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Zambra, Nueva York y el oficio de escribir

Por Aldo Perán
La Tercera, 27 de junio de 2015

 



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En una especie de desasosiego. En una frenética actividad. Alejandro Zambra está concentrado en desembalar cajas y finalizar algunas tareas pendientes. Una de ellas es la filmación de una película basada en Vida de familia, relato de su libro Mis documentos. Las otras contemplan la escritura de un nuevo guión, los preparativos para un viaje largo, la edición y prólogo de una antología del poeta Andrés Anwandter, y la escritura de un prólogo a una selección de textos de José Santos González Vera. 

Entre esas tareas, termina la primera versión de un volumen de ensayos, y avanza en otros de los que prefiere no hablar, como tampoco abunda en impresiones sobre su consagración en el escenario norteamericano producto de un elogioso ensayo aparecido en The New Yorker sobre sus cuatro libros, hasta la fecha, editados en Estados Unidos.

Story of my life.  The fictions of Alejandro Zambra”. Así se titula la crítica literaria de My documents en The New Yorker. James Wood, uno de los más reputados ensayistas norteamericanos, concluye luego de leer el relato Instituto Nacional: la obra de Alejandro Zambra “es una reivindicación de lo mejor que un escritor de ficción comprometido y talentoso puede hacer”, que es “presentarnos fragmentos completamente encantadores como si no se tratara de mucho más”.

Wood no escatima en expresiones elogiosas de lo que considera una escritura que se distingue por su autorreflexión, el uso preciso de descripciones, así como la elegancia con la cual autor y narrador se hacen presentes en la escritura. Haciendo alusión a los “maravillosos detalles” y los “delicados talentos” que componen su estilo narrativo, el crítico literario norteamericano elogia tanto las anteriores publicaciones en inglés de su obra narrativa como la reciente publicación de My documents por el sello McSweeney’s. 

No es el primero que en estos meses ha valorado el trabajo de Zambra. Recientemente fue reseñado en The New York Times por Natasha Wimmer, la traductora de Bolaño. A principios de mayo,  el periódico británico The Guardian publicó una reseña sobre sus “compulsivos relatos”, donde se invitaba al lector inglés no solo a leer la reciente traducción de Mis documentos, sino también toda su obra traducida.

La edición inglesa de My documents, sobria, sin ilustraciones en la portada, le valió a Zambra ser considerado entre los seis finalistas del Frank O’Connor International Short Story Award. Este premio es considerado uno de los más prestigiosos no tanto por las 25.000 libras que entrega al autor del libro escogido; también por quienes componen la lista de premiados, entre ellos Edna O’Brien, Jhumpa Lahiri y Haruki Murakami. El año pasado fue para  Colin Barrett. “Te apuesto 25.000 libras a que no lo gano”, dice Zambra, mientras intenta que su gata le haga un espacio en el sofá donde pretende sentarse. 

“Nunca hablo de la recepción de mis libros, no le veo sentido. Igual me sorprenden estas cosas, porque para mí mis libros son muy chilenos”, afirma, luego de sentarse finalmente y prender un cigarrillo. “Seguro que buena parte del mérito es de Megan, que es extraordinaria”, agrega, refiriéndose a Megan McDowell, la traductora con quien trabaja desde La vida privada de los árboles, y que es ya una referencia para la literatura chilena en inglés, con traducciones de obras de Juan Emar, Alvaro Bisama o Lina Meruane. Por estos días McDowell revisa la traducción de Facsímil que Penguin publicará el próximo año en EE.UU.

El autor de Formas de volver a casa se prepara para instalarse durante un año como becario de la Biblioteca Pública de Nueva York. Algunos de los fellows de Alejandro Zambra serán Annie Baker, premiada con un Pulitzer y László Krasznahorkai, el reciente ganador del Man Booker International Prize. Cada uno de ellos contará con una beca, una oficina privada y acceso completo a todas las colecciones y recursos digitales disponibles en el recinto, para que de ese modo puedan avanzar en la escritura de los proyectos en curso. En el caso de Zambra, la escritura de un libro sobre bibliotecas personales o sobre “la acumulación de libros”, como él precisa, que será publicado por Ediciones UDP bajo el título Cementerios personales.

En el suelo hay precisamente decenas de cajas con libros. ¿Piensa llevarlos todos a Nueva York? “Claro, arrendé un barco”, responde muy serio, pero después sonríe y explica que no, que prestó sus libros para el set de la película Vida de familia y acaban de devolvérselos. 

“Tengo que ordenar todo esto”, dice. ¿Para qué va a ordenar tanto, si ya pronto se va? Zambra se encoge de hombros. ¿Quién cuidará su casa mientras esté fuera? “Un amigo”, dice, en referencia a Vida de familia, que es la historia de un hombre que se queda cuidando una casa llena de libros, mientras la familia que allí vive pasa una temporada en el extranjero. 

La visualidad de un relato

Hace unos días finalizó en el Barrio Yungay el rodaje de Vida de familia, dirigida por Alicia Scherson y Cristián Jiménez -este último director de Bonsái (2011)-, con guión del propio Zambra. A fines del 2013 cuando ya se había publicado su libro de relatos, Scherson y Jiménez se juntaron y  conversaron sobre el libro. Fue de ese modo que le propusieron “hacer algo” con ese cuento. 

“Estuve mucho tiempo pensando en esa historia y casi desde el comienzo pensé en un posible desarrollo visual, una especie de obra paralela”, cuenta. “Nunca tuve ganas de hacer cine, nunca fue algo así como un propósito, pero se fue dando, es un proyecto de amigos”, dice Zambra. Hace poco también el escritor empezó otro proyecto ligado al cine, la escritura de La hierba de los caminos, que será la cuarta película de Fernando Lavanderos, el director de Y las vacas vuelan y Las cosas como son. “Esto es un proceso distinto, es una idea de Fernando, una historia que me gusta mucho, ojalá salga bien”, dice el autor de Formas de volver a casa. La gata  mira desde el sillón, con infinita curiosidad o quizás está molesta. Le digo a Zambra que su gata está muy gorda. Y él responde: “Eres tú el que está muy flaco”.


El espacio de la escritura

Cementerios personales nació de un ensayo que Alejandro Zambra escribió hace un par de años para la revista Dossier. “Lo empecé a escribir como ensayo, como un ensayo largo, en serio y en broma, sobre la acumulación de libros, pero se ha ido convirtiendo en otra cosa, porque hay ficción entre medio, y unas especies de fichas de lectura”, relata. 

“No es un elogio a las bibliotecas personales; al contrario, más bien predomina esa imagen medio ridícula de alguien viviendo dentro de una biblioteca, como el protagonista de Auto de fe, la novela de Canetti”,  dice cuando se acaba la cajetilla de cigarros. ¿Es su casa un cementerio personal? “Ayúdame a ordenar los libros, mejor”, dice mientras se levanta y no me deja más opción que hurgar en una caja donde encuentro obras de Natalia Ginzburg y Franz Kafka.



 



 

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