inventé este recuerdo:
No era la primera vez que lo hacía.
Mis padres me habían advertido
que si me volvían a ver así,
iban a olvidarme para siempre.
Sin embargo los ignoré.
Entré al baño como de costumbre,
me miré en el espejo empañado
y comencé a borrar mi rostro una vez más.


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En la novela se vislumbran una serie de marcas textuales en las que la memoria se muestra frágil e imprecisa. Sólo en la primera parte del relato, denominada Personajes secundarios, se aprecian dos muestras concretas de aquello:

(1) De pronto primó ese clima pesado en que sólo es posible conversar sobre la tardanza de la comida. La orden se demoraba tanto que mi papá decidió que nos marcharíamos en cuanto llegaran los platos. Protesté o quise protestar o ahora pienso que debería haber protestado (24).

(2) Me cuesta recordar, sin embargo, las circunstancias en que volvimos a vernos. Según Claudia fue ella quien me buscó, pero yo recuerdo también haber vagado largas horas para verla (28).

En los fragmentos citados, el narrador declara explícitamente el carácter dubitativo de su memoria. Cuando señala que protestó, quiso protestar o ahora piensa que debería haber protestado, está asumiendo la imprecisión del recuerdo, a la vez que está sugiriendo, a partir de la irrupción del adverbio temporal “ahora”, la artificialidad del proyecto literario. Es decir, frente al tiempo del pasado, que es el del recuerdo narrado, el narrador introduce un tiempo del narrador (o más bien del autor), un “ahora” que es el tiempo de la construcción narrativa, del proceso de escritura de la novela.

Asimismo, en el segundo fragmento se advierte desde el comienzo la dificultad de la memoria, insinuándose, además, la subjetividad de la misma. El narrador articula dos versiones de la historia, dos relatos subjetivos del recuerdo: el de Claudia, quien dice que fue ella la que lo buscó; y el de él, quien recuerda haber vagado largas horas para verla. 

Esa dificultad para relacionarse con la memoria, para obtener un relato fidedigno de los hechos, es lo que parece problematizar en diversas ocasiones Formas de volver a casa: “Es extraño, es tonto pretender un relato genuino sobre algo, sobre alguien, sobre cualquiera, incluso sobre uno mismo” (Zambra, Formas de volver a casa 148).

Ya sea a través del ejercicio metaficcional o mediante la articulación de una memoria confusa e imprecisa, el narrador está dudando de manera constante acerca de la naturaleza misma del proceso de la memoria, como sugiriendo el carácter artificioso y reconstructivo del recuerdo, en consonancia con la ficcionalidad de la narración literaria:

Me asombra la facilidad con que olvidamos lo que sentíamos, lo que queríamos. La rapidez con que asumimos que ahora deseamos o sentimos algo distinto. Y a la vez queremos reírnos con las mismas bromas. Queremos, creemos ser de nuevo los niños bendecidos por la penumbra (…) Estoy en esa trampa, en la novela (Zambra, Formas de volver a casa 62).

La transformación del verbo “queremos” en “creemos” no es fortuita. Allí el narrador está sugiriendo una expresión de deseo imposible, donde la voluntad de “querer” algo, en este caso volver a ser el niño que fue, deviene en ilusión, en ingenuidad. El “querer” tropieza con una creencia ilusoria, que a la postre va a obligar al narrador a asumir, por medio del ejercicio metaficcional, la trampa de la escritura literaria, que no es otra cosa que la reconstrucción ficticia de la memoria.

Estas constataciones se podrían relacionar con lo que señala Federico Campbell en el ensayo “Padre y memoria”. Allí, el ensayista mexicano se pregunta cuál es el papel de la memoria en la invención literaria, a la vez que analiza el tratamiento de la figura del padre en una serie de autores, como Sam Shepard, Raymond Carver, Juan Rulfo, Marcel Proust y Franz Kafka, entre otros. Según advierte el mexicano, “ya en 1932 el inglés Frederick Berlett, en un análisis sobre La imaginación de Shakespeare y adelantándose a los estudios de la neurobiología actual, vislumbraba que el movimiento perpetuo de la memoria supone una reconstrucción imaginativa de la materia recordada” (1). En esa misma línea, Campbell sostiene: “Marcel Proust intuía que al recordar uno incorpora un factor añadido a la cosa real, a la experiencia resucitada a través de la imaginación, como si la memoria jugara el papel de inventar otra “realidad”, aparente o imaginada, que se empalma con cualquier instante del pasado” (1).

El caso de Formas de volver a casa no es, en este sentido, muy diferente de lo que señala Federico Campbell. Por el contrario, sería posible pensar dicha obra desde la perspectiva de la invención literaria de la memoria (o de la invención de la memoria en la literatura). Esa intuición de Marcel Proust, que lo lleva a señalar hacia el final de En busca del tiempo perdido, que hay una gran diferencia entre la verdadera impresión que hemos tenido de una cosa y la impresión ficticia que nos damos cuando intentamos voluntariamente representárnosla” (203), está absolutamente presente en la obra de Zambra.

En efecto, pareciera que la novela del chileno es por momentos un intento fallido y deliberadamente ficticio por reconstruir el recuerdo. Algo así como un artificio de la memoria individual, un sucedáneo de la misma donde un narrador posmoderno falla en el proceso reconstructivo del recuerdo, entregándose, finalmente, al carácter literario de la memoria.

Recuerdo y literatura, de este modo, serían dos caras de la misma moneda. La memoria como el ejercicio de la ficción. La literatura como la invención del recuerdo:

Es que me gusta estar en el libro. Es que prefiero escribir a haber escrito. Prefiero permanecer, habitar ese tiempo, convivir con esos años, perseguir largamente imágenes esquivas y repasarlas con cuidado. Verlas mal, pero verlas. Quedarme ahí, mirando (Formas 55).

Esas imágenes esquivas. Esa dificultad para construir un retrato nítido del pasado y esa consciencia, por parte del narrador, de que la labor del escritor consiste justamente en quedarse ahí, pegado, mirando la falsa silueta del recuerdo. Esa es una de las formas que propone Zambra para volver a la casa de la memoria.

 

 

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Referencias bibliográficas

- Amaro Castro, Lorena. “Formas de salir de casa, o cómo escapar del Ogro: relatos de filiación en la literatura chilena reciente”. Web. [15/05/2015].
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0716-58112014000100007&script=sci_arttext
- Barthes, Roland. El grado cero de la escritura. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2015.
- Bieke, Willem. “Metáfora, alegoría y nostalgia. La casa en las novelas de Alejandro Zambra”. Web. [15/05/2015].
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-68482012000200003&script=sci_arttext
- Campbell, Federico. “Padre y memoria”. Revistadelauniversidad.unam.mx. Web. [12/05/2015].
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/0604/pdfs/21-27.pdf
- Lihn, Enrique. Porque escribí. Santiago: Fondo de Cultura Económica, 1995.
- Lyotard, Jean-Francois. “Qué es lo posmoderno”. Web. [12/05/2015].
http://www.mercaba.org/SANLUIS/Filosofia/autores/Contempor%C3%A1nea/Lyotard/Qu%C3%A9%20es%20lo%20posmoderno.pdf
- Proust, Marcel. En busca del tiempo perdido. Biblioteca.org.ar. Web. [12/05/2015].
http://www.biblioteca.org.ar/libros/133524.pdf
- Ross, Sarah. “Micro y macrohistoria en los relatos de filiación chilenos”. Web. [15/05/2015].
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-71812013000200020
- Sepúlveda, Magda. Chile urbano: la ciudad en la literatura y el cine. Santiago: Cuarto Propio, 2013.
- Vattimo, Gianni. El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Barcelona: Gedisa, 1987.
- Zambra, Alejandro. Formas de volver a casa. Santiago: Anagrama, 2012.
_______ No leer. Crónicas y ensayos sobre literatura. Santiago: Ediciones UDP, 2010.

 

 

 

[1] Gianni Vattimo, en el libro El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna, propone el surgimiento de un nihilismo cabal, el cual está fundado en la expresión nietzscheana nihilismo consumado, la que dice relación con la persona que comprendió que el nihilismo, a partir de la posmodernidad, es su única posibilidad.



 



 

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