Los muertos no nos rehabilitarán
              Tadeusz Rózewicz
             
             He regresado para sentarme
              como una vieja se sienta a la orilla de las lamentaciones
              y hunde sus dientes contra una piedra
              para no hablar
              para no hablar ya más
              y dejar que el mar susurre su voz de nieve ardiente
              He vuelto a este rincón enfermo
              donde me obligan a tragar una hostia mancillada
              por las bocas que dijeron todas las mentiras
             Entonces veo desfilar en el caleidoscopio del agua
              las grandes y pequeñas traiciones
              bajo el delirante sol de febrero
             Allí están los que osaron aspirar eternidad
              sin pedir permiso
              comieron carne ajena e invadieron casas
              donde alguien oraba en secreto
              Luego se sentaron en la sala
              pidiendo café y cigarillos
             Y allí estamos nosotros
             Insomnes mudos los rostros
              sin orillas flotando sin destino
              tratando de ver a Dios en la tierra de nadie
             Porque todo lo que se pierde va a dar al mar
              me tiendo en el borde
              para oír a mis hermanos muertos
              Puedo ver en la ciudad desierta
              a mujeres que amontonan cachureos en los patios
              pequeños objetos que se pudren
             La trivialidad del poder atraviesa
              civilizaciones de sangre
              para luego ofrecer té y cuidar de los heridos
             Puedo verte
              danzando sin cabeza
              desnudo sobre las olas llameantes
              moviendo apenas los labios
              los dedos apuntando hacia arriba
              donde los pelícanos baten sus alas mudas
             La ciudad . . . una botella soplada por un viento
              . . . . . . . . . . . pútrido
              . . . . . . . . . . . se hincha
              Y a través. . .  sólo veo muertes solapadas
              por todas las mentiras dichas para robarnos a Dios
              para hacer de nosotros buenos chicos chicas listas
             Quieren ponernos las cosas difíciles te dije
              considerando que las palabras ya no designan
              objetos ni situaciones
              sino relaciones lingüísticas
              dejándonos sin frutos sin sombra
              en este infame terruño de las representaciones
              Bajo el aire salobre del puerto
              el viento agitaba sus certidumbres contra mi rostro
              Eramos jóvenes. . . . lo sé
              tenía el cabello despeinado
              y el mar de pronto fue una bóveda
              encerrando todos los secretos todas las visiones
              Entonces vi la puerta que daba al Jardín
              donde mamá y yo mirábamos caer la nieve
              sobre los duraznos desnudos mirábamos
              caer la nieve sobre los duraznos desnudos
             Porque no soy yo la que habla
              me he tendido en la colina para que hable el mar
             Desde aquí veo la extensión del agua
              perderse en el horizonte
              una gran lámina plateada y brillante
              bajo el sol ardiente del verano
             La palidez del agua es un muro invisible
              entre los mundos donde habremos de perdernos
              allí entregaremos la palabra de fuego
              que nos arrojaron desde el traspatio de los crímenes
              para ser otra vez tomados de las manos
              y acariciados por el viento
             Aquí he regresado
              al pie de nosotros mismos a dejar mi ramo
              Voy soplando copos de ceniza
              que se esparcen en el Jardín quemado
              el único paisaje de Klee
              al final del caleidoscopio
             Reconozco un zumbido de abejas
              las patas de las arañas rozando suavemente la hierba
              y sé que nos han abandonado a las puertas del sueño
              para decirnos que no hay tregua
             Aquí donde los damascos crecen maduros
              para alimentar a las hormigas
              año tras año la pulpa exige su tributo de sangre
              y se relame en su sed inextinguible
             Porque es fracaso la saciedad
              esa traición de pequeños animales
              sacando sus lenguas de fuego
              para arañar la nieve las olas llameantes
              que se levantan desde este mar estanco
              donde todo lo que abandonamos ha ido a perderse
              como se pierde en la tarde
              un eco de campanas
             Sin embargo
              sé que otra vez
              estaremos frente a ese Jardín
              callados y felices
              escuchando cómo cae la nieve sobre las ramas
              de los hermosos árboles invernales
             
             Junto al mar se extiende la ciudad
              La noche se desprende como un susurro
              Veo a los feriantes marchando a casa
              después de pedir vino en la cantina
              donde una gorda pintarrajeada
              canta tangos de Gardel
             Los niños desarman la Rueda de la Fortuna
              donde subían las novias del barrio bajo
              sonrojadas y sucias comiendo palomitas
             Cae la noche sobre el puerto y las calles
              son el único rastro que dejan los asesinos
              Mañana será otro día. . . . .  y habrán de volver
              a abrocharse los zapatos
              subir peinados al micro maloliente
              para llegar al fin de la jornada
              a dormir a un hotel equivocado
              un sueño equivocado
             Este es el lugar de los crímenes
              La muerte es el único museo abierto
             Aquí están los que iban a comer carne de Dios
              y fueron sitiados
              los que sobrevivieron al banquete de restos
              cuescos de damascos carcomidos sobre las bandejas
              una cita que la Historia anunció
              demasiado tarde.
             No soy yo la que habla
             El mar dibuja los paisajes que nosotros olvidamos
              para no decir malas palabras ni delatarnos entre vecinos
              y recibir la recompensa de un nombre
              la única investidura para ser reconocidos
              cuando la Historia reparta su premio de canicas
             
             Desde aquí veo a los que estuvieron antes
             Juana la pecosa se durmió al sol
              esa tarde que la encontraron sobre la arena
             Veo al loco Pepe
              no dejó su sombrero de fieltro regalo de su padre
              cuando lo arrojaron al Pacífico
             Ese océano que todo lo guarda
              porque todo lo que se pierde va a dar al mar
             Amanece y la ropa tendida en las azoteas
              ondea bajo la brisa
              He subido por el camino y desde el monte
              contemplo el sol sobre la tierra mojada
              Pero los grillos ya no cantan himnos imperiales
              y las mujeres ya no lucen sus preciosos tocados de ayer
             A orillas del mar la Historia ha ido a perderse
              sin justificaciones. . .  sin héroes. . . sin santos
             Son las palabras las que matan. . . .  te dije
              Y fue cierto
             Abajo la bahía enciende luces de ceniza
              Hay quejidos de peces suspendidos en el aire
              un eco venido de otras aguas
              donde las algas son diademas de muchachas
              y no éstas cabelleras muertas
             Son otros los puertos donde habremos de perdernos
              para reencontrarnos con las manos manchadas
              y los zapatos viejos
              como en la plaza florida de septiembre
              cuando nos citábamos bajo los ciruelos
              para no decirnos nada
              para susurrar esa canción que tanto nos gusta
              y que ya no podemos recordar
             Porque ése era el Jardín nevado
              el pedazo de tierra para dormir bajo las fragantes nubes
              sin buscar nada sin desear nada
              con el oscuro presentimiento
              de que el mar es un espejo
              para ser mirado por los ojos de Dios
             Era el día preciso para arribar al puerto
              La hora que nos recuerda y nos salva
              Encumbrados por el hechizo de fuegos artificiales
              bandas de muchachos . . . .nalgas apretadas
              brazos tostados que cantaban
              viejas canciones sobre marinos y sirenas
              que se besan
              bajo la luz de petróleo de una lámpara
              en la cubierta de una nave
              hemos atravesado todas las edades
             Pero lo veo
              el agua arrastra el peso de un muerto
              y los dulces amigos danzan en la arena
              un ritmo triste
             Un perro ladra en lo oscuro
              invitándonos a una embriaguez leve
              seducción escondida en la humedad
              hasta que despertamos y perdidos en la orilla
              permanecemos callados. . . .  alegres
              viendo cómo oscurece sobre la gran ciudad
              como si fuéramos los últimos guardianes
              de un país innombrado bajo el aire salobre
              Cerrados los cinematógrafos escuchamos a Pathy Smith
             Alguien dice que el festín no ha terminado
             Fue entonces cuando vi a la diosa tenderse
              cansada y sucia
              a la orilla del mar
             
             He danzado al pie de los ídolos
              
              He bebido y comido todos los frutos de la tierra
              
              He subido montes nevados y pisado las arenas ardientes
              
              Una mañana me asomé desde lo más alto de las Torres Gemelas
              y sentí satisfacción
              
              He sido pobre y rica
              ataviada por finas coronas de hierbas
              
              Odié y amé en la lujuria y el reposo
              
              En los festines fui bataclana
              y en la soledad me recogía
              
              Conocí campos y ciudades. . .  preparé platillos deliciosos
              y disfruté el sencillo pan que me ofrecieron
              
              Entré en las pagodas
              prendí cirios a los santos romanos
              
              Peregriné hacia los oscuros monasterios
              y me hinqué en la Sinagoga
              
              Me convertí en araña peiné.. . .  mi cabellera
              a orillas de un abismo
              
              Prendí fuego a los palacios de los nobles
              me hice ruin y sin embargo
              al doblar la esquina
              sentí la sombra del temor
              
              Vagué todos los puertos
              bebiendo con marinos y prostitutas
              
              Canté canciones divinas y paganas
              me arrodillé frente a mi Padre y comí
              y bebí de Su Copa la sangre de mi sangre
              así como amé a Danae a orillas del Nilo
              y besé el pecho del extranjero en las tiendas del Sahara
              
              Iluminé con velas el regazo de mi Madre
              Oré por mi madre
              Siempre en todos los caminos
              oré por mi Madre
              
              Luego regresé a casa cargada de regalos
              telas chinas . .pipas turcas le llevaba
              licores de frutas tropicales .. máscaras olmecas
              y cuentas y espejos y confites
              
              Había cargado mucho tiempo un tiempo largo
              y entonces aparecieron mis amigos y parientes
              vivos y muertos en silencio uno a uno
              golpearon la vieja puerta y se sentaron a la mesa
              
              Pero las botellas de vino
              ya no esperaban en la alacena
              y las tiendas habían sido saqueadas
              por una pandilla de embusteros
              
              Y ahora estoy aquí tendida en la colina
              donde sube el humo de las fábricas
              y se escucha el entrechocar de las grúas
              y el bullicio de cafetines y confiterías
              
              Fui diosa fui reina
              
              No en vano somos nada mis amigos muertos y yo
              
              Por ellos me he tendido aquí
              para abrazarlos amorosamente
              como lame el mar a lo lejos la orilla
             
            
  Ahora que el mar azota certidumbres y ya no están
              Laurel y Hardy en el cine de la plaza
              
              Ahora que no sabemos dónde quedó el loco Pepe
              que vendía pescado en la feria semanal o la señora Ana
              
              de quien cuentan siguió tocando el piano cuando
              entraron a su casa
              
              Ahora que la estampida abandonó las cartas sobre la
              mesa de la cantina y no queda nadie que se siente con
              nosotros a jugar la última partida
              pego mi cara al vidrio llovido
              
              Solo veo en el patio jugando a una niña muerta
              
              Las calles del puerto despliegan caleidoscopios
              derraman palacios deshechos
              terrones bajo la rompiente
              como si de pronto una desconocida recordara
              un cuadro de Klee que nunca ha visto
              
              Alguien se ha quedado para siempre
              perdido en este puerto inmundo
              
              Alguien camina con los dientes apretados
              y pregunta en otro idioma el nombre de antiguas calles
              la esquina del Central donde tomamos el último café
              o esa marca de cigarrillos que pasó de moda
              
              Pero el mar no habla la lengua de los muertos
             Hay un zapato tirado en la arena
             Una vieja lee el destino a los forasteros
             . . . . . . . . . . . Viento sur . . . fortuna en el amor
              . . . . . . . . . . . Soledad . . . . .no batirán tus alas
             Aquí regresaremos
              Los pelícanos se entregan a la noche
              y van hacia el azul del cielo
             Al fin sabemos
              no es necesaria ninguna excepción para morir
              Las horas abren su huella como un ciego
              que trastabilla
              susurrando Nosotros por la acera
            (Aquella mujer es viuda de padre y madre
              el señor Moreno quedó cojo el último verano)
             En balde giran las veletas . .  . el viento
              no se detiene en este rincón
              Al cerrar la feria
              un puñado de ladronzuelos
              se lleva las últimas ágatas
              Las venden
              en pueblos que no aparecen en el mapa
             Un hombre pasea por la plaza con los labios resecos
              Dicen que los forasteros violaron a su mujer
              que incendiaron la casa
             Pasó la caravana por la ciudad
              dejando un reguero de trastos viejos
              Un puñado de frescolines hizo de las suyas
              vendiendo baratijas y hablando demasiado alto
             Hay una mujer en la cubierta del último navío
              una mujer que se niega a zarpar
              y recuerda la última refriega
             
             El paraíso tiene muchos nombres
             Se mecen goletas en el agua
              pero no hay consuelo para mi boca seca
              Soñé con el agua desbordada y tú mi amor venías sin
              cabeza bailando sobre el mar todo de colores
              
              Había mucha gente que quizás conocí
              
              Gritaban y corrían de un lado a otro
             Mi sueño era mudo
              
                Sólo te veía a ti avanzando sobre el mar
              
              Las mismas manos huesudas . . . . Tu paso
              
              Y el traje con que te vi la última vez flotaba en el agua
             Lo habíamos comprado una mañana, hace muchos años en la tienda de Avenida Prat y
              era azul como el color del agua. Ahora lo recuerdo.
            
                
  ¿A quién escupiré sobre el rostro?
  
              En el cristal del caleidoscopio la ciudad se derrama
              
              Cuadrillas de gente desentierran trastos y huesos
  ¿De quién son todas estas cosas que sacan de la arena?
             Oigo tu voz susurrándome al oído
              una canción que no logro recordar
              tu voz como eco de antiguos pasos
              donde el deseo encendía la tarde
              Te iban a matar
  ¿Lo soñé o fue cierto?
             En ese tiempo íbamos a una Iglesia
              Un amigo tocaba a Bach para nosotros
              Luego nos despedíamos anónimos
              al entrar a la calle sitiada
             Las esquinas no nos recuerdan
              No hay huella aquí
              Tal vez sea cierto
              que nunca estuvimos
             
             Ciudad ruinosa . . .. Puerto inmundo
              En tus calles no galopan ya jinetes devoradores
              Se amontonan ruedas de óxido en las esquinas
             Es hora de marchar
              Alguien se despide desde cubierta
              Alguien conocido cuyo rostro
              no alcanzo a distinguir
             El miedo agita sus alas
              El invierno arrasó con las tiendas gitanas
              Una caterva de chiquillos husmea en los arcones
             . . . 20 centavos por Objeto perdido
              Se pagan Datos. . . . .  Descripciones
              . . . . . . . . . . . Domicilios
             Los días caen como aguatinta
              y en el muelle una desconocida silba Eleanor Rigby
              Se pudren los restos
              del banquete ofrecido al tonto del pueblo
              Y en la cocina un gato gordo se lame los bigotes
             Hemos regresado al sitio donde nacieron los dioses
              Aquí no nos escucharán
             Los besos duermen en el fondo de un pozo
              donde arde el deseo
              Otra vez habremos de partir
              como si no tuviéramos nada que hacer
              más que arrojar besos desde cubierta
             El atardecer cae y su sombra
              expande el caleidoscopio del agua
             No hay llanto en mi corazón
             (El odio tiene su propia letrina
              escondida entre la carne como una joya)
             Si por un momento nos dejáramos ir
              sólo veríamos espuma golpeando las rocas
             No habría nada que agregar
              apenas la mímica de una canción
              los labios silentes de un muchacho
              en una esquina en otra ciudad
              donde las palabras nombraban a las cosas
             La Historia es una corona demasiado pesada
             
             El acantilado se despeña frente a nosotros
              y va a caer junto a las olas
              donde los huiros son cabelleras
              de mujeres muertas
             Allí la veo
             Juana la pecosa duerme
              su última siesta bajo el sol
             Allí lo veo
              Pedro mucho antes de todo
              el marinero del tatuaje azul camino a casa
              con una sarta de jaivas colgando del hombro
             La noche va trepando por las rocas
              Una víbora anuncia no es éste el reino
              ni son estos restos las manos enjoyadas de los príncipes
              ni el alivio ni el descanso
              bajo el sol ardiente de las playas
             El frío destempla sus constelaciones de hierro
              y se hunde en las sombras de las ciudades derrotadas
             Sentados en la cuneta
              los chicos cuentan las monedas del botín
              Un centavo ha ido a perderse
              para siempre en la alcantarilla
             
             Con mis amigos paseamos por la plaza del puerto
              allí habita la noche el príncipe Tzutzín
             Donde Teresa nos sentamos en la barra
              Hacía frío. . . .  los chicos bailaban frenéticamente
              y las chicas compraban pasta en el baño
              para estar OK
             Toda la noche nos siguió una mujer de abrigo rojo
              con los zapatos en la mano
              Se subió al último taxi pero el diablo no quería llevarla
             . . . . . . . . . . . "Esa calle está en otra ciudad señora
              . . . . . . . . . . . Además aquí es muy peligroso". .. .  le decía
             La dejamos ir . . . . Ella se agarraba la cabeza
              Nosotros sabíamos que esa calle estuvo aquí
              Entramos al pasaje La Ilusión
              Esperamos a que abriera un Café
              Esa mañana estaba olorosa como la piel
              de los que habitan ciudades olvidadas
             Era cierto
              Has estado saboreando el principio de la sed
              la ardiente llama que sube del Gólgota
              hasta nuestra pequeña escalinata
              donde nos asomamos para desnudar nuestros sueños
              Has visto a una niña de nueve años orinando en el Jardín de las Delicias
              y has lamido su pequeña vulva húmeda
             Abajo los huiros se mecían en el agua como cabelleras muertas
              y las bodegas de los navíos despedían olor a encierro y desperdicio
             El viento miente
              El sol miente
              El silencio enrojece su rostro
             En esta hora todos somos buenos todos somos malos
             El pájaro de las sombras
              aún se alimenta en el granero de tus sueños
              Has estado allí besando su entrepierna y escuchas
              cómo han ido a perderse las voces del mediodía
              castañas que caen y quedan para siempre escondidas en las hojas
             El tiempo guarda su ley exacta
              crujen las puertas
              con un arrepentimiento leve
              . . . . . . .. . . . .. . . . con un suave rubor
             En el Jardín una niña orina a la luz de la luna
              Como una temprana traición
              el oro ha sido derramado sobre el agua
             El sol miente
              El viento miente
              El atardecer adorna las plumas del acantilado
             Sobre los cerros señales de luz anuncian la partida
              El faro ilumina en silencio los resquicios que nos salvan
              Las pequeñas cavidades húmedas de la inocencia
             
             Estábamos sentados en el Jardín
             Caía nieve sobre los duraznos desnudos
             Te dije tal vez sería posible vivir allí para siempre y tratar de ser buenos en el rincón
  donde Dios nos pertenece todavía
  Todo había terminado
              Siempre tenemos un minuto para descansar dijiste
              Posaste tu mano en la mía porque así la nieve nos dolía menos
             Así estuvimos mucho tiempo
             Todo el tiempo con las mejillas sonrojadas por el
  frío de la tarde
             Alegres y dolidos sabiendo que éramos dueños sólo de un minuto. ..  Luego la nieve
  dejaría de caer
             Tendríamos que entrar a casa buscar los zapatos tratar de reconstruir nuestra vida y
              preguntar a los vecinos por nuestros objetos perdidos .  . . Porque otra vez tendremos
              que partir y el invierno acabará inexorablemente
             Entonces sólo tendremos el recuerdo de la tarde
  en que nos amamos bajo la nieve en un jardín que existe para siempre
             
             He buscado una palabra .  . solamente una palabra
              para decirte .  es cierto que dejaremos de oír
              el trajín de la ciudad. . . .  las pisadas de transeúntes apresurados
              lo que nunca se dijeron esos amantes
              que ayer paseaban por la plaza como si fueran eternos
             Una palabra solamente
              para ver la cara de los dioses escondidos
              el dulce gesto de los santos en martirio
             Ya no podemos reconocer
              la triste alegría de lo que fuimos
             Porque estuvimos juntos sólo un instante
              dos viajeros que se cruzan
              se saludan se despiden con las manos en los bolsillos
              y se marchan silbando
             He buscado esa palabra como una misión secreta . . Esa palabra que oscurece el
              sonido de nuestra farsa
              Lamentaciones al despertar cuando pasan los micros
              bufando rumbo al puerto cargados de quienes no tienen
              un nombre más que para decido al oído de una desconocida a la salida del turno
             
             Nunca nos dijimos nuestros nombres
             Esos nombres que escondían lo que íbamos a ser
              se perdieron en un rincón de esta ciudad
              un día del que no tenemos memoria
              Nunca supimos lo que íbamos a ser
              Ahora que la guerra terminó
              ahora que hemos visto las olas llameantes
              y danzado el "baile de los descuartizados"
             (¿Lo recuerdas? ¿Puedes recordarlo?)
             Busco una palabra como una ciega un anillo
              que ha ido a perderse
              en el fondo de un pozo
             Entonces sé que esa palabra
              está apenas. .   es apenas
              que no es reconocible en su rastro de sangre
              y cuando comenzamos a pronunciarla huye
              como huyó de nosotros la certeza de lo imposible
             Y no obstante estamos alegres
             Abrimos la ventana
              desde donde se ven las gigantescas grúas
              las tiendas y las madres y los escolares
              van y regresan todavía
             Porque esa palabra no está aquí en la ciudad
              ni en la colina
              ni en el fondo marino de las visiones
              caminamos al fin por las calles como niños
              como salvajes .  sí .  como salvajes adorando
              adorados una vez más bajo el aire salobre
              Las horas abren sus bocas como pájaros
              entrechocando en el azul del cielo
              y el día camina sobre la arena
              bajo las nubes agitadas
             Los gigantes tienden sus carpas a la vera del camino
              dejan ver sus látigos de fuego
              para que sepamos que han perdido la fe
             Las gaviotas rastrearán el agua
              buscando moluscos muertos
              sobre las manchas de petróleo
             A este rincón de enfermos regresaremos
             No hay consuelo para mi boca seca
              Huye de mi casa el forastero
              Las mujeres hablan de mí tras de las puertas
              La lluvia resbala
              hasta tenderse sobre las agujas de los pinos
             Entonces un olor de otros paraísos
              abre su ventana frente a la ventana del mar
             Recuerdo las iguanas tendidas bajo el sol de Tulum
              más allá y antes de todo
             El paraíso tiene muchos nombres
              lejanos y hundidos como botellas en el agua
              Preponderancia de lo grande
              Aquí el agua pasa y no se detiene
             Mil colores se deshacen sobre tu rostro
              Tu rostro hace una sola pregunta
  ¿Hay silencio en el fondo del mar?
             Ciudad en ruinas
              el doblez de mis ojos termina en tu orilla
              No hay soporte para el trono de los elegidos
              Vagarán los poetas por los caminos del óxido
              Y la noche pasará . . . el día pasará
              Y vendrán las sirenas otra vez
              a poblar estos mares del sur
             
             Veo a una niña en la plaza
              donde van los jubilados a jugar al azar
              Lleva una falda azul y el pelo tomado en la nuca
              Oscurece
              Tañen las campanas de la iglesia
             El odio remonta sus cicatrices
              hasta hacernos morder el polvo
              hasta yacer sobre la acera con las rodillas descubiertas
             Las campanas repiquetean para decir que no hay perdón
              en esta tierra de nadie donde hemos venido a perdernos
              Inunda tus venas de color. . . . forastero
              Haz tu agosto en esta tierra de desolación
              Puedes esconder los cadáveres en el mar
              que todo se lo lleva
             Bajo el agua vive el crimen
             
             Entonces vi el avión atravesando el cielo
              la nieve blanca se extendía abajo
              y el sol era más grande que nunca
              como en los dibujos de los niños lo vi
             Tómame la mano pecosa. . .  dije
              para que no sintiéramos
             Pero sentíamos de todas maneras
              el carraspear de las bobinas y las alas
              las magníficas alas . . también se caían
              y se estrellaban contra el suelo
             Tómame las manos le dije a mi hermana
              basta ya de esta chingadera
             Y salí por el pasillo hacia la cabina del piloto
              saqué mi aka y le grité alto ahí  . hijo de puta
              alto ahí. .. .  hijo de puta.. .  Me miró
              Ya no recuerdo.. . .  me desmayé
             Veía como bajo el agua
              Era Juan el vecino decía la pecosa. .  Ella era muy fuerte
              había visto al hijo de puta.   al vecino pero no
              le importó .  no le importó.  .  igual se lo echó
              ahí mismo quedó su cremallera reventada contra
              las ventanas del avión
             las ventanas del avión que dejaban pasar el azul del cielo
             Un día salimos de casa sin nada bajo el brazo
              con la leve certeza de que jamás volveríamos
              Caminamos hacia el Parque Forestal
              donde se apiñaban los coches
              que no podían entrar al centro
             Los transeúntes caminaban rápido
             No había nada más que la certeza
              de que todo se había acabado
             "Va a caer"  . gritó un joven azotándonos La Nación
              en el rostro
             "Va a caer" . gritaba
             Y cayó y tuvimos que marchar
              como marcharon los judíos
             Nos habían dejado sin casa. . sin sueños
              sin escuela y nuestros padres se fueron
              y los vecinos se arrinconaron en sus cocinas
              y cuando llegaron a preguntarles dieron nombres
              y entonces fueron a nuestra casa
             Muchas veces entraron con sus mascarillas
              se sentaron en la sala a hacer preguntas
              revisaron la alacena y los cajones
              dejaron todo desparramado
             Dijeron que era rutina
              La rutina duró años
             Y tuvimos que cambiar de nombre
              dar claves telefónicas a los amigos
              juntarnos en las esquinas oscuras
              a leer al buen Maiakovsky. . . al buen Esenin
             Éramos cuatro gatos y queríamos vivir
             La generación perdida nos llamaron
              y fuimos carne de cañón
             Nos juntábamos en el Jaque Mate o en la Unión Chica
              a conversar de poemas de la Frontera
              y a tomar vino
              Al principio creíamos que alguien nos oiría
              que alguien vendría a buscarnos
             Sólo nos buscó la muerte
              la enfermedad . .. el éxodo
             A veces íbamos al mar y comíamos almejas
              en algún boliche barato del puerto
              Dejábamos que el sol pegara sobre nuestras piernas
              y al salir escribíamos en las paredes
              frases heroicas que he olvidado
              para después correr y perdernos en las callejuelas
              para volver a sentirnos tristes
              porque es la tristeza la que salva
              la rotunda melancolía de no saber
              de no tener destino
             Leíamos a Eliot a Fiódor a Maupassant
              dejábamos los libros sobre la mesa
              llena de colillas
              donde planeábamos grandes acciones
              para que las calles fueran otra vez caminables
              y no nos dejaran a medianoche en la oscuridad
              obligados a volver a casa sin ningún cine abierto
             Derrumbados los castillos
              y cerradas las puertas de las iglesias
              no se despliegan ya las visiones
              que les dieron morada a nuestros padres
             He ascendido por el camino hacia el mar
              donde vivían mis antepasados
             Desde aquí contemplo el Éufrates. ..  el Misissippi
              la Isla Delfos. París..  Tulum
             Atrás han quedado las huellas de la feria
              y después de la cena los comensales
              se van a casa
             Los hombres desarman la rueda de la Fortuna
              y toda su gloria no es más
              que un puñado de fierros viejos
              a la orilla de la playa
              El olor del mar azota mi rostro
              queriendo decir algo
              que no me atrevo a comprender
             Pasa serena y oscura la gran máquina negra
              Arrastra sus ruedas por el riel
              y a su paso rechinan ecos de viejas melodías
              de amor .odio. .  piedad
             Sobre el mar la historia ha ido a perderse
              sin héroes
              ni santos
              Arrastra sus pesadas ruedas sobre un riel
              demasiado estrecho
             Nunca supe bien a bien quiénes fuimos
             Íbamos a ser otros. . .  íbamos a ser
              quienes debíamos ser y algo para siempre
              quedó trastabillando como un ciego que no logra
              llegar a casa después que han cerrado
              todas las cantinas
             De modo que éstos son entonces los tiempos venideros
             Todo lo íbamos a hacer ahora
              pero en el zaguán. .  tirados los rastrojos
              ciertos ropajes antiguos. . . .  libros sellados
              cuentan historias ciertas
              sobre hombres y mujeres que existieron de verdad
             Más arriba.  .  más arriba del terruño
              donde las serpientes se muerden la cola
              las fragantes nubes se arremolinan y pasan
             Obligados a mirar el camino
              sin prepararnos a morir . . . sin oír
              cómo cimbra la nota del arpa allá
              en el azul del cielo
              como si de pronto hubiéramos descubierto
              que un enemigo atroz nos vigilaba
              agazapados entre nuestras escasas pertenencias
              dándonos un veneno razonable
              vagamos sin ropaje. .  sin recuerdos
              con la herida abierta manchando
              las calles horribles
             Nada tan miserable como la ausencia de Dios
              en esta casa sin Padres donde sólo habita
              el tigre castrado de la Duda
             Tengo miedo. ..  Todos tenemos miedo
             Allí donde quedó el eco suspendido
              de lo que no alcanzamos a decir
             Esa huella de sangre que esconden las piedras
              como la lengua de un niño esconde el secreto de la voz
              Allí quedó la nieve cayendo para siempre
              sobre el Jardín de los duraznos desnudos
              como queda un instante el último hálito
              sobre la límpida superficie del espejo
             
             
             
            * * *