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Bernardo Colipán:
Arco
de interrogaciones
Santiago, LOM Ediciones,
2005, 116 p.
Leonardo
Piña Cabrera
[Emitido al aire en
Programa BELLO BARRIO, Radio Ciudadanía, 105.3, Julio 20
de 2005,
Universidad Bolivariana]
Con una menor cobertura que la alcanzada por autores como Chihuailaf,
Lienlaf o incluso Huenún, junto a quienes se le consigna en
el impreciso grupo de escritores de origen mapuche, la poesía
de Bernardo Colipán, en Arco de Interrogaciones
–tal como ocurre con su anterior entrega, Pulotre.
Testimonio de vida de una comunidad huilliche, pero de distinto
modo– sigue una ruta, difusa para el lector no familiarizado, de profundo
significado identitario para quien si lo está no ya por lectura
sino por pertenencia, en cuyo paso se va abriendo un arco en la misma
medida que la vista se va cerrando en torno al mismo, esto es el del
entendimiento construido sobre la base del ejercicio de la memoria,
entendimiento que en Colipán estaría más allá
de la historicidad cotidiana, en medio, precisamente, del sentido
cultural que habita en lo más hondo de sus manifestaciones
diarias.
Así, si en Pulotre, libro publicado en conjunto por
LOM y la Universidad de Santiago en 1999, su autor reunía una
serie de testimonios orales recogidos en la localidad de Pulotre,
comunidad de Malalkawellu, X Región, con el propósito
de rescatar de su invisibilidad a la cultura mapuche-huilliche negada
por la historiografía oficial y retornarle “a la gente su
propio pasado, con sus propias palabras, aportándole un protagonismo”,
en Arco de Interrogaciones hace lo propio, esta vez, sin embargo,
tamizado por la empuñadura de su lápiz que poetiza las
circunstancias que describe en un esfuerzo, aparentemente, más
acá del investigativo/reivindicativo señalado en aquel
otro, pero que también se mueve en medio de las dos temporalidades
que refiere, la de la memoria profunda y la de la historicidad cotidiana.
De este modo, entonces, en textos cuyo contenido, origen, forma y
extensión varía grandemente, Colipán transita,
y nos hace transitar con él, a lo largo de nueve arcos –el
de las interrogaciones, del vacío, de la negación, del
silencio, del amor y su figura recortada, de mis abrazos, de mis apariciones,
de la memoria y su transparencia y el de la historia y sus pliegues–
todos los cuales no solo constituirían este su segundo libro,
sino que el conjunto de su experiencia sensible como sujeto, tanto
individual como colectivo, que se ha construido en el mundo y la naturaleza
a partir de su ser mapuche-huilliche en interrelación, para
bien o para mal según el tono específico que adopta
en cada poema, con la sociedad mayor, chilena y global, que lo circunda,
tiempo y espacio desde donde van asomándose los diversos elementos
que lo han ido constituyendo como tal, es decir un hombre de ascendencia
mapuche, que es profesional universitario y poeta, y que se ocupa/preocupa
de su historia, toda, con la fuerza de la oralidad, que aunque se
ha hecho escritura aquí, también proviene de lo más
profundo de una identidad que lo trasciende. Con ello, junto a la
referencia a sus antepasados, divinidades y ceremoniales de la cultura
mapuche, por sus páginas también desfilan otras referencias,
a autores y contenidos, que también nos hablan de esa tensión
entre las temporalidades referidas anteriormente, la trascendente
y la cotidiana.
De sus poemas, sin embargo, destacaremos uno tomado del apartado
Arco de la negación, precisamente porque en él
se puede apreciar, y con gran acierto, alguna de las tensiones que
su habitar en el mundo lo hacen vivenciar a diario. En “Se te advirtió
que tengas cuidado”, la interpelación de que es objeto
"Arnaldo", el sujeto al que se alude en el poema, no solo
permite apreciarlo también caminando por las calles de la ciudad,
sino en conflicto con el cuadro familiar que lo reclama en el campo
desde donde, en algún momento, partió para probar suerte:
"Cuando emigraste, Arnoldo, de San.
Juan de la Costa
para hacer tu servicio militar en la ciudad,
En el potrero se echó la vaca de la angustia.
Se te dijo que la vida en la ciudad
era una gallina de espinazo pelado
de tanto ser pisada por el gallo del destino.
SE TE ADVIRTIO QUE TENGAS CUIDADO.
Pero ascendiste en las laderas de lo esencial,
cambiaste a la Rosita Rupailaf por la Lulú Salomé.
Titubeaste en los barrancos de lo sustancioso
para después caer como terrón de tierra.
LUEGO
........... NO
QUEDO MAS
............................ QUE
JUNTAR TUS PEDAZOS.
Nunca se olvidará el día que volviste al campo.
DE TU ROSTRO PALIDO RESBALO
UNA LAGRIMA DE ALQUITRAN.
[Se te advirtió que tengas cuidado]
Leonardo Piña
Cabrera
Antropólogo
Académico Universidad Bolivariana