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"Facsímil", de Alejandro Zambra
Alejandro Zambra, Hueders, Santiago, 2014. 104 páginas.
Por Rodrigo Pinto
Revista "El Sábado" de El Mercurio, 21 de marzo de 2015
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Si el proyecto narrativo de Alejandro Zambra se ha mantenido más o menos fiel a la línea de la ficción elaborada sobre hechos pertenecientes a la biografía -con todas las salvedades posibles; hablamos de literatura, de ejercicios creativos de la imaginación, y no de memorias encubiertas-, este libro abre un especial capítulo que representa a muchas generaciones de escolares, pero que también, desde luego, alcanza la autonomía narrativa de toda obra que interrogue seriamente el lenguaje. Porque, en definitiva, Facsímil es un doble retorcimiento de la forma: si el lenguaje poético o literario aspira siempre a ser algo más que las palabras que se encadenan en frases, en el presente caso, al ceñirse a las estructuras discursivas que adoptó por muchos años la parte verbal de la Prueba de Aptitud Académica, Zambra establece un juego de significaciones y reverberaciones que otorga nuevos significados a esas estructuras y que, a la vez, devuelve a lo que ha sido su trabajo como narrador.
Porque los temas que se infiltran en esas estructuras son los que ha incorporado habitualmente en sus textos: la infancia bajo la dictadura, la educación en un liceo fiscal de alto rendimiento, las desventuras amorosas, la soledad, los personajes extrañamente amenazantes que de tanto en tanto surgen, solapados, en sus relatos. La particular textura del libro ofrece una oportunidad muy poco habitual en la narrativa: la de hacerse parte del relato, la de tomar decisiones junto con el autor o de construir secuencias de significados que no tienen por qué haber estado en su cabeza. Facsímil es, como pocos, un libro abierto a múltiples interpretaciones que en algunos momentos, en algunas secuencias, construye historias más unívocas o series de afirmaciones que tienen que ver con otro tipo de discursos: los del adoctrinamiento o la domesticación. Con todo, es un juego interminable y gozoso, que revela el particular talento de un autor que viene de la poesía y que, desde esa especial sensibilidad con la palabra, convierte un instrumento de medición de aptitudes en una fiesta del lenguaje que va in crescendo, igual que la PAA-Verbal: los términos excluidos, los ilativos, el orden de las frases; en fin, todas esas herramientas estandarizadas y acá despedazadas por la vocación poética rematan en los textos de comprensión de lectura, donde el autor se revela de manera más profunda y también, a la vez, se cuestiona, se interroga y da la libertad para escoger las respuestas.